Comienza una nueva gestión en el Estado mexicano. En temas de salud, el papel de la iniciativa privada en la mejora del sistema sanitario debe orientarse hacia una colaboración estratégica con el sector público, apostar por la innovación tecnológica y participar activamente en la expansión y mejora de la calidad de los servicios. Para ello, deberá asumir el rol clave que tiene asignado.

Es innegable (y fue evidente durante la pandemia) que la iniciativa privada puede contribuir mediante alianzas estratégicas con el gobierno para ampliar el acceso a servicios médicos, mejorar la infraestructura hospitalaria y reducir las enormes listas de espera para procedimientos de alta complejidad. Esta colaboración es crucial en áreas con retrasos significativos, como los trasplantes (orgánicos y tisulares), tratamientos especializados y la atención a enfermedades crónicas de diversa índole. Hoy en día, existen casos de éxito en otros países donde se ha permitido la subcontratación de ciertos servicios médicos e incluso la gestión de hospitales con financiamiento público.

La tecnología es un pilar fundamental para mejorar la eficiencia y la calidad de los sistemas de salud y la iniciativa privada puede impulsar la adopción de modos de atención como la telemedicina (que permite brindar atención en regiones remotas y aumenta la accesibilidad), plataformas de gestión clínica (que optimizan la administración de hospitales y servicios de atención médica), o la inteligencia artificial y el big data (que contribuyen al análisis predictivo de enfermedades y a la gestión de datos de pacientes para una atención personalizada). Estas inversiones no solo permiten reducir costos operativos, sino también aumentar la calidad de los diagnósticos y tratamientos.

Otra capacidad de la iniciativa privada es su potencial para colaborar en la expansión de coberturas y la reducción de desigualdades, desempeñando un papel activo en la ampliación de la cobertura de servicios médicos, especialmente en zonas rurales o marginales donde el Estado enfrenta desafíos logísticos. La iniciativa privada puede invertir en clínicas móviles, hospitales de atención básica u ofrecer seguros accesibles para personas de bajos recursos. En este último punto, el concepto de microseguros es clave ya que permite ofrecer seguros médicos adaptados a poblaciones vulnerables que complementen o cubran las carencias del sistema público.

La inversión en hospitales, clínicas, laboratorios y otros servicios auxiliares, así como en la construcción de instalaciones especializadas, es un área donde el sector privado puede hacer una diferencia importante. Esto no solo alivia la carga del sistema público, sino que también mejora la calidad y el acceso a tratamientos complejos.

Es innegable que la educación y formación del personal clínico es una fortaleza de la iniciativa privada, la cual puede ser aún más trascendente si se establecen programas de capacitación continua, especialización, diplomados y estancias en hospitales de referencia tanto en México como en el extranjero, adoptando las mejores prácticas para los profesionales de salud del país.

El sector privado también puede ser un motor de buenas prácticas en materia de gobernanza y gestión de la calidad, implementando sistemas de transparencia y cumplimiento de normativas estrictas que no solo mejoran la confianza en los servicios privados, sino que también impulsan al sector público a adoptar mejores estándares.

 

 

 

Aunque se ha apostado por la centralización de la atención médica y la administración de la salud poblacional por la vertiente pública, el sector privado tiene la oportunidad de jugar un papel complementario, no competitivo, enfocándose en la innovación, la eficiencia y el servicio a nichos no atendidos. La participación activa y estratégica del sector privado, coordinada con políticas claras y un marco regulatorio robusto, es clave para transformar y enfrentar los desafíos del sistema de salud en México. Ojalá que se rompan tabúes y creencias insensatas sobre la iniciativa privada y, al contrario, se le considere un pilar del bienestar y la salud de la población. Es tiempo.

 

Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

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