La priista Beatriz Paredes, una mujer de Estado, decidió cancelar sus aspiraciones de liderar el Frente Amplio por México, allanando así el camino para Xóchitl Gálvez. Esta decisión se produjo después de que el líder nacional del PRI, ‘Alito’, anunciara, en ausencia de Beatriz, que el partido respaldaría a Xóchitl Gálvez en las elecciones de 2024: “Hemos tomado la decisión de respaldar la candidatura de Xóchitl Gálvez para encabezar el Frente Amplio por México”, dijo en conferencia de prensa, que parecía un velorio.

Durante su declaración, afirmó, antes de que se terminaran de realizar las encuestas, que estas no favorecían a Beatriz Paredes. Desde luego que el vergonzante anuncio se realizó con todos los agravantes del caso: premeditación, alevosía y ventaja; anticipándose así a la culminación del proceso tal y como estaba establecido por parte del comité organizador. 

Esta táctica gansteril fue pensada para torcerle la mano a la candidata priista y golpear el ánimo de sus seguidores en la siguiente etapa del proceso. Es relevante mencionar que el segundo tramo de la consulta, en el cual casi tres millones de participantes inscritos decidirían entre Xóchitl y Beatriz, por voto directo en las urnas, estaba pendiente para el domingo 3 de septiembre.

Con su apresurada decisión, el líder de marras redujo al PRI a un estado de sumisión, lo entregó al bloque de empresarios de ultraderecha de Claudio X y la cúpula del PAN, su eterno rival. Sin pompas fúnebres, el sepulturero le metió el último clavo al ataúd del viejo revolucionario. A casi cien años de su fundación, será la primera vez en la historia que el partido no presente candidato presidencial.

Probablemente ‘Alito’, que maquiló los servicios del PRI a los dueños del Frente y sus amanuenses, recibió instrucciones de parte de estos para defenestrar a Beatriz y evitar así cualquier riesgo de que esta ganara, en la parte pendiente del proceso; es decir, en las urnas mediante voto directo el domingo 3 de septiembre.

Estaba más que claro que tenían que cumplir el acuerdo cupular de sacar triunfadora a Xóchitl tal y como estaba planeado, evitando toda posibilidad de triunfo de Beatriz Paredes. Así las cosas, prefirieron no dejarla llegar hasta el final del proceso y eliminar así cualquier riesgo.

También, es importante recordar que fue necesario defenestrar a Creel, para no ponerlo en competencia contra Xóchitl; de lo contrario, con la división del voto de los panistas, entre dos candidatos, Creel y la hidalguense, daban ventaja a la priista Beatriz y podría ganarles. El guión estaba escrito, pactado y sellado.

Además, existía la posibilidad de una discordancia entre  la ganadora de la encuesta, Xóchitl, y la ganadora en las urnas, Beatriz. Este escenario generaría confusión sobre quién sería la verdadera ganadora, lo que podría resultar en una fractura irreconciliable en el Frente. Además, sería impensable que los panistas apoyaran a una candidata priista en el Frente. Por lo tanto, todo estuvo calculado y previsto para que la ganadora fuera Xóchitl Gálvez.

Es difícil imaginar que Claudio X y el PAN aceptaran la candidatura de Beatriz, ya que esto pondría en peligro el proyecto neoliberal en juego. En contraste, la condición ciudadana independiente de Xóchitl hace que  sea aceptable para una amplia gama de votantes en la elección presidencial. Finalmente, ‘Alito’ se aseguró de darle la puñalada trapera, jalando el tapete donde estaba parada Beatriz, para ponérselo a su oponente, Xóchitl.

Para José Antonio Crespo, analista político y miembro del Observatorio Cívico de este proceso, el triunfo de Xóchitl es el resultado de un acuerdo cupular realizado por los partidos políticos que conforman el Frente Amplio y empresarios de ultraderecha, y no derivado de un proceso democrático con participación ciudadana. Lo anterior, no es secreto de pocos sino conocimiento de muchos.

El hecho de sacar a empujones de la contienda a la aspirante del PRI, Beatriz Paredes Rangel, tuvo como propósito subordinar al tricolor a los intereses del bloque ultraderechista de Claudio X. Así las cosas, borraban de un plumazo la presencia política del PRI en la lucha electoral, de hoy y de siempre. A la dirigencia nacional priista nunca le cruzó por la mente el crecimiento, aceptación e interés que despertaría Beatriz Paredes. Despertó en el exiguo priismo la posibilidad del renacer, pero pronto le cortaron las alas y la esperanza. Seguramente, el halo de Beatriz les trajo un deja vú de las viejas glorias del PRI. Esta fue su última oportunidad…

En la historia siempre hay un traidor, a ‘Alito’ le corresponderá personificar ese despreciable papel. Los partidos tienen una vida útil finita, también son mortales. El PRI, a sus noventa y tres años, ya no da para más. Fue una gran institución, un apaciguador del México bronco posrevolucionario, que facilitó, en su misión histórica, la transmisión pacífica del poder.

¡Descanse en paz el PRI!

 

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