Han sido apenas cinco días, pero el arranque de la campaña ha sido muy favorable para Xóchitl Gálvez. El presidente López Obrador no deja de equivocarse y como ha perdido el control de la narrativa, ha perdido el control: lo de narco-presidente lo tiene fuera de sí. Claudia Sheinbaum no se siente cómoda con el reflector: cada que sale de la sombra de AMLO, se equivoca: desde el “que siga la corrupc… la transformación” pasando por la escenita con Clara Brugada en el templete, hasta una sucesión de mítines desangelados en sus recorridos por el país. Y de remate, ha sido una propuesta de Xóchitl la que ha marcado el debate en el inicio oficial de la contienda: la megacárcel para los delincuentes más peligrosos.
Xóchitl Gálvez va ganando la campaña. Pero eso no significa que vaya a ganar la elección. Ese es un error que la oposición ha cometido sistemáticamente en este sexenio: creer que ganando la campaña se gana la elección.
Tomemos un ejemplo muy reciente: la contienda por la gubernatura del Estado de México. Alejandra del Moral, candidata de la alianza PAN-PRI-PRD, fue sustancialmente mejor candidata que la morenista Delfina Gómez. Su discurso fue más estructurado, sus propuestas más solventadas, su desempeño en los debates fue mejor. Tuvo una campaña intensa. No paró. Actos, reuniones, mítines abarrotados de simpatizantes que coreaban su nombre. Agenda desde las primeras horas del día y hasta altas horas de la noche. Remontó en las encuestas y terminó estrechando la ventaja de Delfina Gómez, que sencillamente se apertrechó bajo el manto electoralmente mágico del Presidente de México: las encuestas terminaron en promedio con una ventaja de 15% a favor de la morenista, y el resultado final fue de 8%. Todo mundo le reconoció a Alejandra del Moral que hizo una campaña estupenda, que fue una gran candidata, que la derrota no fue su culpa. Pero perdió. Ganó la campaña… pero perdió la elección.
La tónica de las elecciones posteriores al triunfo de López Obrador en el 2018 ha sido muy parecida. La estrategia de los candidatos de Morena y aliados ha sido bajar el perfil y colgarse de la popularidad de López Obrador. La oposición no ha encontrado un buen antídoto contra eso. Entre 2019 y 2023 hubo elección para gobernador en 24 estados y sólo en 6 ganó la oposición. Lo del Estado de México se repitió en Sonora, Sinaloa, Baja California Sur, y otros más: el candidato opositor fue mucho más activo en campaña, pero no le sirvió en las urnas.
En esta campaña presidencial que oficialmente apenas ha empezado, Xóchitl Gálvez arrancó con más fuerza. Comenzó con enjundia, marcando agenda y se le ve echada para adelante. ¿Será eso suficiente para revertir las preferencias o estaremos ante el mismo fenómeno? ¿Va Xóchitl hacia el mismo destino: ser reconocida como una candidata que luchó, que hizo un gran esfuerzo, que no tendrá culpa de la derrota? ¿Ganará la campaña, pero perderá la elección? ¿O encontrarán el antídoto ante la estrategia exitosa de Morena que Sheinbaum está calcando: salirse del reflector y dejar que AMLO le haga la campaña? ¿El antídoto será convencer a los que no se definen claramente como pro-AMLO ni anti-AMLO pero que han sido proclives a votar por Morena?
En cualquier caso deben tener en cuenta que no cuentan los mítines. Cuentan los votos.
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