En su monólogo teatral Novecento, Alessandro Baricco narra la historia de un pianista que se cría y vive toda su vida dentro de un buque transatlántico hasta el punto de desear morir dentro de él cuando van a volarlo con explosivos para desguazarlo. Los armadores buscan al único amigo que le queda para convencerlo de abandonar la nave, pero Novecento rehúsa pues tiene miedo a la vastedad infinita de la ciudad y el mundo, ante la cual prefiere las 88 teclas encastradas en su piano. Prefiere extinguirse en el mundo limitado y predecible que conoce a enfrentar los riesgos de la diversidad y la vida. No vale la pena arruinarle el final a quien desee leerlo o ver la película protagonizada por Tim Roth y dirigida por Giuseppe Tornatore, pero presiento que el resto de este año nos mantendremos en expectativa frente a riesgos y retos que no serían tampoco del gusto de este personaje ficticio. 

El fin de semana pasado, comenzó con una turbulencia bursátil que afectó también los mercados de divisas y sigue metiéndole presión al peso mexicano, que en un poco más de un mes se depreció a niveles del 2018. Es decir, la fortaleza aquilatada durante un sexenio estuvo a punto de evaporarse ante las dudas que generan la continuación de las políticas de la 4T, aunadas a temores por una recesión mundial. Aunque los últimos se fueron disipando a lo largo de la semana, dan cuenta de un mercado muy nervioso, que puede ser también afectado por otros factores, como los conflictos bélicos en Europa y Medio Oriente. Mientras en Ucrania, conflicto que dio inicio hace más de dos años, justo al final de los juegos olímpicos de invierno de Beijing, la guerra parece haberse estancado por el agotamiento de las partes y la negativa a degenerar hacia otro tipo de confrontación más destructiva; la situación alrededor de Israel no hace más que escalar gracias a la política de Netanyahu de extender el conflicto hasta el extremo, sin grandes consecuencias todavía para su país. La nueva tensa espera ante una retaliación de Irán por los últimos ataques israelitas no augura nada bueno, e inmiscuiría también las temibles milicias de la frontera líbano-israelita. 

Y si hablamos de riesgos globales no podemos soslayar la campaña presidencial en los Estados Unidos, que mantiene en vilo desde hace días a todo el mundo, pues las estadísticas, que daban a Donald Trump como seguro ganador hace unas semanas, en ésta han dado la vuelta a favor de Kamala Harris. La contienda cerrada muy probable seguirá así hasta noviembre. La gran pregunta es si habrá nuevamente desfiguros en el caso de que Trump no gane (y de paso, que tenga que ir a prisión). Aunque también debemos preguntarnos en qué forma continuaría la política norteamericana en las guerras ya mencionadas, además de la pugna por el control hegemónico de la economía ante China, en caso de que Trump ganara… 

Pero pareciera que al contrario de Novecento, estamos ya acostumbrados a los riesgos, a los globales y a los que acechan a la vuelta de la esquina. Estamos curados de espanto tras sobrevivir una buena lista de crisis o recesiones. Se vive a pesar de la vastedad y la violencia, de las enormes expectativas que acumulamos y de los apocalipsis que nos anticipan los medios de comunicación. Al temor paralizante de Novecento podríamos contraponer a Robinson Crusoe, capaz de sobrevivir ante cualquier ambiente adverso. Quizás más que en otras ocasiones, sea este el tiempo para los Robinsones. 

 

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