¿Quién gobierna México? El Ejército, que tiene pleno dominio de nuestros cielos, mares y tierra. ¿Y quién es el “Comandante en Jefe” de nuestras fuerzas militares? El Emperador Lopezuma.
Claramente vivimos, entonces, un régimen militar dominado por la voluntad de una sola persona. A este sistema de gobierno en ninguna parte de nuestro globo terráqueo y lugares circunvecinos se le llama “democracia”.
Lo que tenemos en México ya es una dictadura militar, semidisfrazada, en la que las instituciones democráticas de Gobierno han sido suplantadas ilegal e inconstitucionalmente por los militares, y a las cuales el Emperador tabasqueño les hace la guerra constante para destruirlas o someterlas.
Ejemplo reciente es su nueva propuesta: crear tribunales para que juzguen a los jueces. Desconoce este Tlatoani quemalibros (de ahí sus ataques a la Feria del Libro de Guadalajara) que para eso precisamente está la judicatura.
Si el señor respetara nuestras leyes e instituciones se percataría que lo que requiere México no son ni más leyes ni más Cortes, sino servidores públicos que respeten y obedezcan las que ya tenemos.
A juzgar por la cantidad de cosas “raras” -así llamémoslas por hoy- que hace o dice el Tlatoani últimamente algo se le ha metido en la cabeza que lo trae mareado.
Pudiera ser que -por fin- ha reconocido que su “delfina” no despierta entusiasmo ni con los mismos cuatroteros, o será que las presiones de EU en relación a su inexplicable tolerancia para con los narcotraficantes lo han desorientado.
Pudiera ser que el desorbitado costo de sus obras “insignia” por fin le ha hecho mella y que un trenecito en medio de la selva yucateca que va a costar más de 500 mil millones de pesos no va a ser rentable nunca, como tampoco su refinería presupuestada en 8 mil millones de dólares y que acabará costando más de 20 mil, o su aeropuerto vacío en la Base Aérea de Santa Lucía, o rentable la nueva aerolínea que le regaló al Ejército.
Pueden ser muchas cosas, pero sea lo que sea lo está empujando a decisiones sumamente inconstitucionales e irracionales.
Por ejemplo, el martes mismo en el Diario Oficial publicó el Tlatoani tropical un decreto entregándole otros cuatro aeropuertos internacionales más a la Sedena.
Entre ellos, la estratégicamente bien localizada terminal de Puebla, y además ordena la adecuación del Aeropuerto de Tamuín (esto es en San Luis Potosí) para convertirlo en “internacional”.
Sin agraviar a nadie, pero en estricto apego a la verdad, Tamuín necesita un aeropuerto internacional tanto como un gato, dos colas.
A menos que este aeropuerto internacional sea para uso de amigos -o socios- de algunos influyentes en la cuatrotera dedicados a las exportaciones-importaciones.
Con eso de que cuando el Tlatoani visita Badiraguato, cuna del Cártel de Sinaloa, se encierra a piedra y lodo en un recinto y les niegan el acceso a los medios. Que alguien aclare: ¿con quién se juntó el macuspano y para qué y a qué se debió tanto secreto?
Sobre todo cuando a los pocos días entregan al principal sicario de “Los Chapitos”, “El Nini”, y adicionalmente la semana pasada fue asesinado a tiros el cabecilla del CdS que les operaba el área de Los Ángeles en ese negocito de la venta de fentanilo. ¡Vaya casualidad!
Estará por verse si con estas “bajas” en el Cártel de Sinaloa se conforma el Gobierno norteamericano y deja de insistir al Gobierno mexicano en la extradición de “Los Chapitos”, por lo visto, gente muy bien vista por el régimen cuatrotero.
¡Incluso, se dice, mejor tratada que algunos empresarios mexicanos y extranjeros (pregúntenles a los de Iberdrola)!
Por cierto, hablando de reuniones secretas: ¿a qué fue llamada a Palacio Nacional a una reunión con el Gran Cacique macuspeño la precandidata presidencial, Claudia Sheinbaum de Tarriba?
No luce nada bien que quien pretende ser Presidenta de México sea llamada, como empleada o a rendirle cuentas a su “jefe” o a recibir instrucciones de él sobre cómo llevar su campaña.
Por encima de todo, un candidato presidencial debe mostrar en todo momento una personalidad propia e independencia, pues de otra manera cabe pensar que sólo aspira al cargo a hacerle los mandados a quien la (lo) puso. Así no se gana, bien y limpio.