“La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana”, señaló John F. Kennedy después del fracaso de la invasión a Cuba en 1961, aludiendo una cita de Napoleón Bonaparte. A raíz de la derrota del pasado 2 de junio en Celaya, los panistas buscan culpables sin mirarse al espejo; por otro lado, al triunfo de morena le sobran padres por inseminación artificial y realidad virtual.
¿Quiénes fueron los culpables de la derrota del PAN? ¿Fue un viraje de un día para otro en la preferencia electoral de los celayenses? Déjeme decirle qué no. Le he dado información sistemática de la aprobación ciudadana sobre el desempeño del hombre de la extinta sonrisa; he señalado que su bono democrático, o la tolerancia al error, fue disminuyendo hasta tocar fondo en el mes de abril, con un repunte en el mes de junio del 2021, y después se mantuvo entre los 10 peores lugares por su desempeño en las mediciones de 210, y 150 alcaldes de las principales ciudades del país.
La re-elección del ciudadano Mendoza fue un tiro a la cabeza. Horas después de la jornada electoral del 2 de junio, tuvo que regresar a su escritorio con el sabor ácido de la derrota, pero consciente de que le estaría heredando al presidente electo, un camino empedrado al infierno. Para validar lo anterior le señalo: la empresa Mitofsky en su medición de finales de junio de este año, Javier Mendoza Márquez ocupa el lugar 147 de 150 alcaldes, con una aprobación ciudadana del 32%; Demoscopia Digital en su encuesta del mes de julio tiene una aprobación de 32.8% y ocupa el lugar 192 de 210 alcaldes evaluados. Los datos del fracaso siempre estuvieron a la vista y los ignoraron.
Ahora que están de oferta las citas citables, esta situación me recuerda a la frase de Cantinflas cuando decía: “Estamos peor, pero estamos mejor. Porque antes estábamos bien, pero era mentira”. Antes de las elecciones el ciudadano Mendoza se aplicaba para justificar el desastre de gobierno, ahora, frente al resultado electoral en contra, es peor, ya no hay justificación, y los personeros de su administración como gallinas descabezadas intentan limpiar las huellas de su gestión, y culpan al perro más flaco de su omisión, complicidad, y corrupción. Comparto la pregunta que ya circula con suspicacia en el ambiente público: ¿Habrá pasaporte a la impunidad? Estoy seguro qué no, y muchas renuncias ya deberían de estar en el escritorio.
En ejemplo de lo anterior, en mi columna pasada cité las irregularidades en el DIF, y sustenté la figura del Nepotismo como delito grave dentro de la Ley de Responsabilidades para los Servidores Públicos, pero aún hay más, como el conflicto de interés al ser empleados y prestador de servicios municipales. Claro, para que esa investigación ocurra en primera instancia, la Contraloría que ha solapado eso y más en casi todas las direcciones, deberá renovarse, e incluso ser denunciada en la ASEG por omisión, y complicidad en la desviación de recursos públicos. Los archivos de la gestión administrativa se desbordan en datos, y números que descansaban en la impunidad.
La renuncia del director de la ASEG de Guanajuato, por el bajo cumplimiento de sus recomendaciones, ha sido una muestra de que la correlación de fuerzas ha cambiado, y que los márgenes de impunidad se están cerrando. El Auditor General, Javier Pérez Salazar dejaría su cargo luego de 11 años al frente de la Auditoria Superior del Estado de Guanajuato, y sin cumplir los 7 años del segundo periodo que fue aprobado por el propio Congreso. Podría ser un caso en paralelo a lo que vivimos en Celaya en la Contraloría Municipal.
La exigencia de la renuncia, o remoción del cargo de la actual titular de la Contraloría de Celaya son hechos públicos, pero igual en unos días más, le expondré a mis tres lectores los elementos jurídicos que motivan esa demanda ciudadana, y que es técnicamente viable, ya sea por la vía del Ayuntamiento, o por la vía de justicia administrativa, e incluso por la vía civil, dado el daño moral del que se le acusa por parte de sus subordinados. El caso de la renuncia del director de la ASEG, es un ejemplo que puede retomar el actual ayuntamiento para cortar de tajo un asunto que alcanzará notoriedad estatal e incluso nacional
Aún faltan dos meses para el cambio de gobierno, la desolación en la presidencia municipal de los panistas y sus dependientes fue muy notoria, ahora los rumores, los chismes y las intrigas mutuas son el pan de cada mañana. Los funcionarios de primer nivel fingen indiferencia, pero la ausencia de gobierno se manifiesta en las calles, la violencia se ha recrudecido, los fedepales hacen maletas, compran souvenirs y cajeta ante su retiro anunciado. Hay un letal vacío de poder, y un silencio sospechoso de tiros y troyanos. En las próximas semanas no es difícil predecir que Mendoza Márquez caiga en los últimos lugares. Esta ciudad será un caldero hirviendo, como fue al final de la gestión de Elvira Paniagua.
Por lo anterior debo decir, casi por obligación, que el bono democrático o la tolerancia a los errores en el gobierno y administración, no tiene preferencia por una marca política u otra, los tiempos son fatales. O se es eficiente y efectivo, o no. En los primeros 100 días de gobierno la percepción del ciudadano se empieza a perfilar hacia la aceptación o la desaprobación del presidente en turno.
En un ambiente social estresado por la incapacidad de dar respuesta a las necesidades de la población, y por una violencia que no tiene fin, la falta de anticipación para enfrentar esta herencia será un error incalculable. No es un asunto fácil la administración y la gobernanza. Hay que sacudirse la grilla, y la autocomplacencia. La ejecución del reportero Alejandro Martínez Noguez “El hijo del Llanero Solititito”, no solo debe ser un motivo de lamentaciones, sino de análisis predictivo, y de acciones para conjurar golpes de una nueva forma de actuar, la narco política originada en la impunidad y la corrupción de los políticos de cuello blanco.
Usando como ejemplo la baja aprobación del alcalde actual, no es difícil suponer que el alcalde electo no llegará a un lecho de rosas, por el contrario, partirá del lugar que le deje su predecesor, de tal manera, que caminar hacia los lugares intermedios de aprobación y sostener la confianza de 200 mil electores escépticos, será cuesta arriba,
En los corrillos de los políticos y sus familias, se dice que la varita mágica la muestra como anzuelo el polifacético expresidente municipal de los “moches”, Ismael Pérez Ordaz, y su señora esposa, que enfrentó el escándalo de su director administrativo en el DIF por el desfalco ocurrido en los tres años de su encomienda. Igualmente, el expresidente Ramón Lemus, y para caerse de risa, el actual presidente y su familia, los mencionados no solo resultan un chiste de mal gusto, sino una bufonada porque precisamente son los perdedores, los culpables de la derrota del PAN.
Igualmente, no faltan funcionarios como la Tesorera, o el director del IMIPE, y otros funcionarios de la lista de los 22 que salieron a campaña con Javier Mendoza, que hacen fila, o intentan negociar su continuidad con representantes balines de la próxima administración.
¿Buscan culpables de la derrota? Los tienen enfrente y son los que han dejado a Celaya en ruinas. ¿Acaso Javier Mendoza no llegó con ellos? ¿Acaso no fueron los mismos que lo financiaron en el 2018 para dividir los votos de Morena y pegarle al PAN? ¿Acaso no son los que se han enriquecido utilizando al IMIPE para validar las compras de tierras baratas, y venderlas caras, del mismo modo para la construcción de infraestructura urbana que beneficie a sus desarrollos inmobiliarios con costo al municipio?
Después del triunfo de Morena, el tiempo para la planeación fueron aprovechados por vivales y falsos redentores, que les abrieron paso a algunos personajes sacados del baúl de la ignominia para encontrar blindaje a su pasado. Pero las fotos de la adulación y la hipocresía no engañan a los celayenses.
Desmontar un sistema político estructurado para la corrupción y los privilegios no es fácil, y mucho menos sembrado de crimen y violencia. La batalla no será menor, viene a mi memoria las palabras de mi amigo Mauricio Guzmán Yáñez, no gana el más fuerte sino aquel que sabe anticipar el golpe del contrario, y cita la pelea épica de Julio César Chávez en contra del “mata mexicanos”, Roger Maywether. Hoy el presidente electo, Juan Miguel Ramírez, tiene el apoyo de 107 mil celayenses, y un bono democrático por 100 días, que debe revalidarse por mil más.
Por el bien de todos, hay que actuar con prudencia e inteligencia, y estar unidos. Vienen tiempos de turbulencia, estemos preparados.
Revolcadero.
En el finiquito que les darán a la sindicatura y la dirección del Instituto de la Mujer, habrá que descontar el otro finiquito que les dieron hace unas semanas, por el interinato como presidente y como síndica, ¿o podrán explicarlo en tribunales?
No veo renuncias. ¿Estarán entumidos o ciegos los regidores actuales?