Optimizar nuestros días genera bienestar y productividad, tener el control de nuestras actividades con la planeación adecuada genera satisfacción y tranquilidad, por lo que organizar el tiempo aporta felicidad y la puntualidad será siempre el factor de mayor importancia al momento de establecer una agenda.
Gestionar el tiempo nos permite aprovechar al máximo cada día y aumenta la eficacia en nuestras tareas, además establecer horarios y priorizar los que tenemos impuestos en el aspecto laboral disminuye considerablemente el estrés ya que representa una habilidad esencial en el ritmo de la vida moderna y que aporta calidad a nuestros días.
La clave es una buena planificación y por mucho una estrategia para hacer rendir los minutos y hacerlos más eficientes. Al darle una estructura a nuestros momentos es importante jerarquizar las actividades para cumplir responsablemente con las que puedan generar una consecuencia, por ejemplo, en el trabajo, cumplir con el horario laboral y distribuir de forma equilibrada el resto del tiempo al esparcimiento, la diversión, etc.
Contar con agenda resulta útil; sin embargo, adoptar la conciencia sobre como empleamos nuestro tiempo es la mejor actitud y mentalidad por el respeto propio y el de los demás.
Resulta de lo más inaceptable justificar la impuntualidad al señalar que es una característica de los mexicanos, porque en realidad es un patético pretexto que los impuntuales han inventado.
Una de las estrategias empresariales y que bien puede funcionar en nosotros mismos es la regla del 80/20, o “principio de Pareto”, el cual señala que 80 por ciento de los resultados provienen del 20 por ciento de las acciones, aquellas que tienen mayor importancia y realizarlas impactan de manera muy eficaz y por ende, los resultados que se obtienen son mejores al eliminar tareas innecesarias. Bien, podemos disminuir los periodos que le dedicamos a las redes sociales y contemplar revisarlas a cierta hora y obligarnos a limitar la atención que les prestamos.
El tiempo es un recurso no renovable. Los instantes y momentos no regresan, son oportunidades que no vuelven, por lo que la administración del tiempo no sólo se enfoca en la productividad, sino también en el goce de una vida más plena y con mayor significado, con más tranquilidad y sabiduría para proyectar hábilmente la inversión de nuestra propia felicidad y bienestar.