El poder centralizado no se vuelve inofensivo por las buenas intenciones de quienes lo crearon”.

Milton Friedman

 

No tiene llenadera, es cierto. El presidente López Obrador no para de buscar formas de concentrar recursos y poder. Aunque se dice liberal, su ideal es el centralismo de los conservadores del siglo XIX. Lo vemos ahora en su nueva iniciativa, aprobada al vapor este 6 de diciembre por la mayoría oficialista en el Senado, para concentrar en la federación 120 mil millones de pesos de recursos de salud hasta ahora ejercidos por los estados. La iniciativa pasa ahora a la Cámara de Diputados.

El gobierno, como ya es habitual, justifica la medida por una supuesta corrupción, pero nadie se molesta en comprobarla o siquiera en identificarla. No sabemos cuáles son los supuestos actos de deshonestidad, pero sí que el gobierno está ordenando que los 120 mil millones de pesos del Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud se entreguen al IMSS-Bienestar del gobierno federal.

Una vez más AMLO ratifica su convicción centralista. Es la misma que manifiesta en la decisión de tener una gran farmacia cerca de la Ciudad de México para surtir de medicamentos a todo el país, una decisión que solo puede surgir de la ignorancia. El sistema de distribución de medicamentos no mejorará por tener un gran almacén central, sino restableciendo un sistema profesional de distribución con bodegas a lo largo y lo ancho del país y que tenga vehículos adecuados para el transporte de medicinas.

A la abierta intención centralista hay que añadir la manera en que el gobierno miente acerca de sus propósitos. Ayer en el Diario Oficial de la Federación se dio a conocer un decreto para crear la Comisión Presidencial para el cumplimiento del Acuerdo Nacional para la Federalización del Sistema de Salud para el Bienestar. Esta comisión estará presidida personalmente por el titular del ejecutivo, pero su propósito no es impulsar la federalización, sino la centralización.

Para López Obrador es muy importante concentrar el poder y los recursos. Ha buscado de manera sistemática debilitar a las instituciones autónomas y ha desmantelado instituciones como el Seguro Popular simplemente porque no tenía control sobre ellas. Sus ataques al Instituto Nacional Electoral y al poder judicial de la federación se deben a su incapacidad de aceptar que alguien pueda tomar decisiones que no reflejen sus órdenes y deseos.

Los experimentos y ocurrencias del presidente en materia de salud, sin embargo, han sido desastrosos. Virtualmente todas las medidas que ha tomado han salido mal. Fue el caso de la cancelación de las compras consolidadas de medicamentos que hacía el IMSS y la transferencia de estas adquisiciones primero a la Oficialía Mayor de Hacienda y después a la UNOPS, un organismo de la ONU. La creación del Insabi fue otro gran error, que se saldó con su cancelación apenas dos años después. Habrá que esperar ahora los resultados de la transferencia de responsabilidades al IMSS-Bienestar, pero de momento el sistema de salud de México, lejos de superar al de Dinamarca, ha sufrido un retroceso dramático en este sexenio.

La centralización de la salud es un nuevo error que se suma a los ya cometidos. Si el presidente quiere imitar o mejorar el sistema de Dinamarca, quizá lo primero que debería hacer es conocerlo: se trata de un esquema público, pero descentralizado, en el que municipios y regiones ofrecen los servicios a los pacientes. Lo mismo sucede en Suiza, donde un sistema también descentralizado se financia con seguros privados. En cambio, el presidente López Obrador quiere crear en México un nuevo monstruo burocrático, el cual está condenado al fracaso. 

 

Neoliberales

 

A AMLO no le preocupa la caída en la calidad de la educación que revelan las pruebas PISA: “Todos esos parámetros se crearon en la época del neoliberalismo”, comentó ayer. Quizá por eso impulsa una reforma educativa, la Nueva Escuela Mexicana, cuyo propósito es bajar más el nivel. Una educación de calidad es por naturaleza neoliberal. 

 

www.sergiosarmiento.com

 

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