En los últimos días se ha hablado de traición, deshonestidad y falta de cabalidad en el ámbito político. Para quienes se ven afectados por estas conductas, resulta extremadamente doloroso, pues no solo se trata de una falta personal o individual, sino que tiene implicaciones profundas para la confianza social, la cohesión y el bienestar colectivos. Es una herida que afecta tanto a nivel emocional como estructural, ya que erosiona los pilares sobre los que se construyen las relaciones sociales.

En el ámbito de la salud, al igual que en el político y otros sectores de carácter público, el respeto a una conducta honesta y un comportamiento cabal son igualmente relevantes, dado que hay un impacto directo sobre la vida de las personas. Un profesional de la salud, ya sea en el ámbito asistencial clínico, la administración de la salud, la investigación o la docencia, debe tener un comportamiento honesto y congruente, capaz de actuar con integridad, responsabilidad y total cumplimiento de las normas éticas y profesionales, buscando siempre la excelencia en la práctica clínica y el respeto hacia pacientes y colegas.

El hecho de no comportarse de esta manera y traicionar ese compromiso de rectitud tiene consecuencias de gran calado. Es sabido que los pacientes confían en que sus médicos les proporcionarán información clara, veraz y en su mejor interés, por lo que la honestidad es esencial para establecer esa confianza. Si un profesional clínico miente, omite información o prioriza intereses personales o corporativos, pone en riesgo la salud y la vida de las personas, lo que puede generar desconfianza incluso en todo el sistema de salud.

La transparencia y responsabilidad en la gestión son necesarias en la administración de un sistema sanitario, donde se requiere la adecuada gestión de los recursos financieros, humanos y materiales. Ser transparente y cabal en estas gestiones garantiza que los recursos se utilicen de manera eficiente y en beneficio de la población, evitando casos de corrupción o mala administración que puedan perjudicar a los pacientes. Otra consideración importante es que tanto médicos como administradores de salud manejan información sensible y la falta de honestidad puede llevar a diagnósticos equivocados, tratamientos inadecuados o limitación de acceso a servicios de salud. Ser íntegro asegura que la comunicación entre profesionales, pacientes y autoridades sea clara y confiable, minimizando errores y malentendidos.

Es innegable que, aún hoy, los médicos y administradores sanitarios son líderes en sus comunidades y dentro de sus equipos de trabajo. Comportarse de manera ética sirve como modelo para otros profesionales y personas y si demuestran cabalidad en sus decisiones, inspiran a sus equipos a actuar de la misma manera, lo que fortalece la cultura organizacional y la calidad en el servicio.

La honestidad y la cabalidad son la base para una práctica médica y una administración de la salud responsables, enfocadas en el bienestar del paciente, el uso adecuado de los recursos y la confianza en el sistema de salud. Faltar a estos valores traicionando la confianza tiene consecuencias graves para la sociedad. Al final, basta también recordar a Dante, quien describe que los traidores pasarán la eternidad congelados en el lago Cocito, compartiendo destino con Judas, Bruto y Casio, algunos de los más infames de la historia.

Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

 

RAA

 

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