León, Guanajuato.- José Zúñiga Fernández, hoy día vendedor de fruta en Duarte, fue migrante sin documentos; durante 18 años cruzó hacia California con papeles falsos, que más de una vez fallaron y provocaron su deportación, especialmente cuando se topaba con oficiales de Migración que, dijo, eran racistas.
Entre enero y noviembre de 2023, hubo más de 13 mil deportaciones de Estados Unidos a México con migrantes guanajuatenses, una cifra similar a la que hubo en todo el año anterior, según un informe de la Secretaría de Gobernación.
Guanajuato fue el sexto estado con más deportaciones en los primeros once meses del 2023, con 13,628 (una misma persona pudo ser deportada más de una vez), según el reporte de la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación.
El 17 % de las deportaciones, 2 mil 342, fue con mujeres y el 12.4% implicó a niños, niñas y adolescentes, de los cuales 597 fueron deportados no acompañados.
Sin embargo, muchas vuelven a intentar cruzar, a pesar del riesgo de ir a la cárcel en aquel país, pero es mayor su necesidad de un trabajo bien pagado.
José Zúñiga Fernández, hoy comerciante en Duarte, comunidad leonesa expulsora de migrantes, recuerda: “La primera vez, y más veces, me cacharon con una ‘mica’ que no era mía. Me sacaron de la fila de ingreso, me tomaron las huellas, me dejaron desnudo. Yo me eché unas bailadas al fracaso, duraba tres, cuatro días ahí -en la frontera- y me volví a meter. El chiste es no tener miedo”.
Advirtió, sin embargo, que una vez que descubren a alguien sin papeles le dan trato de delincuente pues esa acción es una violación a su ley. Al ser deportado, el migrante queda esposado hasta el momento en que sube al avión, si bien, él no sufrió otro maltrato ni nunca apareció en sus archivos, lo que le salvó de la cárcel por haber reingresado.
Muchos otros migrantes deportados regresan a sus comunidades de origen para empezar de nuevo. Y las mujeres suelen estar en desventaja respecto a los hombres.
Separan a familias
De acuerdo a líderes migrantes, hasta pequeñas faltas administrativas pueden costarle su futuro a la persona migrante y a su familia, pues aunque Estados Unidos da trabajo a todo aquel que lo intenta, su gobierno exige de los inmigrantes un comportamiento ejemplar, si eso no ocurre, los deporta y muchas veces la familia queda separada y rota.
Arturo Gutiérrez es originario de Bajío de Bonillas, en el municipio de Silao, pero tiene décadas viviendo en San Clemente, California, donde se estableció y formó una familia.
“Nos ha tocado lidiar con personas que se ha llevado Migración, más que nada (sufren) los hijos, que aquí crecieron, es triste que cuando se van para México, se los llevan, es empezar de nuevo y estos no hablan bien el español y tienen que aprenderlo. Además que en México hay una manera diferente de vivir”.
El líder migrante explicó que hay quien, cuando es detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE), llama a un abogado, paga una fianza e intenta llevar su caso a una corte para impedir su repatriación a México, sin embargo, esos son casos aislados, porque pocas personas tienen tanto dinero para pagar la fianza. Esto tampoco asegura su permanencia.
Gutiérrez añadió que sin importar si son pequeñas o grandes faltas, todo queda en expediente y si se acumulan varias, terminan afectando a la credibilidad de la persona, por lo que allá se valora mucho hablar con la verdad y actuar dentro del marco de la ley. Al fallar, es más probable que la deporten.
“Este país es muy generoso: si vienes a trabajar, vas a triunfar, pero si vienes a cosas malas es lógico que saldrán las cosas mal. Entre los migrantes hay de todo”.
Advirtió que muchos migrantes son deportados por pertenecer a las pandillas, algo que también termina afectándolos en México, pues por estar tatuados batallan para obtener trabajo.
Al respecto también opinó Jesús “Chava” Mosqueda, nacido en el municipio de Salvatierra pero criado en Yuriria. Ya como migrante en Chicago fundó con otras personas el “Club Yuriria”.
“Desde que se hicieron las amnistías -en 1986, durante el gobierno de Ronald Reagan-, muchas familias arreglaron su estancia aquí. Yo lo vi venir: tenemos gente muy preparada, pero otra que no se sabe comportar a la altura, hay de todo”.
Explicó que cuando los migrantes, teniendo o no sus permisos en regla, en ocasiones son deportados y terminan llevándose su familia, a veces los hijos ni siquiera hablan español.
Eso lo llevó, hace algunos años, a contactar a Arturo Lara López, quien fue rector de la Universidad de Guanajuato, para que apoyara la inscripción y permanencia de estos jóvenes en las escuelas, que encontraban trabas por no haber nacido en México.
“Uno sabe las necesidades que hay allá, y ya venían deportados, sin empleo y sin nada. Tenían que abrirse campo, nuevos caminos y más que nada, sus hijos, entonces Arturo dijo que lo que podía hacer era retrasar el espacio, mientras estos legalizaban sus documentos y que todos tengan la misma oportunidad -de estudiar-”.
Segunda oportunidad
Abel Rodríguez Ortega, originario de la comunidad La Laborcita, terminó su estancia en EUA cuando cayó en prisión acusado por tráfico de drogas. Le echaron cuatro años. Él tenía apenas 17.
“A veces -te detienen- no por vender droga, nomás porque te ven como mexicano y eres ilegal, con eso”.
Sin embargo, ya en la cárcel tuvo un despertar espiritual que lo hizo alejarse de las adicciones y terminar su educación básica.
Lo soltaron en Tijuana, sin un peso, con la advertencia de no volver a intentar entrar en 20 años. Él no quiso hacerlo. Trabajó unos meses en la frontera para conseguir dinero y regresó a su casa, donde se casó y formó una familia.
Actualmente está en un programa de Alcohólicos Anónimos para mantenerse sobrio, pero no piensa en volver: “allá hay más droga, más libertinaje, para mí ya no es atractivo, mejor trabajar aquí, con mi gente”.
Falta “aterrizar” programas
Hay varios programas federales emergentes que apoyan a la persona repatriada contra su voluntad con alimentos y/o agua, descuento para boletos de autobús, llamadas telefónicas, trámites para acta de nacimiento o CURP, la recuperación de pertenencias o herramientas, entre otros, sin embargo, una vez devuelta, la persona debe iniciar de cero.
Y aunque la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional (SMEI) tiene programas estatales que brindan apoyos económicos a migrantes en retorno y sus familias, son poco conocidos entre la comunidad.
Esa dependencia detalló que existe el rubro de Gastos relacionados con la repatriación de personas migrantes y sus familias que hayan sido deportados o de retorno voluntario, así como el Gastos relacionados a la capacitación técnica, que permiten mejorar sus habilidades laborales y productivas.
Pero los líderes migrantes consultados aseguraron que no hay apoyos reales ni programas de seguimiento a personas deportadas, una situación generalizada para todos los migrantes.
“A nosotros nunca, nunca nos apoyaron, las personas ahí no se coordinan. Hace poco mataron a un muchacho de acá, Leo Reyes, a ver, dígame si han ayudado a su mamá. El otro año, en un tramo de Zacatecas, les quitaron las camionetas a varias personas que iban -para Guanajuato-, ¿qué hicieron? Nada”, dijo Arturo Domínguez.
Por su parte, Chava Mosqueda comentó: “Si en verdad quieren atender al migrante, que le den presupuesto para los acuerdos o convenios que ellos tienen. La SMEI -con Susana Guerra a la cabeza- está otra vez funcionando como debió haber sido desde un principio, porque con Juan Hernández no llegamos a ningún lado”.
Las deportaciones siguen ocurriendo, “en el caso de Obama mandó más de 300 mil, ¿por qué lo hacen?, porque los gobiernos de México no nos han respaldado. Si la Secretaría del Migrante no le manda la información suficiente -de los programas de apoyo- a las casas Guanajuato, -los migrantes- nunca se van a enterar de lo que pueden hacer”.
“El migrante sigue levantando la mano en pro de nuestro Guanajuato”, finalizó.
Enfrentan mujeres discriminación
El director de Casa Galilea de apoyo al migrante, Carlos Álvarez Guevara, dijo que el año pasado detectó dos casos de mujeres que al ser deportadas y regresar a la ciudad no fueron recibidas por sus familias por el simple hecho de ser madres solteras y tener hijos de diferente padre, por lo que tuvieron que recurrir al albergue.
“Nos pasó con una chica como de 30 años, con dos niños, que de 15 años se fue para el Norte, era de la comunidad de Malacara. Llegó con nosotros, nos dijo ‘yo no imaginé que no me iban a recibir en mi casa. Siempre apoyé a mi mamá, mi papá, con las cosas, pero por el tema de la religión, -me dijeron- que cómo iba a llegar con un hijo de quién sabe quién’, la muchacha estaba muy desconcertada por la situación.
“Yo pensé ‘bueno, ha de ser un caso aislado’, luego llegó otra señora, más grande, como de 40 años, con un muchacho adolescente y una niña más chica y lo mismo.
Ella era de -la colonia- San Juan Bosco, igual, ella mandaba apoyo -remesas- y cuando llegaron allí a pedir ayuda, le dijeron ‘pero no estás casada, después aquí la gente qué va a decir’”.
Para “Charly” Álvarez eso constituye actos de franca discriminación y misoginia, pues también han apoyado casos de varones deportados con sus hijos, a quienes dejan pernoctar en el albergue en lo que regresan a sus comunidades, y los primeros no reciben ese trato, son bien recibidos por sus familias sin importar con cuántas mujeres tuvieron a sus hijos.
Detalló que en ambos casos, de nuevo, su familia migrante les brindó la mano: a la primera mujer le prestaron dinero para volver a cruzar, a la otra sus hermanos le dieron un apoyo para quedarse, “aunque estaban molestos con la acción del papá, pero la mamá no dijo nada, quedó así a lo que diga el marido”.
El defensor de derechos humanos de personas en tránsito destacó que por parte de Estados Unidos hay un doble discurso: por un lado los políticos y gobiernos republicanos son estridentes en sus amenazas contra la inmigración ilegal, pero son los gobiernos demócratas los que “bajita la mano” están realizando el mayor número de deportaciones.
CA