Existen circunstancias en las que individuos o núcleos familiares están frente a costos significativos (a veces inasequibles) relacionados con la atención a su salud. Esta afrenta a la capacidad financiera suele ser de carácter inesperado en la mayoría de ocasiones y puede conducir a esas personas, literalmente, a la pobreza. De ahí el término “catastrófico”, puesto que es verdaderamente abrumadora la presión económica y suele además relacionarse con enfermedades de gran complejidad, gravedad o urgencia. 

La magnitud de los costos es sustancial en estos casos y supera en tal medida la capacidad del ingreso de las personas o familias, que las puede forzar a tomar decisiones difíciles, como el cortar o reducir otros gastos esenciales (alimentación, vivienda, transporte o servicios) para poder cubrir las facturas médicas.

En la última Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2022, es notorio que los hogares mexicanos tienen gastos elevados en salud (incluso ya “concluida” la pandemia) y es manifiesto también que los gastos en salud en multitud de personas resultan empobrecedores. Lo anterior es un signo y síntoma del mal desempeño del sector salud público, que no es garantía de accesibilidad y oportunidad a servicios sanitarios, orillando a las personas a recurrir al sector privado con la consiguiente exposición a gastos incrementados en salud. Como se comentó anteriormente, esto conduce a las personas a vender activos, endeudarse o dilapidar sus ahorros.

Por lo anterior, la protección contra gastos catastróficos, así como los gastos excesivos en salud, deben ser tema de atención (en especial en países como el nuestro) porque de manera puntual se establece que al atender este problema:

1) Se contribuye a la estabilidad financiera, puesto que al ser impredecibles los gastos en salud, con la protección adecuada, las familias podrían hacer frente de mejor manera a eventos de afección de mayor calado, haciendo más resistentes a esos núcleos sociales de caer en la pobreza o limitación financiera.

2) Los gastos catastróficos o excesivos “alejan” a las personas de atenderse o recibir atención clínica, pues temen las consecuencias económicas, lo que conduce a retraso en tratamientos y empeoramiento de la condición o padecimiento. Al proteger a las personas ante estos gastos, se mejora el acceso a los servicios de salud, asegurando que las personas busquen atención oportuna.

3) En la ausencia de protección contra gastos catastróficos o excesivos, existe un riesgo de crear o exacerbar disparidades en acceso a la salud, es decir, aquellos que tienen para pagar tratamientos de alto costo pueden recibir atención a tiempo y de calidad, mientras que los demás están forzados a retrasar o incluso detener esta atención. El hecho de atender y proporcionar esta protección contribuye a resolver las inequidades en salud.

4) Una población sana es crucial para el desarrollo económico y los gastos elevados en salud pueden mermar la productividad, puesto que afectan en gran medida a la población económicamente activa y si los individuos no pueden acceder a atención médica, sufren de enfermedades más prolongadas reduciendo su productividad, incrementando el ausentismo y al final, impactan de manera negativa en el desarrollo de una nación.

5) En casos como los ocurridos recientemente con desastres naturales, por ejemplo, la incapacidad de proteger ante gastos catastróficos y además coexistir este problema con la disminución de accesibilidad a servicios preventivos y curativos, promueve el riesgo de dispersión de enfermedades transmisibles y la emergencia de crisis sanitarias de mayor envergadura.

6) Al ser la salud un componente fundamental del desarrollo humano, la protección ante gastos catastróficos contribuye a objetivos clave como son la mejora en expectativa de vida, calidad de vida y bienestar.

7) Por último, la incapacidad de atender los gastos catastróficos o elevados conduce a tensión social, por lo que, para mantener incluso la paz, es necesario apostar a la protección en este rubro.

No es secreto que la protección contra gastos catastróficos o elevados en nuestro país ha sido mermada, por lo que se invita a retomar este tema en la discusión pública y se convoca a usted, querido lector, a ser integrante de esta conversación. Es tiempo.

 

Médico Especialista en Patología Clínica, Profesor Universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

 

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