Este año, la nominación a los Premios Nobel de Economía parecería estar accidentalmente dedicada a México. El premio se les otorgó a Daron Acemoglu, turco-estadounidense, y Simon Johnson, británico-estadounidense, ambos profesores de MIT, y a James Robinson, también británico-estadounidense, profesor de la Universidad de Chicago. La mención se les otorgó por “estudios sobre cómo la formación de instituciones afecta a la prosperidad”. Para México, se podría extender ésta para establecer cómo la devastación institucional acabará garantizando estancamiento económico y la generación de pobreza.
Cuando la democracia está bajo acecho en todo el mundo, el premio reconoce años de estudio para demostrar cómo países con gobiernos democráticos, y gobernados bajo un Estado de derecho, engendran una ciudadanía más próspera. En su desplegado, el comité menciona que la brecha entre los países que están en el 20% más afluente son 30 veces más ricos que el 20% más pobre, y la brecha entre ambos prevalece por causas que estos tres economistas han determinado están relacionadas con la formación de instituciones.
Establecen que el origen de esta diferencia tiene que ver con los distintos tipos de colonización de potencias europeas hace siglos. Cuando se conquistó países, como México, que tenían una amplia población indígena, la resistencia de ésta llevó a que arribaran menos migrantes europeos, pero una vez dominada, esa misma población proveyó una fuerza laboral numerosa que brindó oportunidades de lucro. Beneficiaron a una pequeña élite que no le dio derechos políticos a la mayoría.
En países con una menor población indígena, hubo una mayor migración europea, estableciendo condiciones para trabajo arduo, pero esos mismos trabajadores exigieron el derecho a participación política. En la mención del comité del Nobel se menciona cómo México era mucho más próspero bajo los aztecas, que los territorios que hoy ocupan Estados Unidos y Canadá.
A diferencia de ganadores previos del Nobel de Economía, Acemoglu y Johnson escribieron dos libros destinados al público en general, más que a la academia. En 2012 publicaron el bestseller Por qué fallan las naciones, los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, y el año pasado Poder y progreso: mil años de nuestra lucha por la tecnología y la prosperidad. En el primero, exploraron el éxito o fracaso de distintos países argumentando que la diferencia clave proviene de la formación de instituciones políticas y económicas. Analizan países que privilegiaron instituciones extractivas que han producido estancamiento y pobreza, mientras que en otros ha habido instituciones que fomentan la prosperidad a largo plazo. Subrayan también la necesidad de acción colectiva en las sociedades para exigir la formación de las instituciones necesarias.
Analizan el caso de Nogales en Arizona, y Nogales en Sonora, que comparten ubicación geográfica y tienen población similar, pero al norte de la frontera “se han fomentado competencia, innovación e inversión, mientras que las instituciones en el sur de ésta han sido menos inclusivas”. Si consideramos que el ingreso per cápita de EU es tres y media veces el mexicano (78 mil vs. 22 mil dólares, utilizando paridad de poder de compra, pues en términos nominales la diferencia es de 7 a 1), parecerían ciertos sus argumentos.
La devastación institucional durante los gobiernos de Morena pasa por la brutal interferencia del Ejecutivo en la independencia del Poder Judicial, la eliminación de la separación de poderes, la cada vez más evidente presión sobre medios de comunicación, la demolición de organizaciones no gubernamentales que buscan incrementar la rendición de cuentas, las campañas para mermar la confianza que la sociedad tiene sobre instituciones como la Corte o el INE, la militarización de actividades civiles y el evidente debilitamiento de nuestra democracia.
México sufrirá un retroceso constante y enfrenta la amenaza de un estancamiento permanente si los gobiernos de Morena no rectifican el rumbo que han emprendido.