Este es un tema de la mayor importancia para León, Guanajuato y el país en su conjunto. Pocos lo perciben porque la memoria es corta cuando el triunfo llega y se establece como forma de vida.

Hay una institución en León que cambió a México. Nació de un grupo de soñadores con valores, principios y la idea de que había un camino hacia la democracia para las nuevas generaciones. Hace 40 años apenas aparecía en el mapa nacional. Algunos de sus miembros más tenaces se reunían un día por semana para dar una “conferencia de prensa”. 

Los medios los tomábamos en cuenta porque era el único contrapeso al “sistema”, al partido hegemónico y autocrático. Javier Pérez Hernández, Luis M. Aranda y el Dr. Juan Manuel López Sanabria, entre otros, pregonaban los valores del bien común, la honestidad y la democracia. 

Desde el partido en el poder los calificaban de “reaccionarios, conservadores y mochos”. La primera muestra de su identificación con la comunidad del Partido Acción Nacional surgió cuando el Dr. López Sanabria ganó la elección local en 1976 a Amador Rodríguez Leyaristi. El entonces gobernador, Luis Ducoing invalidó la elección y nombró una Junta de Administración Civil. 

Roberto Plasencia Saldaña presidió un ayuntamiento ciudadano con gran éxito para la ciudad. Después, en la década de los 80, el partido oficial retomó las riendas hasta que Carlos Medina ganó la primera elección para Acción Nacional.

Todos conocemos lo que sucedió después: llegaron empresarios a potenciar la oposición con Manuel J. Clouthier, Ernesto Ruffo y Francisco Barrios. Luego la institución dio cauce a un huracán político llamado Vicente Fox. 

En el 2000, los ciudadanos fueron capaces de lograr la alternancia al sacar al partido oficial de Los Pinos, el PAN creció en poder y penetración. Felipe Calderón logró mantenerlo a flote con un triunfo delgado. Luego todo fue adverso. El partido oficial regresó porque Acción Nacional falló. Sin embargo permaneció sólido en Guanajuato salvo una derrota temporal en León. 

El domingo, cuando la esperanza regresa a la oposición, el PAN no aparece en León ni en  Guanajuato. Lo dicen los números, los datos. Esa mañana, día de celebraciones por el ascenso de Xóchitl Gálvez, apenas pudo reunir a unos 500 ciudadanos en la Plaza Principal  para impulsar a quien puede regresar a México al camino de las instituciones. 

¿Dónde quedó esa fuerza de miles y miles de ciudadanos que impulsaron el cambio más importante de nuestra generación? ¿Qué pasó en León y en Guanajuato? 

La única respuesta posible es que la institución se convirtió en el partido oficial del Estado. Miles de sus miembros pasaron de ser cuadros activos a burócratas permanentes dentro de la nomenclatura. Perdido el entusiasmo por la falta de nuevos líderes, de renovados ideales, la institución se convirtió en un apéndice del poder, como lo era el anterior partido oficial. 

Eso no quiere decir que pueda perder la elección en 2024. Lo más probable es que vuelva a triunfar por el viento a favor que traerá Xóchitl Gálvez. La cargada, como antes, es predecible. El problema es que el entusiasmo no proviene de las propuestas libertarias, democráticas e idealistas, sino del aparato, del sistema instalado en una mediocridad institucional que apenas puede reunir un puñado de gente para celebrar la esperanza nacional. 

Una activista civil se jalaba los cabellos al preguntar: ¿dónde quedó el PAN este domingo?

(Continuará)

Gsz

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