La colonia Industrial de León, Guanajuato, tiene sus límites hacia el norte por la calle Purísima, al sur hasta la calle San Juan de los Lagos, al oriente hasta la calle Honduras casi con el Parque Hidalgo, y al occidente hasta la avenida San Juan Bosco, al límite con el mercado Espíritu Santo. No está de más comentar a los amables lectores que ahí nací, en la calle Valverde y Téllez, a la vuelta del Templo del Espíritu Santo, como lo he señalado en otras entregas.
Las demás colonias colindantes con esta circunscripción son la colonia España, la colonia Obrera, la colonia Chapalita y la colonia San Antonio. Desde hace aproximadamente 10 años, ese cuadrante poblacional se ha venido degradando en materia de infraestructura urbana, pero sobre todo en seguridad. Algunos de los vecinos comentaban que empezaron a proliferar los liderazgos de ciertos delincuentes conocidos, las casas o domicilios perfectamente ubicados o identificados con venta de drogas, y en algunas calles aumentaron los asaltos a transeúntes, robos de piezas de automóviles o inclusive de los mismos vehículos y motocicletas, atracos a comercios y casas habitación, hasta llegar a los frecuentes homicidios, ahora llamados “ejecuciones” entre sujetos miembros de la delincuencia organizada, por disputas del territorio, del dominio de la zona en general y de los puntos del comercio y venta de drogas.
Aún subsiste en las redes sociales un video que data del 9 de febrero del año 2022, hace más de dos años, en donde se reporta por parte de diversos noticieros, hechos delictivos durante la noche a partir de las 21:00 horas y durante la madrugada, a cargo de jóvenes delincuentes con tatuajes en su cuerpo muy visibles, armados, y donde los vecinos reportan hasta acoso y abusos en contra de las mujeres que radican en esa zona. Los principales centros de operaciones ya los denunciaban desde las calles Valverde y Téllez, Romita, Dolores Hidalgo y Cuitzeo, hasta las calles Pénjamo y Purísima, colindando con el río Los Mariches. En las notas de los reporteros se ven las paredes y el equipamiento urbano grafiteados y en deplorables condiciones, salvo el alumbrado recién instalado en esas fechas.
También, la escalada criminal se dio en la zona de los Pozos del Fraile, con los asesinatos de los hijos del birriero Don Silverio, así como el reventón de una casa donde supuestamente se descubrió droga por parte de la Guardia Nacional en la esquina de las calles Sonora y Honduras. Luego, unas semanas después, el crimen a plena luz del día en la esquina de las calles Sonora y Guatemala de unos sujetos que resultaron con antecedentes penales, acribillados por miembros de un grupo contrario, en donde salvó la vida una mujer que los acompañaba en la parte trasera del auto tirándose al piso. En la propia Línea de Fuego, que se instala los domingos en las calles de la colonia Industrial, se habla de extorsiones, de cobro de piso y han sucedido homicidios de algunos comerciantes a plena luz del día durante su trabajo. Algo fuerte y muy profundo sucede en esa región y, seguramente, es del pleno conocimiento de las autoridades, por lo que no nos explicamos por qué no se actúa en consecuencia.
Afortunadamente, desde 1994, mis familiares cercanos que ya para entonces vivían casi en la esquina de las calles Pénjamo y Celaya, cambiaron su domicilio y adquirieron una casa en un rumbo menos peligroso. Y creo que acertaron en esa decisión, porque precisamente el día 10 de junio nos despertamos con la noticia de la masacre perpetrada en la calle Pénjamo 405, donde fueron asesinadas cuatro mujeres y dos bebés, a cargo de tres sujetos de los ahora llamados “sicarios” que penetraron al domicilio buscando a algunos hombres, que ahora sabemos pertenecían a un grupo criminal rival. Pero como no los encontraron, procedieron contra las mujeres y los niños. Esta noticia, días después, repercutió proyectando tanto a la colonia Industrial como a León y al estado de Guanajuato a nivel mundial por lo sanguinario de la acción, pero también por la probable colusión de diversas autoridades en el hecho criminoso, pues minutos antes, miembros de la Guardia Nacional acudieron a dicho domicilio para sustraer diversos objetos que cargaron en una bolsa negra de plástico y advirtieron que pronto ese domicilio sería reventado por miembros de otra banda (hay video de este hecho).
Lo más revelador fue que, a los tres días, aparecieron mantas en diversos puntos de la ciudad donde otro grupo criminal, con un sistema de información muy bien elaborado, quizás igual o mejor que el de las policías, brinda diversos datos sobre los autores del crimen, incluyendo supuestas imágenes auténticas de ellos y nombres e identidades de algunas autoridades involucradas. Puede creerse o no esta información, pero nos da una idea de lo que se está cocinando en nuestra ciudad.
Como ya lo han comentado diversos analistas y columnistas de diversos medios, así como también el otrora Director General de esta cadena periodística, Ing. Enrique Gómez, no hay nada más valioso para una sociedad como la seguridad y la certeza en la justicia. Así que la prioridad para la administración municipal que continúa a cargo de Alejandra Gutiérrez debería ser la seguridad, y ningún otro programa, plan u obra que valga la pena. Debe concentrar esfuerzos y recursos en este rubro; aumentar como sea posible hasta mil elementos más de la policía preventiva, su equipamiento profesional, incrementar el número de videocámaras por toda la ciudad y reforzar el C4. Olvidarse, por su propio bien y de los leoneses, de los albergues y hospitales para perritos y otras fruslerías y banalidades.
La sanción de la Historia no admite cohecho. A eso se expone esta administración; quizá por eso mejor se va Jorge Jiménez Lona.
LALC