Por Jesús Zambrano*
En los tiempos actuales es común escuchar el discurso mandatado desde Palacio Nacional para hacer creer a las y los mexicanos que “las elecciones del 2024 ya están decididas en favor de AMLO y su corcholata presidencial” porque supuestamente “todas las encuestas dan como favorita a Sheinbaum” y “Xóchitl ya no levantó”.
Sin embargo, debe quedarnos claro que las diversas casas encuestadoras serán las responsables de dar eso como un “hecho irrefutable” y con ello su credibilidad y su firma para hablar de “ventajas insuperables”.
Pero resulta que nos encontramos a cinco meses de las elecciones, las campañas no empiezan todavía y los partidos no terminan de definir sus candidaturas para los más de 20 mil cargos de elección popular. Por eso es muy temprano para que el oficialismo cante victoria.
Hay ejemplos de elecciones presidenciales y locales en los últimos 20-25 años que revelan que, en la mayoría de los casos, el que arranca adelante en la contienda, termina siendo derrotado. Así ocurrió con Labastida frente a Fox en el 2000 y con AMLO frente a Calderón en el 2006.
Peña (que inició con gran diferencia en la delantera) estuvo a punto de ser vencido por AMLO si las elecciones de 2012 se hubieran efectuado en mayo de ese año.
La propia Xóchitl inició su campaña para el gobierno de Hidalgo con apenas 7 puntos de preferencias y la elección terminó cerrándose a 3 puntos de diferencia sin contar que el centro de operaciones de su campaña fue asaltado y desmantelado por la policía estatal la noche previa al día de los comicios.
Cuando en marzo se desplieguen las campañas, se conozcan todas las candidaturas (entre ellas las de las nueve entidades que renovarán gubernaturas), y se empiecen a presentar las propuestas que ofrecerán Xóchitl y Sheinbaum, respectivamente, el electorado podrá empezar a contrastar y evaluar qué capacidad e ideas tiene cada una para dirigir al país.
Hasta ahora, hemos tenido sólo “tiros de calentamiento”. Pero las mujeres y hombres que depositarán su voto el 2 de junio habrán de decidir si quieren seguir siendo malgobernados por López Obrador a través de Claudia, u optar por un cambio para mejorar las condiciones de vida de más de cien millones de personas.
Sólo debe quedarnos claro que, continuar con el actual proyecto gobernante significará poner en riesgo la democracia, las libertades y derechos que hemos conseguido por décadas, con el riesgo de que derivemos hacia una dictadura “muy a la mexicana”.
Esto significaría que México no cuente con educación de calidad, que haya oportunidades para todos y sea la base de un crecimiento económico con salarios cada vez mejor pagados. Asimismo, crecerían los niveles de inseguridad, la incertidumbre jurídica, la corrupción y la impunidad.
En todos estos rubros, la misma gente que opina en esas encuestas, reprueba dichas políticas del actual gobierno.
En contrapartida, cambiar para mejorar, como lo plantea Xóchitl, significará que se apueste por un país de clases medias fuertes como motor del crecimiento y desarrollo nacional, que se cuente con presupuesto para una educación de calidad desde la temprana edad, que se invierta en la ciencia y la tecnología; que se mejore y fortalezca el sistema de salud pública con trabajadores del sector bien remunerados, con recursos para superar el desabasto de medicamentos y el deterioro en el equipamiento de clínicas y hospitales.
Igualmente, implicará que se combata realmente a los capos de los grupos delictivos y el partido en el poder no se alíe con ellos para ganar elecciones y se evite así el enorme riesgo que es la participación de la delincuencia en las elecciones.
En ese mismo sentido, que se combata y castigue la corrupción.
Hablar de un México en el que no desaparecerán los programas sociales establecidos en la Constitución, la importancia de evaluar y debatir las propuestas es de lo que seguramente tratarán las próximas contiendas electorales y sus resultados en las urnas el 2 de junio.
Hoy no hay, pues, nada decidido. El futuro de México está en manos de la gente que acudirá a las urnas y sabrá definir lo que ya no quiere para sus familias y, sobre todo, su juventud que es a la que están matando.
*Presidente nacional del PRD