Celebro y reconozco la perseverancia y labor de las personas que ponen su empeño y otorgan sus capacidades, habilidades y experiencia para que en las instituciones de educación superior los índices de deserción disminuyan, por su actitud se les puede identificar fácilmente, su proceder va encaminado al bienestar universitario y buscan que la comunidad estudiantil a la que aqueje alguna situación cuente con la oportunidad de superarla y que su vida estudiantil se vea lo menos afectada.

Hace algunos años me descubrí inmersa en una actividad bastante interesante e importante como titular de vinculación en una institución de enseñanza superior, pude observarme en una faceta diferente con grandes vertientes en cuanto a la atención y seguimiento de los alumnos, lo cual me motivó muchísimo, los logros obtenidos, más de ellos que míos; cambió mi perspectiva de lo que debe hacerse para lograr una buena dirección y poder fortalecer el camino académico de los universitarios.

Enfaticé en la empatía y partir de ese punto me permitió identificar que la atención personalizada y la necesidad individual de cada alumno debe contar con un manejo particular con el objetivo de que su trayectoria hacia la culminación de su carrera sea exitosa; se percibe fácil, pero no siempre lo es, debido a que los estatutos institucionales rigen el funcionamiento de las universidades y ponen orden en los procedimientos y decisiones con el interés único de otorgar una ejecución apegada a lo establecido.

Este acompañamiento puede confundirse con la función del tutor o coordinador de carrera, sin embargo, el don de ser un facilitador de la educación debe estar inmerso en cualquiera de esas figuras, la diferencia puede darse en los alcances que cada una tiene en la toma de decisiones;  por lo que la honestidad es un valor indispensable con el que se debe tratar cada situación, porque en algunos casos no se logrará el apoyo a cien por ciento, esto debe se comunicado de manera directa al interesado para no crearle falsas expectativas, para ello debe haber un conocimiento total de los procesos de la institución y respetarlos, estos representan su espacio de oportunidad para auxiliar al alumno, así como la injerencia para poder participar y no perturbar la labor de alguna  autoridad, así como autoconcientizarse de la eficacia de su intervención.

Los facilitadores deben estar bien identificados por la autoridad máxima para conformar un equipo de trabajo en el cual pueda apoyarse y dar solución a los asuntos que se presenten, e indispensable un flujo de comunicación constante que permita dar el puntual seguimiento de cada estudiante. Por su parte, el universitario debe asumir la responsabilidad de las acciones que habrá de emprender para mejorar el enfoque en su formación integral y lograr el éxito académico.

Cabe señalar que la figura de facilitador puede recaer en un docente, un coordinador de carrera o un director, y sí, su presencia es indispensable para realizar prácticas a favor de los alumnos que académicamente se encuentran vulnerables y armonizar su vida estudiantil.

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