De la noche a la mañana el Poliforum León se convirtió en la bodega vinícola sobre la que se posaron los ojos del mundo.

El Concurso Mundial de Bruselas (CMB), evento itinerante que tiene como sede una ciudad diferente cada año, llegó por primera vez al continente americano. Del 7 al 9 de junio, más de 300 catadores de vino calificarán las 7,500 etiquetas de 46 países diferentes que participan para conseguir una medalla.

El encuentro durará hasta el domingo, día que se anunciarán los vinos ganadores. Foto: Gerardo García.

Sommeliers, enólogos, periodistas especializados y una pluralidad de expertos en la industria vitivinícola mundial ingresaron por una alfombra roja a la sala C1 del Poliforum, que se dispuso como salón de cata.

La figura de un juez puede imaginarse como la de alguien sumamente recatado y serio, pero por el lugar desfiló una multitud de personalidades y nacionalidades diversas.

Jueces de todas las edades, de todas las partes del mundo, unos de traje y otros de bermuda, llegaron a tomar su asiento en la mesa, pues tenían por delante un día de múltiples sabores, aromas y texturas.

Todos tomaron su lugar en las 54 mesas que ya estaban preparadas con los elementos necesarios para la cata: un juego de copas, la tablet y el teclado donde irían anotando su puntuación, pan y agua para limpiar su paladar y una escupidera, pues en una cata de tal magnitud el vino de la copa solo se degusta y después se desecha.

Kit para degustar vino. Foto: Gerardo García.

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Para dar el concurso por iniciado, el presidium compuesto por Diego Sinhue Rodríguez, gobernador del estado; Jorge Daniel Jiménez, presidente municipal interino; Baudouin Havaux, presidente del Concurso Mundial y Bruselas; Ramón Alfaro, secretario de Desarrollo Económico y Sustentable y Juan José Álvarez, secretario de Turismo, dieron la bienvenida al evento. 

“Nos sentimos muy orgullosos de ser los anfitriones de este prestigioso evento que se realiza por primera vez en la historia en el continente americano.

Jorge Jiménez, Ramón Alfaro, Diego Sinhue, Baudouin Havaux y Juan José Álvarez. Foto: Gerardo García.

En este concurso mundial estarán en competencia más de 7,500 etiquetas de los mejores viñedos y bodegas de 46 países. Estarán presentes 671 vinos de México, de los cuales 117 etiquetas serán de Guanajuato”, dijo el gobernador en su discurso.

Baudouin Havaux también dirigió unas palabras, primero en español y luego en inglés, donde expresó su gusto de regresar por tercera vez a México, pues anteriormente se han organizado ya dos ediciones del concurso Mexico Selection y Concours Mondial de Bruxelles.

 “Si por primera vez en la historia del CMB nos atrevimos a organizar el concurso en Las Américas y segunda vez fuera de Europa, específicamente en México y aquí en Guanajuato, es precisamente por haber comprobado el nivel de profesionalismo alcanzado por sus equipos y también por el deseo de compartir con más de nuestros tres centros catadores internacionales una experiencia mexicana única. Tendrán el gusto y el honor de comprobar cómo los mexicanos reciben con tantas amistades”, dijo el director del concurso.

Baudouin Havaux, presidente del Concurso Mundial de Bruselas. Foto: Gerardo García.

Una vez terminados los protocolos de inauguración, los jueces se olvidaron por completo del ojo público y se concentraron en la tarea sensorial que tenían por delante. 

Bauduoin Havaux permaneció en el escenario para explicar algunas cuestiones técnicas de la puntuación y recordar la ponderación de las medallas: de 85 a 86.9 se otorga medalla de plata; a un vino puntuado entre 87 y 90.9 medalla de oro y la medalla gran oro para los calificados de 91 a 100.

Según declaraciones de Carlos Borboa, director del CMB para América del Norte y Latinoamérica, sólo el 30% de los concursantes obtienen una medalla y de esos sólo el 1% consigue la medalla gran oro.

El formato es una cata a ciegas, es decir, que los jueces no saben la marca, nacionalidad o precio del vino, con la finalidad de que sea una calificación imparcial y objetiva. 

Esto se logra cubriendo las botellas con bolsas, una azul para los vinos blancos y una roja para los tintos. En cada bolsa viene un número de identificación asignado a cada botella, que será con el que los jueces pondrán su calificación en el sistema. De esta manera, la única información que tienen es el tipo de vino y la añada del mismo. 

La cata fue a ciegas para obtener una puntuación imparcial. Foto: Gerardo García.

“Con esa información son capaces de poner todo su expertis sobre la mesa para hacer un análisis cualitativo a vista, olfato, gusto y equilibrio general”, mencionó Carlos Borboa.

El primer vino que se degusta es conocido como “vino de calibración”, una botella anteriormente premiada, pero igualmente anónima al principio, para que los jueces la ponderen. Una vez terminado el ejercicio se revela el nombre de la etiqueta para ver si coincide con lo que se conoce de la misma y así estandarizar el nivel para las nuevas muestras concursantes. 

“Cada una de las mesas está conformada por jueces de distintas nacionalidades para tener un panorama mundial de cada una de las etiquetas. Estas muestras son catadas en una o dos sesiones diferentes para poder verificar sus puntuaciones”, explicó Fernando Guerra, miembro del CMB.

Al ser más de 7,000 los vinos concursantes, cada dos comités de jueces se encargan de catar por día aproximadamente 40 vinos diferentes a los de las otras comitivas. En esta edición del concurso se conformaron 54 comités y, por ser en nuestro país, en cada comité había un juez mexicano

54 comités, integrados por más de 300 expertos en vino, evalúan alrededor de 7,000 etiquetas vinícolas. Foto: Gerardo García.

Si la calificación dada por los jueces de un mismo comité es muy dispar, el presidente del grupo debe poner a discusión con todos los miembros de su mesa su perspectiva del vino.

Los jueces no emiten las medallas; los puntajes de los jueces se promedian gracias a un análisis estadístico hecho por el Departamento de Estadística de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Además, los jueces agregan un comentario para validar su calificación”, comentó Carlos Borboa. 

La cata se lleva a cabo en un ambiente controlado; a todo aquel que ingrese a la sala de cata, ya sea jurado, staff e incluso a la prensa, se le solicita no usar lociones ni perfumes para no mezclar aromas que alteren la percepción organoléptica de los vinos. 

Después de la medalla

El 19 de junio será cuando las autoridades del CMB den a conocer el medallero oficial, pero el trabajo no termina ahí. 

En entrevista, Carlos Borboa aseguró que hay un seguimiento posterior a cata para los vinos premiados, pues ha habido casos en los que la muestra que se envió al concurso no es la misma que se vende al público.

Carlos Borboa, director para Latinoamérica y Norteamérica del Concurso Mundial de Bruselas. Foto: Gerardo García.

“Tenemos un sistema de control posterior a cata donde generamos un reporte, controlamos con la bodega, controlamos con el supermercado y ponemos advertencias a nivel internacional y hacemos un seguimiento confidencial”, agregó.

De esta manera se protege el prestigio y el valor del concurso, ya que es uno de los mayores referentes en su tipo.

Una medalla del CMB es un indicador de calidad, un indicador para el consumidor final. Hemos hecho estudios y logramos dar con que una medalla del CMB puede incrementar hasta el 30% en las ventas de esa etiqueta. Un producto que tiene la revelación internacional se puede agotar en 12, 24 horas de todo el mercado”, finalizó el director del CMB para América del Norte y Latinoamérica.

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Sommeliers, enólogos y expertos en vino de distintas partes del mundo acudieron al evento. Foto: Gerardo García..

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Sommeliers, enólogos y expertos en vino de distintas partes del mundo acudieron al evento. Foto: Gerardo García..

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