Dadas las circunstancias que se suscitan tanto en el mundo y en nuestro país creo pertinente que debe analizarse la lucha feminista bien encaminada y no la de las misándricas, afortunadamente la mayoría de las mujeres siguen siendo equilibradas y no responden a la histeria hembrista; sin embargo la misandria (odio a los hombres, desprecio al varón y con ello todo lo considerado masculino) se ha establecido en distintos grados. Empecemos por los asesinatos, la muerte de las mujeres es lamentable y debe ser combatida, pero cuando inundan todos los noticieros con “feminicidios” que demuestran el holocausto del cromosoma “Y” están exagerando.
Si analizamos el Global Study on Homicide de 2013, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, nos encontramos con un raro dato, a nivel mundial 79 por ciento de las víctimas de asesinato son hombres. En América el porcentaje es de 88 por ciento y en Europa de 72 por ciento. Por cada 100 mil habitantes en África matan seis mujeres y 19 hombres, en América 3.7 mujeres y 29.3 hombres, en Asia 1.8 mujeres y cuatro hombres, en Oceanía 1.7 mujeres por cada 4.2 hombres y en Europa por cada 1.6 mujeres asesinadas mueren 4.4 hombres.
En promedio en el mundo son asesinados 4 veces más hombres que mujeres; es cierto que entre 90 por ciento y 95 por ciento de los homicidas del mundo son hombres, pero es bastante obvio que las víctimas mayoritarias de esa violencia son otros hombres.
Algunos pueden objetar que aunque los hombres mueran más el verdadero problema es la violencia psicológica. El estrés de la presión social en las mujeres es tal que no tienen otra opción que quitarse la vida para acabar con su sufrimiento. El reporte Preventing Suicide de 2014, hecho por la Organización Mundial de la Salud, muestra que a nivel global por cada ocho mujeres que se suicidan lo hacen 15 hombres. En los países primer mundistas, que son los que más “igualdad de género” tienen, 3.5 hombres se quitan la vida por cada mujer que lo hace; Europa, que es el lugar más seguro para las mujeres en el mundo, tiene la tasa de suicidios masculinos más alta del globo, por cada mujer que se suicida 4.1 hombres deciden dejar de vivir. América, caracterizado por la ultra machista América Latina, 3.6 hombres se suicidan por cada mujer que lo hace.
En general en occidente los hombres tienen 160 por ciento más posibilidades de ser encarcelados que las mujeres, alrededor de 80 por ciento de los pleitos por la custodia de los hijos son ganados por mujeres, los hombres llegan a tener condenas hasta 60 por ciento más largas que las mujeres por cometer el mismo crimen; se calcula que en Norteamérica 10 por ciento de los padres crían al menos un hijo que no es de ellos.
En México tenemos prácticamente medio siglo de estar viendo como “Doña Florinda” le revienta la cara a golpes a don Ramón, pero todos los días nos dicen que nuestras producciones audiovisuales tienen como único propósito fomentar la violencia contra la mujer. Esa referencia a “El Chavo del 8” parece un chiste y ese es el problema, cuando los hombres son las víctimas de una agresión son menos importantes, es decir si la agresora es una mujer el dolor masculino es motivo de risa, no obstante al revés.
Aunque no lo crean, en Estados Unidos más hombres son violados que mujeres. Esa cifra se debe en mayor parte a los abusos cometidos en prisión. En 2008, 216 mil hombres fueron violados en las cárceles norteamericanas y de las denuncias interpuestas por hombres en estos casos sólo nueve por ciento terminó con condenas para los agresores y agresoras (algunas guardias adoran penetrar el recto de los presos con sus bastones de mando). Miles de hombres del Congo fueron violados en la guerra civil, cuando se refugiaron en Uganda no podían revelar el motivo de sus secuelas físicas, anos sangrantes, pues en las leyes de ese país los tacharían de homosexuales y afrontarían sanciones penales, además de que los podrían matar. Los que revelaron su doloroso secreto a los occidentales se encontraron con muros de género, esos pobres negros necesitaban ayuda y las agencias de derechos humanos de la ONU les dijeron que sus programas de atención eran para mujeres, no para hombres.
Voy a detener las estadísticas para hablar de la táctica de dominio más elemental y efectiva: “divide y vencerás”. La mayoría de las mujeres no se comportan como terroristas, pero esa constante agresión a los hombres en Occidente sólo por ser hombres genera una reacción a gran escala. Muchos hombres empiezan a ver a las mujeres como enemigas y al darse cuenta de realidades como las descritas aquí se lanzan al contraataque. Inicialmente se dirigen a las agresoras, pero por efecto de generalización lastiman a mujeres que nada tienen que ver; estás, radicalizadas por las ofensivas masculinas, terminan por engrosar las filas feministas, dando inicio al ciclo nuevamente.
Y ese es el truco, hacer que nos enfrentemos entre nosotros, que nos odiemos; lo cual es el desequilibrio más bárbaro. Nuestros cuerpos y almas están hechos para amarse mutuamente con el sexo opuesto. Mujeres, preserven su feminidad y protejan a sus hombres de los ataques de ingeniería social de la globalización. Por mi parte, sin importar todas las veces que he sido agredido por mujeres enceguecidas, misándricas al ataque que gritan consignas contra el género masculino, seguiré siendo leal a mi arquetipo. Seguiré peleando y muriendo para mantener el fuego de la fe y contra todo dolor continuaré amando ese camino de resurrección que es la mujer.
¿Tú lo crees?… Yo también.