Aún está fresca en la mente de muchos la imagen que se proyectó en todo el mundo de un perro callejero que “descubrió” la fosa en el fraccionamiento Santa Fe hace menos de un año. Según comentan, del hocico animal, su dueña retiró una mano humana. Tras las pesquisas por parte de colectivos de buscadoras y la autoridad se hallaron 53 bolsas con restos humanos en plena zona urbana de Irapuato. Enterradas en diversos momentos y por capas, sin la ayuda de las buscadoras locales quizás este hallazgo habría pasado como una nota menor. Y, por cierto, no tenemos idea alguna del avance de las pesquisas correspondientes.

No muy lejos de allí, también al norte de Irapuato, en la comunidad de el Conejo, se han hallado con regularidad restos de ejecutados. Según las notas de prensa: 5 cuerpos en 2018; 1 en mayo del 2019; 13 víctimas en septiembre del 2020, la mayor fosa reportada en la zona; 3 en abril 2022; 2 en este año en mayo y junio. 

Con estos antecedentes, es inaudito e injustificable que la policía municipal haya detenido e insultado a Karla Martínez, perteneciente a una brigada local de búsqueda que acudió a la zona cuando se enteró que de nuevo se habían abandonado restos de dos personas en bolsas negras. La actitud de la autoridad ante el desempeño de los colectivos de búsqueda, capaces muchas veces de realizar con mayor eficacia y celeridad el trabajo que deberían hacer tanto la policía como los ministerios públicos, no es nada nuevo y ha costado las vidas de seis buscadoras en Guanajuato en los últimos años.

Sin los miles de millones de pesos en recursos que reciben la Secretaría de Seguridad y la Fiscalía de Guanajuato, estos grupos han descubierto fosas e identificado cuerpos desmembrados repartidos por todo el estado. Si esos 17.000 millones de pesos anuales invertidos en seguridad y procuración de justicia, más los 60 millones destinados a la Comisión Estatal de Búsqueda se usaran de manera eficiente, no existirían colectivos de búsqueda: los familiares de los desaparecidos confiarían en una autoridad que busca con diligencia, se preocupa por ofrecer resultados a las víctimas y no por archivar carpetas en la antesala del olvido. 

Martínez fue liberada unos minutos después, y como síntoma inequívoco de la absurda actitud de la policía que intentaba “resguardar” los restos, durante el forcejeo, según reza la nota del Periódico AM, un perro que merodeaba por ahí “se acercó al lugar y se llevó una de las extremidades del cuerpo.” Como colofón y para burla de la procuración de justicia del estado grandeza de México, la misma que acumula certificaciones, niega la existencia de fosas y tampoco investiga: “Agentes ministeriales subieron a sus camionetas y buscaron al animal, pero no lograron localizarlo.” Por supuesto, si duraron años “buscando” al Marro, cómo iban a atrapar al cuadrúpedo con su presa. 

Karla Martínez y una acompañante fueron esposadas por agentes y, mientras las transportaban a un lugar indeterminado, éstos recibieron la contraorden de regresarlas al punto de partida. Ya para entonces el perro saboreaba su botín gracias a la eficacia de los ministeriales. 

La semana pasada veíamos al titular de Seguridad Pública del estado sentado en las escalinatas del teatro Juárez negociando restituir el acompañamiento de las FSPE para las labores de búsqueda, ¿habría tenido lugar la misma escena si Karla Martínez hubiera llegado acompañada por sus elementos? En Irapuato, escuchamos también discursos grandilocuentes de Lorena Alfaro alrededor de la paz para una ciudad cuya fuerza pública sigue sin aprender cómo tratar con respeto a sus habitantes. Hace un par de semanas la misma alcaldesa declaró que brindaba su apoyo y acompañamiento a los grupos de búsqueda, ¿qué está pasando entonces? 

En medio de las dádivas preelectorales, del despilfarro y la queja pueril porque no llegan recursos de la federación así se trata a las víctimas de la violencia en Guanajuato. La búsqueda de la verdad y el respeto más fundamental al dolor ajeno se diluyen en un discurso sin efectos en la realidad. Nuestras autoridades, parafraseando a Lope y su Perro del hortelano, ni buscan, ni dejan buscar. 

Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com   

DAR

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