Vivo con una emoción constante, que segura estoy me acompañará siempre, a pesar de no estar en activo, sueño con volver a experimentar la locución, generar nuevamente a través de un micrófono la conexión que mi voz pudo transmitir, a pesar de lo diferente que significa escuchar la radio en esta época, con nuevas formas de llegar a nosotros, los podcasts y transmisiones en vivo han abierto una gran diversidad. Profesionales del tema han debido adaptarse y muchos de ellos han logrado permanecer a través de contenidos cuya esencia ha persistido a pesar de lo innovadora que ahora resulta llevar a cabo esta activad.
Mis contemporáneos no me dejarán mentir, pero la radio y los locutores formaron parte de nuestras vidas, escuchar una canción y tener preparado el cassette listo para grabarla, (porque no contábamos con toda esta tecnología), nos llenaba de emoción, las palabras tenían un peso inmenso y la narrativa del locutor nos transportaba a través de la creatividad y el buen manejo de la voz. El encanto de la locución radicaba en la capacidad para crear imágenes y sentimientos a través de las palabras. Era y sigue siendo un arte, en el que deben destacar la empatía y sensibilidad, para convertir en aliada la imaginación de quien escucha.
En cualquiera de sus modalidades, la tradicional o la digital, escuchar la radio es una experiencia íntima y personal; su impacto no tiene límites, tanto es así, que mucha de su historia ha sido proyectada infinidad de veces en el cine, moldeando la visión del mundo de algo que formaba parte de la rutina diaria de las personas y que hoy por hoy ha evolucionado y lo seguirá haciendo pero jamás desparecerá, seguirá siendo ese medio de comunicación “ancla” que ha otorgado esperanza en medio de crisis humanas, a través de sus ondas representa un espacio confiable de encuentro.
La radio tiene un lugar especial en mi corazón, no solo como profesional de ella, sino como escucha, el vínculo que llegué a generar en ambos roles ha trascendido en el tiempo convirtiéndose en una parte fundamental de mi vida, porque además de tener la oportunidad de conectar con la gente a través de un micrófono, me dieron anécdotas increíbles y grandes amigos con los que trabajé y que aun comparten el amor por esta gran profesión.
Ser locutora requiere talento, conocimiento, habilidad para llegar a los oyentes pero también es una gran enseñanza porque me mostró el valor de la preparación, la importancia de la empatía, y la magia de la improvisación, la prioridad que representa la puntualidad y el compromiso no sólo conmigo sino de aquellos quienes esperaban el horario en el que transmitía, mayormente en la radio estatal de Hidalgo, pero que también me otorgó la dicha de poder transmitir mi conocimiento en algunas instituciones educativas, lo cual ha sido muy enriquecedor.
En jerarquía, la locución, representa una herramienta poderosa para la comunicación profesionalmente hablando, y en lo personal ha sido inspiración y gratitud, mantiene mi sueño de poder ser escuchada otra vez con la promesa de que será con mayor conciencia, mejor dicción y entrenamiento vocal, apoyada por la tecnología y mayor calidad en mis transmisiones, sin miedo a los desafíos actuales y explorando futuras oportunidades.