Los sirvientes del Presidente en la Cámara de Diputados y de Senadores saben que el problema del Poder Judicial no son los sueldos ni las prestaciones. Si cuentan bien esos sirvientes, verán que sus dietas son superiores a la de los magistrados y sus prebendas son más oscuras que su pensamiento.

Ahora el enemigo de la 4T, y en particular de López Obrador, no son los jueces y funcionarios del Poder Judicial. Tampoco es la oposición ni los conservadores, ni siquiera Claudio X. González o la mafia del poder de antes. El enemigo es el tiempo. A 7 meses de las elecciones es poco lo que puede hacer Morena para reventar a Norma Piña o a los ministros de la Corte.

Los mayordomos de Palacio votarán sin cambiar una sola coma lo dictado para extinguir fideicomisos. La medida es tan vil, que será impugnada de inmediato por la bancada de la oposición. Como el atraco es anticonstitucional, la misma Corte revertirá la comanda de la mayoría de los camareros de Morena y asociados.

Sí señor Presidente, lo que usted ordene señor Presidente, con todo gusto señor Presidente; mañana mismo votamos su ley, bueno sus leyes, todo lo que usted nos ordene señor Presidente. Ni en los mejores restaurantes de la CDMX la atención puede ser mejor para quien les dicta la orden en la Cámara de Diputados y en el Senado.

Los criados, incluída Olga Sánchez Cordero y Ricardo Monreal, verán sus nombres enlodados al paso del tiempo. Tendrán sus mandiles y jofainas llenas de mugre y agua turbia. Porque ellos saben que solo son buenos tapetes para que el Presidente los pise a placer.

Como en la mejor época del PRI, la culpa no la tiene el Presidente sino quienes lo hacen su amo. Porque, como dice Monreal, él no es nada ni nadie sin el consuelo de la palabra de López Obrador, sin la invitación a una comida donde le reconocen su lugar, aunque sea en una esquina.

Imaginemos por un momento a los diputados y senadores de Morena como diestros mucamos de Palacio. Unos tenderían las camas, otros limpiarían los baños y lavarían la ropa. No faltaría quien se apunte para, de rodillas, amarrar las agujetas del líder, tal como lo hacía Luis Echeverría con Gustavo Díaz Ordaz*.

Qué más le puede pedir el amo del Zócalo a los criados de San Lázaro. Qué bajeza no harían por mantener el curso de la 4T. La historia los va a marcar como campeones de la abyección. Porque, en lugar de proteger la democracia y su valor como poder independiente, cuidan con mimos los caprichos de su patrón.

Son 15 mil millones de los fideicomisos. Con un batazo de la Corte en contra de cualquier obra o de cualquier chiqueo presupuestal, podrían revertir decisiones por mucho más que eso. Supongamos, sólo supongamos, que la Corte le da la razón (no sé si la tenga o no) a Ricardo Salinas Pliego en su litigio por 25 mil millones de pesos de impuestos. Tan sólo una decisión de ese tamaño sería más importante que los presuntos privilegios de los funcionarios judiciales. El tiempo juega a favor de la Corte y la historia va en contra de los criados de Palacio

*Elisa Robledo en su libro llamado A Calzón Amarrado, revelaciones de Irma Serrano. 

Gsz

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