Porras, matracas y confeti. Hace una semana la alcaldesa de Irapuato Lorena Alfaro anunció su intención por repetir en el cargo; algo que ya se intuía cuando en septiembre pasado, casualmente el mes de mayor violencia homicida en su ciudad, se anunció con bombos y platillos la firma de un acuerdo “histórico por la paz”, que vincula a una amplia variedad de actores sociales en un ejercicio inédito en la ciudad y la región.
Por entonces, las cosas en materia de seguridad, si nos apegamos a las estadísticas oficiales y no oficiales habían mejorado de forma significativa. Para ello tomo como referencia los homicidios dolosos, que si bien no reflejan la totalidad del problema de seguridad, considero que son, por su notoriedad y seguimiento, un buen parámetro para medir avances en este campo. (Bien vale la pena ampliar el ejercicio a otros delitos, aún considerando las distorsiones que pueden ocasionar sus cifras negras).
Para ello presento dos gráficas. La primera muestra la evolución mes por mes de los homicidios dolosos desde 2018 hasta el 13 de octubre del presente año. La segunda tabla compara la participación de Irapuato en dicho delito con respecto a las ciudades del corredor industrial. Ambas se confeccionaron con cifras obtenidas del Observatorio Ciudadano de Irapuato y de las estadísticas levantadas por el Diario AM León, que difieren (por lo general son más altas) con las emitidas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Como puede observarse a simple vista, existe una ruptura de la tendencia alcista a partir de mediados del 2020 que tuvo vaivenes a lo largo del presente trienio debido a la errática política de seguridad durante al inicio de la administración de Alfaro (documentada en varios de mis artículos) cuyo colofón fue la noche de terrorismo urbano vivida el 9 de agosto del 2022. Tras algunos avisos entrelíneas en el informe de gobierno del año pasado y la liquidación de más de un centenar de integrantes de la policía municipal una semana después, la perspectiva parecía mejorar en la ciudad en el primer semestre, si se compara con las demás ciudades del Corredor Industrial, donde la violencia homicida mantuvo cuotas con muy pocas modificaciones mientras se desplazaba hacia León.
Septiembre, empero, con 50 homicidios dolosos, y la evolución de las últimas semanas, con 17 homicidios en 13 días, deben ser una campanada de alerta para las instancias de seguridad de la ciudad, al igual que para la posible candidata. También para los aspirantes a seguir dirigiendo León y Celaya, pues mientras el deterioro de la primera ciudad es notorio, la segunda no da muestra alguna de mejoría. Sinceramente, no entiendo cómo sus gobernados no han pensado en mejores alternativas…
La ausencia de grandes operativos contra mafias criminales y lo peor, la nula actividad de las autoridades en contra de los actores grises que les permiten lavar activos o actuar con total impunidad, no auguran cambios importantes en el panorama global. Sin embargo, vale la pena seguir preguntándose ¿por qué se dio este cambio en Irapuato durante 2023? ¿Obedece a una estrategia de seguridad, a una reconfiguración del crimen o simplemente al azar?
Hace dos semanas cerré mi columna con una posdata con otra pregunta que está aún por responderse: ¿Existirá alguna relación entre la renuncia del jefe de la policía municipal, Néstor Cruz Rosalino con el aumento de la violencia en estas últimas semanas? A la cual añado otra ¿Lo vivido hasta agosto de este año constituyó una tregua que acaba de romperse? Seguramente muchos irapuatenses, ausentes en las ceremonias de autopromoción, alejados del ruido de las matracas y del leve susurrar del confeti, querrán saber si vale la pena dar su voto de confianza a Alfaro por tres años más o pensar en otra opción sea del partido que sea.
Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com
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