México.- Cinco días después de ser hospitalizado en Phoenix por una afección de los bronquios, el guitarrista Steve Hackett desafió la atmósfera de la Ciudad de México y ofreció un concierto que jamás olvidarán los que acudieron a aplaudirle.
Aunque casi todos los exintegrantes de Genesis han tenido luego trascendentes carreras como solistas (Peter Gabriel es un símbolo, Phil Collins logró éxito global, Mike Rutherford hizo cosas muy buenas con su grupo de mecánicos y Tony Banks, quizá el menos popular, luce su talento en suites para películas y trabajos poco comerciales), Hackett se ha convertido en el depositario del legado de la venerada banda. Esto, a pesar de haber firmado durante más de cuarenta años discos propios de excelente factura.
De las dos etapas que componen su carrera ha logrado Hackett una mezcla que se traduce en sesiones inolvidables, como se pudo ver. Durante la primera parte, varias de sus canciones como solista, incluso tres de su nuevo álbum (“The circus and the nightwhale”, febrero de 2024) y una vibrante versión de “Every day”, del “Spectral mornings”.
Las interpretaciones dieron oportunidad de comprobar la calidad de los músicos que lo acompañan: sublime Roger King en los teclados, Rob Townsend en la flauta, el clarinete y el sax, algunos teclados cuando resultó necesario; más el bajista Jonas Reingold y el baterista Craig Blundell inyectando el espíritu del ritmo.
Listo el banquete
Tras el arranque de una hora, vino una pausa y luego un silencio que voló en pedazos cuando el inconfundible sonido del mellotron indicó a la audiencia que comenzaba el plato fuerte, la interpretación de “Foxtrot” (1972), un disco fundamental en la carrera de Genesis y en la memoria de la música progresiva.
Vino también entonces la aparición formal de Nad Sylvan, el vocalista sueco norteamericano que apenas había figurado en la primera parte y que enfrentó airoso el desafío de sacar adelante piezas que fans devotos llevan escuchando medio siglo.
Desfilaron así “Time table”, “Get’em out by friday” (la historia del verdadero cártel inmobiliario, encabezado por Mr. Pebble, quien coludido con la Dirección de Control Genético consigue reducir a la mitad el tamaño de los seres humanos, lo que dispara la rentabilidad de su viviendas), y finalmente, “Can-Utility and the Coastliners“.
Una breve pausa a oscuras dio paso a ver como Steve Hackett tomaba su guitarra acústica e interpretaba “Horizons”, un claro homenaje al talento de guitarristas como Andrés Segovia, a quien cita como una de sus influencias.
Y después, sin más trámite: “Supper’s ready”, la pieza más extensa, compleja y tal vez cautivadora del repertorio de Genesis, media hora de historias, insólitos cambios de ritmo y el sobrecogedor desenlace apocalíptico con su ángel que llora y proclama que la cena de los poderosos está lista y el rey de reyes ha regresado para llevar a sus hijos a la nueva Jerusalem.
Imposible describir la emoción del público en este punto, que Hackett lleva a su culminación con un solo que seguramente no tenía cabida en la época de Gabriel, que cantaba las últimas estrofas suspendido en el aire: todos miraban sin pestañear el escenario, algunos con lágrimas en los ojos, asombrados del poder de la música.
La ovación que siguió fue atronadora, sincera, interminable y hubiera sido una canallada que todo terminara allí, como amagaron los músicos, que pronto regresaron para ofrecer dos temas más de Genesis: “Firth of Fifth” y “Los endos”.
Salimos cautivados y convencidos de que Steve Hackett pertenece ya por méritos sobrados a esa casta fantástica de viejos correosos que puebla escenarios del mundo entero para que algunos sepan y los demás no olvidemos que una explosión de talento y creatividad sacudió a la música popular hace medio siglo. Que sigan en el camino es un regalo.
CYPS