En septiembre de 2008, en un supuesto operativo policiaco en el que tomaron parte cerca de 40 agentes municipales de Huixquilucan, Estado de México, 24 personas que habían llegado a trabajar como albañiles, procedentes de Hidalgo, Oaxaca y Veracruz, entre otras entidades, fueron extraídas de un domicilio situado en la colonia El Olivo.
Sus cuerpos aparecieron a la mañana siguiente en La Marquesa, semidesnudos y con tiro de gracia.
Las primeras versiones hablaron de un ajuste de cuentas contra integrantes de la Familia Michoacana. Más adelante se adelantó que habían sido contratados para construir un narcotúnel.
“Ya habían visto caras, llegaron engañados, eran inocentes… ninguno sabía qué pasaba”, declaró años más tarde Óscar Oswaldo García Montoya, conocido como “La Mano con Ojos” y líder de una organización que aterrorizó Naucalpan, Huixquilucan, Atizapán, Tultitlán y la parte sur de la Ciudad de México.
Según lo que declaró García Montoya al ser interrogado por primera vez, el responsable de ejecutar aquella masacre fue un sujeto apodado “El R”.
“El R” fue identificado como Raúl Ortega Villa.
Había trabajado como operador y ejecutor de Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, así como de Gerardo Álvarez Vázquez, “El Indio”, los dos principales lugartenientes del capo Arturo Beltrán Leyva, conocido como “El Barbas”.
“El Indio”, aprehendido en septiembre de 2010, declaró que “El R” era el encargado de recoger la cocaína de los Beltrán Leyva, que llegaba de Colombia al aeropuerto de la Ciudad de México.
“El R” y “La Mano con Ojos” habían sido enviados por los Beltrán Levya a apoderarse del puerto de Lázaro Cárdenas. Fracasaron. Más tarde fueron “comisionados” para hacerse cargo de la seguridad de Arturo Beltrán, y cuidarlo en su residencia del Pedregal de San Ángel.
Cuando “La Barbie” cayó en manos de las autoridades en agosto de 2010, “La Mano con Ojos” heredó su estructura. Sobre los municipios del Edomex y las delegaciones de la CDMX que controlaba, cayó una noche de violencia inusitada formada por decenas de “levantones”, decapitaciones y ejecuciones.
“La Mano con Ojos” confesó haber mandado asesinar a 300 personas y haberle quitado la vida a otras 300: con cuchillos, sierras y sus propias manos.
“El R” fue mencionado varias veces en el proceso que se siguió a estos jefes criminales no solo como responsable de la masacre de La Marquesa, sino como el encargado de pagar la protección que los Beltrán y sus lugartenientes recibían. En ese tiempo, la droga de la organización era trasladada en patrullas municipales.
Poco después de la aparición de los 24 cadáveres de La Marquesa, “El R” fue detenido al lado de un comandante de la policía municipal. Pero solo pasó un año en la cárcel.
Un magistrado de Jalisco lo dejó en libertad por supuestas irregularidades en su proceso.
En enero de 2020, una década después de la masacre, volvió a saberse de él. Agentes de la Secretaría de Seguridad de la CDMX lo detuvieron en Polanco con un arma y lo pusieron a disposición del ministerio público. Según la información de esos días, la base de datos reveló su pasado criminal.
Pero solo estuvo detenido 20 días. Un juez federal le otorgó la libertad de bajo fianza.
Recordé este capítulo espeluznante de la noche que cubre a México al leer la controvertida columna publicada ayer en la Deutsche Welle por Anabel Hernández: ella asegura que una investigación de la DEA y la Fiscalía Federal del Distrito Sur de Nueva York, realizada precisamente en 2010 y 2011 -tiempo en que “La Barbie”, “El Indio” y “La Mano con Ojos” se apoderaron de municipios mexiquenses y alcaldías del sur de la CDMX-, revela que el Cártel de Sinaloa aportó entre 2 y 4 millones de dólares a la campaña de AMLO en 2006.
De acuerdo con Hernández, el encargado de entregar el dinero en al menos una ocasión fue un operador de Beltrán Leyva apodado “El R” (a quien ella identifica como Roberto Acosta Islas).
Se lee en la columna de Hernández que “El R era una de las personas de mayor confianza del jefe del clan de los Beltrán Leyva y estaba encargado de entregar los pagos a funcionarios públicos”.
La columnista hace referencia a reportes de la fiscalía y grabaciones de audio “donde testigos del Cártel de Sinaloa y del círculo cercano de AMLO que participaron directamente en la entrega, recepción y canalización del dinero confirman que hubo el financiamiento ilícito“. El principal involucrado sería el exchofer de AMLO, Nicolás Mollinedo
Habrá tiempo de verificar si se trata del mismo “R”. (Horas más tarde el periodista Tim Golden dio a conocer la misma investigación en un extenso reportaje publicado en www.ProPublica.org).
Mientras tanto, llama la atención que un operador de Beltrán Leyva identificado como “El R” haya sido mencionado en diversos procesos llevados a cabo en México, y haya sido liberado de manera inexplicable en dos ocasiones, a pesar su largo historial delictivo, y a pesar de hallarse relacionado con una de las masacres que, en otros días, conmocionaron al país como nunca antes.