Morena recurre al basurero de la historia para pepenar candidatos quemados por la corrupción, con adeudos públicos y litigios en proceso. Nadie sabe quién fue el de la idea de reciclar personajes que tuvieron en sus manos el poder y lo usaron para enriquecerse sin límite.

El problema es que en León y en Guanajuato no hay ciudadanos amnésicos o desmemoriados. Si bien el PAN hizo una mediocre justicia al llevar a los saqueadores a tribunales, los desfalcos durante la administración de Bárbara Botello trascendieron al público en innumerables investigaciones y publicaciones realizadas por AM

El tiempo pasa rápido pero tenemos memoria. Después de conocer a 18 alcaldes desde 1979, sabemos quiénes sirvieron con pasión y honestidad; quiénes tuvieron visión de futuro y aquéllos que se llenaron las bolsas de dinero o tuvieron beneficios mal habidos. No es difícil porque en León y en Guanajuato capital nos conocemos y todo trasciende, ya sea por información que surge de los propios funcionarios o de las compras inmediatas de inmuebles que hacen los alcaldes y funcionarios.

En el trienio priista de Botello (2012 al 2015), el contralor fue designado por el PAN. Había una buena norma: el partido de oposición nombraba al contralor para cuidar los manejos del dinero. Los precios inflados, los pagos a factureras, los moches en las obras y el clima de corrupción brotaba. Hubo desvíos tan chuscos como pagar 900 mil pesos por columpios, hasta las grandes desviaciones, como pagar lo mismo por la construcción del bulevar Timoteo Lozano de 5.7 kilómetros que por el Eco Bulevar que va de León a San Francisco, de 10 kilómetros y con las mismas especificaciones.

Casi cada mes, donde investigamos para saber lo que sucedía en el Ayuntamiento, surgía algún desvío, cuentas de compras absurdas, pagos a factureras y hasta el señalamiento de la misma alcaldesa de que funcionarios se dedicaban más a los negocios que a trabajar. La historia del malogrado mandato de Bárbara es un relato triste de triunfo y fracaso. Primero porque llegó al poder con la ilusión de un cambio después del trienio de Ricardo Sheffield, que era del PAN, y la pobre campaña de Miguel Salim. Luego la corrupción desatada.

Su fuerza era impresionante porque demostró inteligencia con el eslogan de “Un cambio tranquilo”. La candidata había criticado la corrupción abierta de Juan Manuel Oliva. Siempre pensamos que su propuesta de cambio y honestidad era sincera. Al cabo del tiempo nos dimos cuenta que el dinero “bajado” de la Federación, llevaba etiquetas marcadas de moches acordados en el Congreso. El tesorero confesó que ya le habían pagado a Manlio (Fabio Beltrones).

El chapulineo de la exalcaldesa al partido Morena, ha sido como el de muchos otros, la búsqueda del poder, más allá de las ideas. Lo sorprendente no es que la expriista quisiera la candidatura a la alcaldía de León, sino el descaro de Morena de ficharla como contendiente a la ciudad de mayor votación en el estado. Un insulto a los ciudadanos.

Sheffield, a quien le encargaron la tarea de llevar votos para Claudia Sheinbaum en Guanajuato, sabe lo que sucedió después de su paso por la alcaldía. Si el criterio para escoger candidato sólo fue una encuesta de conocimiento, Morena llevará en el pecado la penitencia. (Continuará)

**Vota por quien quieras, del partido que te guste, pero fíjate que no sea un corrupto más**

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