Cuando los marinos quieren limitar las operaciones del Aeropuerto Benito Juárez en la CDMX cometen un error político. Quienes lo vemos desde el punto de vista técnico, sabemos que el AICM (Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México) puede tener 60 operaciones por hora, pero el gobierno quiere limitarlas a 42 para enviar pasajeros al Felipe Ángeles. 

Los marinos son obedientes, saben que tienen que seguir órdenes superiores y, si desde Palacio les dicen que hay que estrangular el tráfico en el Benito Juárez para enviarlo al Felipe Ángeles, lo harán con diligencia. El problema, sin embargo, lo convertirán en uno que no es técnico sino político. 

Según estudios de tráfico de las aerolíneas publicado en el periódico Reforma, serán millón y medio de viajeros afectados por la decisión militar. Gente que tenía reservado un lugar, con una conexión a otras partes del país o del extranjero, tendrían que ir y venir de un aeropuerto a otro sin necesidad. Eso si las líneas aéreas sucumben ante la presión y mudan operaciones al nuevo y lejano aeropuerto. 

Será un caos si cumplen la amenaza. Los cientos de miles de viajeros sentirán lo mismo que un hato de borregos perseguidos por pastores. Forzados a utilizar una terminal lejana e inconexa, sabrán que el tema es sólo un capricho del presidente López Obrador para hacer funcionar su invento. 

En tiempos electorales, cualquier decisión equivocada puede tener consecuencias. Xóchitl Gálvez está a la cabeza de una oposición empoderada por la negativa del presidente de otorgarle el derecho de réplica. Una mención falsa de que la senadora no quería los programas sociales desató un cambio radical en el escenario electoral. 

Sin siquiera imaginarlo, Morena enfrenta el más grande reto de su corta historia. Xóchitl Gálvez amalgama a la oposición en un frente que puede, sin lugar a dudas, ganar la elección del 2024. 

Lo mismo puede suceder con la arbitraria medida de ahorcar el aeropuerto Benito Juárez para enviar pasajeros al fallido Felipe Ángeles. Cien o 200 mil votos pueden cambiar una elección, como sucedió en 2006, cuando todo anunciaba que López Obrador ganaría pero Felipe Calderón salió adelante. 

Morena y su líder máximo, deben meditar cada paso de aquí a la elección del 2 de junio. Cualquier error puede transformarse en una derrota. Así lo fue no acceder al derecho de réplica de Xóchitl; el error fue denigrar y agredir a quien sólo pedía un derecho.  Error fue subestimar sus capacidades. 

El final del sexenio se acerca y la fortaleza de Morena no puede fincarse en una candidata débil como es Claudia Sheinbaum. La pura fuerza de López Obrador no será suficiente para la competencia que al final será de dos: Xóchitl y Claudia. 

Sabemos que Marcelo Ebrard sería un contrincante poderoso para el Frente Amplio por México, mucho más que la ex jefa de gobierno de la CDMX. El problema para el gobernante es cuando comienza a creer sus propias alucinaciones. Claudia es un invento peligroso.

Torcer el brazo a las aerolíneas, modificar los planes de viaje de cientos de miles y tomar decisiones arbitrarias pueden ser lo que cambie una elección que creían ganada. Si añadimos la necedad de los libros de texto gratuitos y los pleitos internos en Morena, podemos decir que la moneda está en el aire. 

Si Xóchitl se equivoca puede perder, pero igual, si López Obrador no escucha, su partido Morena y su posible heredera, Claudia Sheinbaum, también pueden perder una elección que hoy consideran ganada.

 

Gsz

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