Por cierto, se va el gobernador sin revelar muchos secretos. Nunca informó quiénes son los afortunados socios, con un 50.5 %, en la arrendadora financiera del ISSEG, para prestarle al Gobierno, funcionarios y trabajadores en la compra de autos. ¡Otro excelente negocio para sus amigos..! Dice el Gobernador que su familia vivirá en el mejor lugar de Houston; pero él se quedará a cuidar sus negocios: ¿Cuáles? Ahora, dice, será empresario… Sin duda, hay opulencia.

Como antónimo de la opulencia está la pobreza. En México, según Coneval, el porcentaje de la población en situación de pobreza bajó a 36.3 % en 2023, frente a la proporción de 43.9 % de 2021. El dato contrasta con la fila enorme de pobres que dejó la pandemia.

A lo largo de la historia, la pobreza ha sido una constante. Durante la época de Jesús de Nazaret, grandes multitudes de miserables lo seguían, creyendo que el fin de los tiempos estaba cerca y que, con ello, caerían los poderosos y los pobres alcanzarían la redención. No obstante, la clase sacerdotal les hizo cambiar su furia contra los poderosos y ricos, por un sentimiento de culpa, al hacerles pensar que sus sufrimientos se debían a sus pecados, aunque les ofrecían un consuelo: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de los cielos; los últimos serán los primeros…”.

En el México actual, más de 50 millones de personas viven en condiciones de pobreza, lo que representa casi el 40 % de la población. Esta realidad significa que gran parte de la sociedad carece de acceso a servicios básicos y no puede alcanzar un mínimo de bienestar. Aristóteles definía la pobreza no solo como la carencia de dinero, sino como la incapacidad del ser humano para desarrollar sus potencialidades. Para lograrlo, argumentaba que se requería de una polis organizada, donde cada individuo pudiera realizar su naturaleza y contribuir al bienestar común.

El camino hacia la superación de la pobreza exige mejorar áreas clave como la educación, la salud, el medio ambiente y especialmente, fortalecer el Estado de derecho. Un gobierno que ofrezca seguridad y combata la impunidad podría generar confianza en los ciudadanos, lo que facilitaría la creación de sinergias para el desarrollo. Sin embargo, el incumplimiento de promesas por parte de los gobernantes, en los tres órdenes de gobierno ha erosionado esta confianza sobre la posibilidad de un cambio real.

Pero la pobreza no solo es en México. A nivel mundial, cerca de 700 millones de personas viven en extrema pobreza, es decir, con menos de 1.90 dólares al día, según datos del Banco Mundial. La pandemia del COVID exacerbó esta situación, empujando a millones a condiciones de vulnerabilidad económica. África subsahariana es una de las regiones más afectadas, con casi el 60 % de su población viviendo bajo este umbral de pobreza extrema. En contraste, países como Noruega o Suiza tienen tasas de pobreza inferiores al 0.5 %, mostrando la marcada disparidad entre diferentes regiones.

Entonces ¿cuál es el origen de la pobreza? La respuesta a esta pregunta varía según las teorías económicas, creencias religiosas y visiones filosóficas. En el cristianismo, por ejemplo, se sostiene que “los pobres heredarán el reino de los cielos”. Marx, por su parte, explicó que la pobreza tiene su origen en los modos de producción y la lucha de clases. El economista Joseph Schumpeter subrayó el rol del empresario como el motor de la innovación, clave para la prosperidad.

En algunas religiones, la existencia de pobres y ricos se acepta como parte de un plan divino, Pero ¿será justa esta distribución desigual? Desde el Génesis se nos enseña sobre la asimetría en los ángeles; una especie de contrastantes clases sociales, algunos con diferentes capacidades, unos gloriosos y bellos y otros caídos y perversos. Las diferencias en capacidades, oportunidades y hasta en la ubicación geográfica parecen estar inscritas en el destino de cada individuo.

México ha experimentado diversos sistemas económicos y políticos, desde dictaduras hasta democracias multipartidistas. El presidente actual, Andrés Manuel López Obrador, ha planteado un enfoque diferente, con la intención de apoyar a las clases más desfavorecidas, promoviendo un desarrollo de abajo hacia arriba. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Este enfoque logrará cambiar la situación de millones de mexicanos o México seguirá siendo una tierra de contrastes entre pobres y ricos? ¿Han fracasado los gobiernos, las religiones, los modelos económicos o los empresarios?

Mientras en algunas culturas se percibe la pobreza como una realidad inalterable, en otras, como la norteamericana, el calvinismo inculca la creencia de que el éxito económico es una señal de la gracia divina, no ponen la otra mejilla: “Si prosperas en los negocios, es porque Dios te favorece y te salvarás”.

El debate sobre la pobreza es complejo, pero lo que queda claro es que es urgente un cambio estructural. Sin políticas públicas efectivas que promuevan la equidad y la educación, la pobreza no disminuirá. “Hay que voltear a ver al otro”: Libia García, Gobernadora electa.

 

RAA

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *