Nuestra gobernadora Libia García puede convertir la crisis del Fidesseg y de Fondos Guanajuato en una oportunidad. Si recuerda lo que vio en Singapur hace poco tiempo, puede echar mano de esa experiencia. Muchos funcionarios de decenas de países hacen el peregrinaje a la isla para aprender de su éxito, para tratar de traer a sus pueblos el secreto de llevar a un país desde el tercer mundo al primero en una sola generación. 

Uno de los secretos mejor guardados, que no se ven a simple vista en la exuberante ciudad estado, son sus llamados “Statutory boards”, o Juntas estatutarias. En el país hay juntas que gobiernan casi todo, desde la Autoridad Monetaria, hasta los fondos de inversión como Temasek o el GIC (Government Investment Corporation). El mejor puerto del mundo se convirtió en una empresa trasnacional que invierte en Europa y Latinoamérica gracias al modelo. También gobiernan el Buró de Desarrollo Urbano, las empresas público privadas como Singapore Airlines y Keppel. Son instituciones que permiten al gobierno delegar parte de la administración en ciudadanos y funcionarios con experiencia y competencia de cada ramo. Algo que no es extraño en Guanajuato porque así funciona la Sapal y el Puerto Interior. 

Comparemos el ejemplo del manejo de la pandemia en México. Aquí el presidente López Obrador sacó un fetiche religioso para decir que estaba preparado, luego sugirió abrazarse cuando, por ignorancia, no entendía el tamaño del problema. En lugar de recurrir al Consejo Nacional de Salud, nombró a un servil funcionario que no se atrevió siquiera a sugerir el uso de cubrebocas porque a su jefe no le parecía bien usarlo. Hugo López Gatell sustituyó a los expertos en salud, ignoró a los ex secretarios de Salud y a los más competentes. El resultado fueron 800 mil mexicanos muertos y el mayor número de médicos y enfermeras fallecidos en comparación con cualquier otro país. 

Si ese Consejo Nacional de Salud Pública hubiera tomado decisiones de calidad, el país pudo haber salvado la vida de decenas o centenas de miles de mexicanos. La obcecada cerrazón del gobierno nos ubicó en los últimos lugares del mundo. Singapur hizo lo contrario. El hoy Primer Ministro, Lawrence Wong, conformó un panel de expertos interdisciplinarios que tomaron decisiones durísimas de encierro, con penas económicas para quienes incumplieran. Sacó la chequera de las cuentas públicas para que ninguna familia pasara hambre, careciera de medicamentos o camas de hospital. Las empresas tuvieron apoyo y, al final del Covid, fue una de las naciones con menor mortalidad. Fue tan destacado el trabajo de Wong, que un consejo de ministros lo eligió para ser líder de su partido y eventual Primer Ministro. 

Un ejemplo: no sabemos cuál haya sido el método para designar a nuestro actual secretario de Salud en Guanajuato. Si un consejo de Salud, conformado por expertos hubiera ayudado a Libia a decidir, la posibilidad de equivocarse sería menor.

Qué aportan los consejos: ayudan a la eficiencia operacional, tienen mayor flexibilidad que la burocracia de las secretarías, aportan expertise especializado, hacen más ligera la carga de trabajo del Gobierno, ayudan a la transparencia (las reuniones se graban y son públicas) ayudan a balancear la gobernanza y la autonomía de las instituciones. Justo lo contrario de lo que hace el Gobierno Federal al destruir la autonomía del INE, el INEI, la COFECE y otras instituciones. Qué decir del Poder Judicial. 

El gobierno de Acción Nacional debe abrirse al apoyo ciudadano, debe confiar en quienes fueron y son los gestores del cambio hacia la democracia. Crear más subsecretarías y mayor burocracia no aporta mucho e impide cumplir con los valores de ese partido. (Continuará)

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