Es día de audiencias en el SNTE. Llego con media hora de retraso y la recepcionista, tan pronto me ve, sale a mi encuentro y recrimina:
—¡El profesor Said ha preguntado por usted en más de tres ocasiones!
Me disculpo por la demora y me piden un momento para ver si —aún— está disponible el espacio de mi audiencia.
Me hacen pasar casi de inmediato al privado; camino, cohibido por “brincarme” los turnos de las demás personas y delegaciones que esperan ansiosas con el mismo propósito.
Ahí, en el despacho, detrás del escritorio, está Said Vargas Sáenz, quien me invita a ponerme cómodo al mismo tiempo que ordena traer café para ambos. Y sin más preámbulos, empezamos con la conversación.
—Qué duro fuiste con tus columnas escritas en el pasquín que tienes por periódico llamado Osteoporosis —inquirió el dirigente sindical.
—No lo veas así, tu apreciación es errónea, pues aquí, dentro de la sección, no hay periódico de mayor circulación que el Osteoporosis. Y qué curioso que hoy que empiezo a publicar cuestiones incómodas sí reparan en la existencia de la revista. Pero desde el inicio de tu gestión publiqué invariablemente temas sindicales de índole nacional, información que me hace llegar directamente el CEN del SNTE, porque para la sección XV, que tú representas, este medio es inexistente. Además, durante dos años he solicitado audiencia y nunca se dignaron a recibirme, pero ahora que mantengo una línea crítica, de inmediato me contactan y hasta me dan media hora de tolerancia para hablar contigo.
El profesor Said Vargas toma nota de cada cuestión que le planteo.
En eso, unos leves toquidos en la puerta de su oficina… entra su secretaria para susurrarle que hay un grupo de profesores que vienen a respaldar a su supervisor, a quien el sindicato está empecinado en remover. Said Vargas la instruye para que los pase al auditorio y llame al encargado del nivel.
—Como puedes ver —inquirió Said—, mi agenda está sumamente saturada. Esto de hoy es muy cotidiano: cambios de adscripción, problemas de diversa índole, eventos y hasta cuestiones políticas acaparan mi actividad diariamente. Y en efecto, supe que has venido recurrentemente a solicitar audiencia, pero mis asesores me aconsejaron no cederte ningún espacio.
—Déjame decirte que tus asesores toman decisiones que las saben antes otros exsecretarios, y tú eres el último en enterarte —le respondí sarcásticamente.
—¡Sinceramente no lo creo! —me refutó Said Vargas un tanto molesto—. ¿Dime, por favor, cuál es tu interés en la audiencia?
—Bueno, pues mi insistencia radica en que deseo publicar un calendario escolar que incita a la lectura…
—Mira, el quehacer educativo dista mucho de las cuestiones laborales, que es el objetivo de un sindicato. Podría, sin embargo, hacer algo al respecto, siempre y cuando reviertas el contenido de “Las tres eses del SNTE”.
—Me complicas mucho el poder hacerlo… pues en el magisterio celebraron que haya expuesto la realidad política que priva —respondí, preocupado—. ¡Pero qué crees! Escribiré un artículo para empoderar al SNTE: Las tres eses del SNTE (S.S.S.) significan ¡Su Seguro Servidor!
En eso interrumpió la voz de Alexa:
—¡Buenos días, José Raquel, es hora de empezar tu rutina! —¡Y me despertó!