Los problemas sólo tenderán a empeorar. A ello se debe la urgencia de mantener a los damnificados de Otis en pie y evitar que pierdan la esperanza.
Para los damnificados del huracán “Otis” la prioridad inmediata es recibir agua, alimentos y medicinas.
Todo México está dispuesto a ayudar, a contribuir, a mandar ayuda de emergencia a los damnificados. Esto es, todo México, menos una persona. El estorbo en esta, como en otras ocasiones, es el Presidente Obrador, quien ordenó que NADIE, más que su Gobierno, puede realizar en Guerrero, sobre todo en la zona conurbada de Acapulco, labores de apoyo.
¿Y saben qué es lo que hace a seis días de la tragedia el Gobierno de Obrador? ¡Levantar un censo! Ello a través de la “Secretaría del Bienestar”. ah, pero sólo si los afectados muestran su “identificación oficial”, ésta con FOTO y su CURP. Mismas que en la mayoría de los casos, con las viviendas completamente destruidas, están en manos del tal “OTIS” y no de los afectados. Si el censo se realiza casa por casa ¿qué necesidad tienen los afectados de mostrar su identidad oficial?
Estarán de acuerdo, estimados amigos, que darle prioridad a trámites burocráticos -que bien se pueden malentender como un mecanismo electoral, o que se pueda explotar de tal manera- en lugar de imprimirle toda la velocidad posible a la entrega de lo que MÁS se necesita, esto es, agua y alimentos, representa un torcimiento perverso de las prioridades. Increíble que en esta tragedia humana de enormes dimensiones el Gobierno de la 4T ni deja que ayuden, ni ayuda tampoco.
Están los guerrerenses a merced de la burocracia de la 4T, que tiene como prioridad levantar los datos personales de los afectados casa por casa y no parece tener prisa alguna por REMEDIAR de la manera más rápida posible las CARENCIAS de la población. Estas personas de la mal llamada “Secretaría del Bienestar” que se dedica a promover el MALESTAR, no contemplan MINIMIZAR el daño que el huracán le ha causado a la población, sino CRECER EL DAÑO que están sufriendo.
Esto, claramente, nunca había acontecido en México. Usualmente, como cuando Cancún fue afectado fuertemente por el huracán “Wilma” en el 2005, entraba ayuda de la Cruz Roja, de ONGs y de la sociedad completa de forma casi inmediata. Hoy, si alguien manda ayuda se le tiene que dar a la Sedena y sólo ellos la pueden entregar a la población. ¿Por qué concentrar todo en el Gobierno dándole prioridad a QUIÉN entrega y no al QUÉ se entrega?
Pudiera ser que a lo que le teme el Gobierno es que “alguien más” pueda extraer de esta tragedia algún mérito, puntos políticos que le hagan mella a la 4T. Si así fuese nos parece increíble que en lugar de que la IMPORTANCIA se le imprima a entregar AYUDA que urge con la mayor celeridad posible, las preocupaciones sean otras, totalmente secundarias. Llevan ya los damnificados seis días sin agua y alimentos, ¿cuántos días más creen estos señores gobernícolas que pueden aguantar los ciudadanos sin víveres que URGEN desde el primer día?
¿Por qué no dejar que ONGs como la Cruz Roja entren directamente a aliviar las carencias de los afectados, que no sólo perdieron -en muchos casos- todas sus pertenencias, sino que además se las están viendo difíciles para tan sólo sobrevivir?
Y ni para qué hablar de la reconstrucción de este centro turístico: restablecer toda la infraestructura eléctrica, de agua potable, de drenaje, reponer la vialidad, aprovechando para mejorarla. ¿Acaso este Gobierno censó ya el daño ECONÓMICO de lo que significa CERRAR por completo mientras todo se renueva?, ello justo cuando apenas se recupera de los efectos del encerrón de la pandemia del COVID.
¿Dimensiona el Gobierno los estragos que causará el desempleo, el impacto social de vivir en una zona muerta -económicamente hablando- requiriendo una inyección de capital que rebasa por mucho la capacidad del Gobierno local y la del federal?
Previo al desastre causado por “Otis” de por sí Guerrero ya SUFRÍA de enormes problemas como la INSEGURIDAD, la violencia y la presencia casi ubicua del crimen organizado.
En situaciones como la actual, y sólo por los efectos de las leyes de la entropía, los problemas de esta antes llamada Perla del Pacífico sólo tenderán a EMPEORAR y no a mejorar. A ello se debe la urgencia de restaurar, de mantener a la población en pie y, sobre todo, evitar que pierdan la esperanza.