Hace poco más de un año escribí un artículo alertando sobre la intención del presidente de demandar en un juzgado de Nueva York al abogado de Genaro García Luna por daño moral. El propósito presidencial se reiteró en conferencias mañaneras. En una, el presidente señaló que la indemnización serviría para mitigar el dolor de víctimas del narcotráfico durante el gobierno de Calderón. Expuse dos razones del riesgo: (i) En EU, los abogados gozan de inmunidad absoluta sobre lo que digan en un juicio en defensa de su cliente. La protección se llama “litigation privilege”; (ii) Haberse sometido el presidente de México a una autoridad extranjera, el juez de esa causa. Esto hubiera vulnerado la soberanía nacional y hasta la dignidad presidencial. 

Meses después AMLO envío una carta al abogado de García Luna desistiéndose de presentar la denuncia por la difamación, basado precisamente en el privilegio de los litigantes en los procesos judiciales. Supongo que el argumento de quedar sometido a una autoridad extranjera pudo haber reforzado la decisión. En EU las partes en un juicio están sometidas a las determinaciones del juzgador. Ese poder es el que actualmente ejerce otro juez de Nueva York, en el juicio de Donald Trump.

El fallo judicial podría decidir no solamente el futuro político y la libertad de Trump, sino el futuro político de Estados Unidos. Esa es la importancia de un juez en los sistemas democráticos en que opera la división de poderes. Trump tiene varios juicios pendientes, pero el que se lleva a cabo ahora en Manhattan es el único que podría llegar a sentencia antes de las elecciones, en las que Trump enfrente a Biden. Si hubo una película hace años “Duelo de Titanes” esta podría ser el Duelo de los Decanos. 

Trump es el primer presidente acusado penalmente en la historia de EU. En el juicio histórico que se lleva en Manhattan hay 34 violaciones penales, falsificaciones de Trump en sus operaciones financieras relacionadas con la famosa mordida (soborno) a la actriz porno Stormy Daniels y el dinero entregado a una conejita del Playboy por una travesura similar.

El soborno a Stormy fue para que no mencionara su relación sexual con el candidato republicano lo que hubiera afectado su campaña. Ya como presidente Trump le rembolsó 130 mil dólares a Michael Cohen que había hecho el pago. Técnicamente Trump puede enfrentar hasta cuatro años de prisión si es declarado culpable por el juez Juan M. Merchan. Por lo pronto Trump ya empezó a molestar al juez, señalando que alguna vez donó 43 dólares al Partido Demócrata y que su hija ha trabajado para el Partido Demócrata. 

De ir a la cárcel se presentarían algunas situaciones inéditas, bizarras. El Servicio Secreto que por ley está cargo de la seguridad de los expresidentes tendría que acompañarlo en la reclusión 24 horas al día. Los agentes que lo cuidan por ley deben estar armados, pero también por ley no se permiten las armas en las prisiones. Las autoridades encargadas tanto de las acusaciones como de la administración de las prisiones ya elaboran planes para la eventualidad de tener que encarcelar al expresidente.

Trump se muestra mediáticamente a sí mismo como una víctima de una persecución que le atribuye al presidente Biden. No obstante, si el juez toma la determinación de encarcelarlo, lo que está en sus manos, es altamente probable que su candidatura genere un rechazo de buena parte del electorado. Se necesita tener la cabeza muy dura para votar por un candidato convicto. El juez Juan tiene la palabra.  

Mario Melgar Adalid*

*Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *