La falta de agua para Guanajuato no sólo significa una molestia por el tandeo o la incapacidad de sembrar parques públicos verdes. Las lluvias de este año, inferiores a los 350 litros por metro cuadrado, son una precipitación de clima semidesértico. Suponemos que sequías e inundaciones son parte del cambio climático. 

Además del racionamiento indispensable, el problema será el parón en el crecimiento económico. Cuando una empresa inmobiliaria vaya a tocar las puertas del sistema de agua potable porque quiere construir vivienda, lo más probable es que no haya suficiente abasto. Lo mismo sucederá si alguien quiere construir parques industriales. Como estamos hoy, la única solución es optimizar el uso del agua en el campo y en todas partes. 

Unos 85 litros de cada 100 que se extraen del subsuelo o se almacenan en presas, son para uso agrícola. La productividad de un metro cúbico en el campo no tiene comparación con su uso en la manufactura o en los servicios, como los turísticos. 

Por eso el gobierno dice, desde hace meses, que está tratando con el distrito de riego 11 para tecnificar las siembras y aprovechar hasta la última gota. En León se han comprado derechos de agua de pozos agrícolas del sur para surtir a la ciudad. Hemos traído agua de La Muralla, Romita y otros municipios. Ya no es suficiente. 

El castigo político para nuestro estado fue evidente cuando el Presidente López Obrador canceló el abasto planeado desde la presa del Zapotillo en Jalisco. Todo para Guadalajara, nada para León. Tuvimos que voltear hacia la presa de Solís, pero se necesita verdadero sentido de urgencia.

Antes de que llegue el periodo electoral -en el cual todos los políticos andan muy distraídos-  debe firmarse ese compromiso y ponerlo en marcha: los agricultores ceden volumen y el gobierno extiende inversiones para aprovechar mejor el agua en los riegos.

Se necesita dinero, según las autoridades podrían ser 16 mil millones de pesos; podría ser menos si las cosas se hacen rápido. A Guanajuato lo castigó el Gobierno federal con menores asignaciones de recursos. Estamos entre los estados que recibirán menos fondos que el año pasado. Aún así, no podemos esperar porque es detener la lucha por nuestra prosperidad y nuestro futuro.  

En cualquier proyecto detenido, lo más probable es que no sea la falta de dinero lo que nos atore, sino la falta de determinación, seguimiento y convicción de que las cosas se pueden hacer. Samuel García, el gobernador de Nuevo León, es un personaje engreído, peleonero y hablador, sin embargo, pudo construir un segundo acueducto desde la presa de El Cuchillo hasta la Zona Metropolitana de Monterrey. Lo criticaron porque inauguró una obra que no está terminada, pero pronto lo estará. Resolvió parte del problema en poco tiempo. Tendrá que acordar con Tamaulipas cómo aprovechar el agua del Pánuco, desde donde Nuevo León tendría agua para siempre. 

Ahora que vengan Xóchitl y Claudia; Libia y Ricardo, habrá que preguntarles si tienen compromiso con Guanajuato para resolver el problema. La inversión que urge debe tener participación de Federación, Estado y Municipios. El agua se puede pagar, la sequía no. 

Gsz

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