Recuperar la paz en Guanajuato es la prioridad número uno en el sexenio que iniciará dentro de 45 días. Lo saben Libia García, la gobernadora electa y Claudia Sheinbaum, nuestra próxima presidenta. Por eso fue bueno el encuentro que tuvieron. Durante seis años la bolita viajó de Guanajuato a la CDMX y regresó desde la mañanera a Guanajuato. Culpas fueron y vinieron, las soluciones nunca llegaron. 

La esperanza está fincada en el cambio. Omar García Harfuch, futuro Secretario de Seguridad Pública nacional y los renovados funcionarios en la Fiscalía y la Secretaría de Seguridad de Guanajuato, tenderán lazos por encima de partidos e ideologías. Amparados en la ley, que es el mandato de dar paz y seguridad a los ciudadanos, podrán también cambiar de estrategia. Es imposible conocerla desde ahora pero seguro que cambiará. 

El 26 de septiembre y el 1 de octubre, no será prudente echar culpas al pasado, a personas o a gobernantes. A estas alturas los nuevos equipos de gobierno deben tener un diagnóstico inicial preciso de lo que se debe hacer. La apuesta de Claudia Sheinbaum por Omar García brinda confianza porque el funcionario tiene experiencia y ha sufrido en carne propia los ataques del CO. Vive de milagro después de que perdiera a dos de sus colaboradores en el ataque múltiple de junio del 2020. Tan sólo recordarlo nos da la idea de que Omar tuvo que sobreponerse a la pesadilla que vivió con entereza. Por más capacidad que tenga para enfrentar un ataque así, siempre queda el temor de que puedan intentarlo de nuevo.

Con la colaboración de todas las policías y una buena coordinación, seguro que disminuirá el baño de sangre que sufrió Guanajuato en los últimos dos sexenios. Para eso es indispensable la confianza entre Presidenta y Gobernadora; Fiscalía General del Estado y Fiscalía de la República; Secretaría de Seguridad Nacional y Secretaría de Seguridad Estatal. Lo mismo entre la Guardia Nacional y la Policía Estatal. Habrá que compartir no sólo los datos de la Plataforma México, donde converge la información de todo el país; será indispensable contar con la inteligencia del Ejército, la de los estados y la determinación de Omar García de ser el gran líder de la Seguridad Nacional.

La oportunidad es el cambio sin enfrentamiento entre poderes, sin victimización ni narcisismo de los actores políticos. Eso costó miles de vidas. De nada sirven las acusaciones mutuas entre gobernantes si los ciudadanos lo único que queremos son buenos resultados. La tentación de voltear al pasado es muy grande. La fórmula para vencer la inercia está en la política del más alto nivel. 

Dicen que la nueva presidenta Sheinbaum seguirá el camino que le trace López Obrador. Por ahora tiene que repetir el catecismo de la 4T igual que memorizamos el del padre Ripalda. Como científica, la nueva presidenta no podrá tener ni creer en dogmas ideológicos. Lo útil será el pragmatismo estratégico. 

El día primero de octubre lo más importante será un llamado a la conciliación, a la unidad nacional. Estoy seguro que sería el primer desprendimiento de la política mezquina, el enfrentamiento y la división que prevaleció con AMLO, quien jamás se reunió con la oposición y nunca viajó para ligar a México con el Primer Mundo. 

Los ciudadanos debemos ser optimistas con el cambio porque esa fue la sabiduría heredada del antiguo PRI: cada seis años sabemos que hay la oportunidad de reencontrarnos, de recuperar la armonía. No recordamos cambio sexenal donde no haya existido esa esperanza de mejorar. 

 

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