Mujer, no puedes pregonar lo que no haces, cuando tu actitud hacia otras mujeres es hostil, desde ese momento contribuyes a la violencia de género, al desvalorizar la labor de tus compañeras de trabajo, los indicios de maltrato dentro de tu familia, o cuando hay preferencia por los varones en ese núcleo y las mujeres son quienes “deben de servir”; no vale de mucho tu asistencia a los movimientos multitudinarios como el que hoy se registra a lo largo y ancho de nuestro país, sino identificas el por qué y para qué. Todo lo que engloba la exigencia en cada 8 de marzo, pero no basta con asistir y portar un logo en alusión a la celebración, en el que no son válidas las felicitaciones, porque el contexto es diferente y crudo.
Desafortunadamente en la historia de cada mujer hay un enemigo de su misma especie, sumado a la idea propia de las mujeres de señalar que: “Esto es lo que me tocó”, en justificación a una educación machista que al parecer no se extinguirá jamás, una práctica totalmente nociva de la cual parten todas las terribles afectaciones que a lo largo de los años las mujeres han padecido y que actualmente se siguen presentando como las desapariciones, la trata de personas, el matrimonio infantil, la violencia vicaria o el feminicidio.
Las acciones normalizadas como el micromachismo han aportado a la desigualdad y violencia de género, prácticas socialmente aceptadas pero que en el fondo tienen como fin último el control sobre el género femenino. Esto ocurre porque la educación en los hogares aún se guía por el machismo y todas esas costumbres que tanto daño han hecho a la mujer mexicana.
Hoy, en apoyo a las mujeres que han perdido su voz, la solicitud sigue siendo la misma: “Justicia” al promover el cese a la violencia que en ocasiones me parece tan lejano, pero que en realidad el avance en el tema, (no en la práctica), forma parte ya de las agendas de gobierno como un asunto medular por atender.
Hay intención, pero no ha sido suficiente y no es notorio, por ello aludo a que las mujeres nos responsabilicemos más en nuestro actuar en apoyo a nuestro género, que nos enfoquemos al motivo de la marcha y su objetivo, pero esa responsabilidad no debe descansar el resto del año, por el contrario, vale sumarse a las organizaciones y colectivos feministas para conocer su finalidad y el significado de sus consignas para poner fin a la misoginia, a la exclusión, la violencia y desigualdad en México.
Que el Día Internacional de la Mujer 2024, sea una acción responsable en todos sentidos, que la sororidad prevalezca como nunca antes, como muestra de unión y empatía, que la inclusión prevalezca y dé fe del poder femenino; que este año el lema “Invertir en las mujeres, acelerar el progreso”, genere un verdadero cambio y que se escuche por todo lo alto cuan valiosas somos. Hago eco porque la hermandad sea en garantía y respeto de los derechos de las niñas y mujeres, sin afán de ofender a nadie, que el paso de la ‘marea violeta’ se destaque por el cuidado de nuestras calles, ciudades, edificios y monumentos, ellos no pertenecen a ningún gobierno, forman parte de lo que somos y de nuestra cultura.
Como mujer hago votos y contribuyo con mi parte responsable para aportar al momento histórico en donde no se tenga la necesidad de salir a exigir seguridad, igualdad y justicia por las niñas y mujeres.