Aquel que se dedica al simple estudio de la religión sin involucrarse en tareas de amor y misericordia es como aquel que no tiene Dios”.
Talmud
Jesús era judío. No sabemos cuándo nació, aunque los cristianos no ortodoxos lo celebran el 25 de diciembre, pero sí que nació, vivió, predicó y murió como judío. San Pablo, Saulo de Tarso, judío también, llevó sus enseñanzas a los gentiles, pero sin olvidar nunca a los judíos que buscaba convertir al cristianismo: “Es judío el que lo es en lo interior”, escribió en su segunda epístola a los romanos. Jesús siempre lo fue, por eso eran tan absurdos los ataques contra judíos por cristianos que decían querer vengar la muerte de Jesús.
Durante milenios la “tierra de Israel” no tuvo un Estado judío. El reino de Israel alcanzó su esplendor entre 1047 y 930 antes de Cristo, bajo la égida de Saúl, David y Salomón. El de Samaria terminó en 720 a.C.; el de Judá, o Judea, en 586. Herodes el Grande gobernaba Judea cuando nació Jesús, pero no era judío, sino idumeo, y gobernaba además como vasallo del imperio romano. El último reino judío fue el de Simón bar Kojba, quien se rebeló contra Roma en 132 después de Cristo, solo para ser derrotado y ejecutado en 135. Unos 580 mil judíos fueron asesinados y sus pueblos arrasados; muchos huyeron y se dispersaron por el mundo, en la diáspora. El emperador Adriano fusionó Judea, Samaria y Galilea en una nueva provincia romana a la que nombró Siria Palestina, la cual sería gobernada a través de los siglos por Bizancio, el imperio árabe islámico, algunos reinos cruzados y el imperio otomano. Tras la Primera Guerra Mundial el territorio quedó en manos del Reino Unido y Francia, pero los países de la zona se fueron independizando gradualmente.
Nunca dejó de haber presencia de judíos en la región. La migración hebrea se incrementó a fines del siglo XIX y principios del XX con el sionismo, que quería crear un Estado judío en la “tierra prometida”. En 1917 la Declaración de Balfour manifestó el apoyo británico a la creación de un “hogar nacional” para el pueblo judío en Palestina, lo cual rechazaba la población árabe mayoritaria. En la década de 1920 los británicos impusieron restricciones a la inmigración judía, pero los judíos siguieron llegando ilegalmente. Empezaron desde entonces las hostilidades entre árabes y judíos.
En 1947 el Reino Unido sometió la decisión sobre el futuro de Palestina a las Naciones Unidas, que propusieron, en su Resolución 181, dividirla en dos Estados, uno judío, Israel, y otro árabe palestino, con Jerusalén como ciudad internacional. Israel declaró su independencia en 1948, pero fue atacada por una coalición de países árabes, que venció. Después peleó nuevas guerras en 1967 y 1973. Los enfrentamientos, de hecho, nunca han parado, pero Egipto y Jordania han reconocido el derecho de Israel a existir como nación independiente.
Uno de los acontecimientos más importantes de 2023 fue el ataque del 7 de octubre del grupo islamista Hamás, que controla la franja de Gaza, contra Israel. No fue una operación militar, sino una agresión que buscaba matar y secuestrar civiles, y en el que muchas mujeres sufrieron ataques sexuales. Hamás buscaba provocar una reacción violenta de Israel, y lo logró. Las tropas israelíes han bombardeado y arrasado por tierra a Gaza, dejando decenas de miles de muertos. El presidente Joe Biden de Estados Unidos ha reconocido que Israel está perdiendo apoyo internacional.
Pienso que Israel y Palestina deben tener cada uno un Estado independiente. Desafortunadamente, dos grupos radicales, Hamás y el gobierno de Benjamin Netanyahu, tienen el control de Gaza e Israel. Ambos matan a inocentes para “hacer justicia”. No es una ética aceptable ni para judíos ni para musulmanes.
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