León, Guanajuato.- Tan sólo basta entrar a la carpa roja con luces ambarinas de Circo Tihany para sentirse en una cápsula del tiempo: olor a palomita, algodón recién hecho y el recuerdo de lo que pareciera un bucle temporal
Apenas los leoneses se enteraron del regreso de este circo y salieron a relucir los recuerdos:
Mi papá me trajo con mis hermanos’, ‘Nos ganamos unas entradas con solo comprar mandado’, ‘Yo estaba chiquita y vine con mi abuelita’, ‘Estaba en la primaria cuando me trajeron y ya vengo con mis hijos’.
Es que, Tihany es producto de una historia engendrada en la tragedia, según lo contó el mago Marco Strapazzon, un hombre de 1.80 metros que se siente orgulloso al contar con sus ojos azules, la historia de este circo.
Fue fundado por el inmigrante húngaro Franz Czeisler en 1954, quien escapó de los nazis y con un pequeño capital pudo iniciar desde abajo con un espectáculo en Latinoamérica, lugar de su refugio. Poco a poco ganó fama y para los años 80 tocó girar a México, para después en los 90s transformarse en Tihany Spectacular, su actual nombre. Para conmemorar los 50 años del circo nació AbraKdabra, último espectáculo creado por el fundador Franz Czeisler y dirigido por Francis Demarteau.
AbraKdabra es uno de los únicos espectáculos que une técnicas circenses, Music Hall con actos de magia, a la altura de los Casinos de Las Vegas.
Ese mismo show llegó a León con el reencuentro de muchas familias cuyos hijos son padres y otros más bisabuelos; la emoción es similar a ese viejo amigo que se fue de viaje y juró volver.
Nos movemos por el amor, la pasión, la magia…la magia no se puede ver, pero existe, es real y en Tihany la magia es real. El hecho de venir después de 20 años nos hace escuchar historias lindas, de niños que vinieron con sus abuelos, con sus papás y que ahora vienen trayendo a sus hijos; parejas que se conocieron en citas en Tihany, eso siempre pasa, personas que guardan sus boletos. Para nosotros es una alegría poder regresar. Estuvimos fuera de México, porque llevamos Tihany por toda Latinoamérica, por Sudamérica, con todos los prodigios del circo”, platicó el mago Marco.
Dentro de la carpa, sus sillas acolchonadas prometen ser cómplices en una cómoda estadía de dos horas; el aire acondicionado apenas se siente, pero refresca el ambiente, y de fondo, un escenario en rojo que atrapa la vista.
El Music Hall asemeja un espectáculo de Las Vegas, pues los vestuarios y el ambiente parecen trasladar a la ciudad del pecado a instantes.
La hamaca rusa y el trapecio llevaron a más de dos a morderse las uñas o hasta jalar al compañero de al lado; no se diga las ansías de ver los actos de contorsionismo y pensar: ¡Se van a romper!
Una de sus más grandes apuestas es la estatué de Jérome Murat, un verdadero agasajo y engaño a la vista.
Pero, ¿usted imagina que un helicóptero aparecerá? ¡créalo! ¡sucede! El mago es el encargado de inventar universos paralelos que hacen creer que todo es verdad.
Los efectos especiales, el mapping en el escenario, el carisma del payaso y los pequeños que son parte del show.
Lo que queremos es que la gente se olvide de sus problemas, que entren en un universo donde puedan reír, sentir y llevarse emociones donde la ilusión es la única realidad”, añadió el mago brasileño.
Más de 200 personas son las encargadas de crear este espectáculo. Decenas de manos en backstage hacen posible estas decenas de historias.
El costo para ver este circo es de 350 pesos en general, 450 pesos en platea lateral, 600 pesos en platea plus, oro 700 pesos, Diamante 800 pesos y paco 950 pesos.
Los horarios son: martes, miércoles y jueves a las 8 de la noche; Viernes y sábado a las 4:30 y 8 de la noche; días festivos a las 12:30, 4:30 y 8 de la noche. Función especial el 2 de octubre a las 8 de la noche.
