No estoy llorando. Se me metió una marea rosa en los ojos”.
Lizzi G. @lizgottik
Las presiones contra la Marea Rosa fueron intensas. El presidente López Obrador llamó a sus integrantes “traidores a la patria”, aunque aceptó izar la bandera nacional en el Zócalo. La presidenta del INE, Guadalupe Taddei, pidió a los integrantes del movimiento no utilizar el color rosa, ¡para que la gente no lo confunda con el INE!, pero en realidad el color del logotipo del instituto es un rojo rodamina 233 U en la escala Pantone, más cercano al magenta que al rosa de la marea. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE, antigua aliada del presidente, estableció un campamento en el Zócalo días antes y se negó a retirarlo. El gobierno puso vallas para dividir la plaza y dejar solo la mitad a la marea rosa y la otra a la CNTE. Algunos maestros agredieron a integrantes de la Marea Rosa al llegar. La Comisión Ambiental de la Megalópolis decretó una contingencia ambiental la tarde anterior y la mantuvo en la mañana, pese a que el aire registraba niveles aceptables de contaminación. La policía cerró el principal ingreso al Zócalo, por 20 de Noviembre; permitió el acceso por calles más estrechas, pero solo después de las 8:30 de la mañana.
A pesar de todo, la concentración fue un éxito. Incluso el gobierno capitalino, que siempre minimiza las concentraciones de la oposición, calculó un “aforo”, una asistencia, de 95 mil Es probable que el número real haya sido superior. Miles de personas no pudieron ingresar al Zócalo y permanecieron en calles aledañas.
Guadalupe Acosta Naranjo, líder histórico del PRD, habló en nombre del Frente Cívico Nacional y exigió a la presidenta del INE que “la energía con que vigila usted a los ciudadanos muéstrela con el presidente de la república, que viola sistemáticamente la Constitución. ¡Detenga esta elección de Estado!”. Xóchitl Gálvez, candidata presidencial de oposición, pidió a los mexicanos “responder al llamado de la república para defenderla” y proteger “nuestra democracia”; recordó las palabras del general conservador Miguel Negrete, quien en 1862 se unió a las tropas de Ignacio Zaragoza para participar en la batalla de Puebla: “Antes que partido tengo patria”.
El mitin subrayó la fuerza del movimiento que encabeza Xóchitl Gálvez, no solo por el número de participantes, sino por su entusiasmo. La historia, sin embargo, nos recuerda que llenar las plazas no es garantía de éxito en las urnas. Ahí está para comprobarlo el libro del fallecido Adolfo Aguilar Zinser ¡Vamos a ganar!, que mostraba el optimismo de los simpatizantes de Cuauhtémoc Cárdenas en la campaña presidencial de 1994 y que pensaban que, por llenar las plazas públicas, obtendrían el triunfo. Al final, Cárdenas quedó en tercer lugar.
Los seguidores de Xóchitl descalifican las encuestas, con excepción de la de Massive Caller, y afirman que su candidata está destinada al triunfo. El entusiasmo de la calle es siempre contagioso, pero la candidata del gobierno, Claudia Sheinbaum, sigue siendo la favorita para el 2 de junio. Es verdad que las encuestas no pueden detectar el voto oculto, el que calla por temor, pero la diferencia a favor de Sheinbaum es tan grande que difícilmente este será suficiente para revertir el resultado.
La Marea Rosa es símbolo de una resistencia social a un régimen que cada vez concentra más el poder en una persona, el presidente. Sheinbaum ha hecho campaña con la propuesta de conservar las políticas del actual mandatario y construir un segundo piso a la Cuarta Transformación. Es muy probable que gane la elección, pero las voces que exigen mantener los contrapesos al poder presidencial no podrán ser acalladas. México no puede ser el país de un solo hombre.
Debate
Ayer por la noche se llevó a cabo el tercer y último debate presidencial. ¿Puede cambiar el rumbo de la elección? Es difícil. Quizá lo vean 13 o 14 millones de mexicanos, pero la lista nominal de electores es de 98 millones, y la mayoría ya han decidido su voto, muchos por los programas sociales del gobierno.
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