Se prevé que las ciudades alberguen al 70% de la población mundial en 2050, con retos sin precedentes en el contexto del cambio climático. Se calcula que en 2030 el 60% de la población vivirá en zonas urbanas, y que hasta el 60% de los habitantes urbanos tendrá menos de 18 años. A pesar de los avances en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, las ciudades, especialmente en el Sur Global, siguen luchando contra la pobreza, la desigualdad y la degradación del medio ambiente, lo que requiere actuar con urgencia.

El 31 de octubre de 2024, la Conmemoración Mundial del Día Mundial de las Ciudades, tendrá como tema que los jóvenes lideren la acción climática y local para las ciudades. Los jóvenes abogan por medidas y acciones más audaces para abordar la crisis climática en nuestras ciudades. Llamará la atención sobre cómo podemos capturar estas ideas audaces y objetivos ambiciosos y convertirlos en logros.

Iniciativas internacionales como el Pacto por el Futuro y la Declaración sobre las Generaciones Futuras pretenden dar prioridad a la opinión de los jóvenes a la hora de configurar entornos urbanos sostenibles. La Cumbre del Futuro ha representado una oportunidad para integrar las perspectivas de los jóvenes en la política mundial y garantizar que el sistema multilateral responda a las necesidades de las generaciones más jóvenes.

Una ciudad inteligente o smart city es una ciudad que utiliza tecnología avanzada y datos para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, optimizar los servicios urbanos y promover un desarrollo sostenible. A través de sistemas interconectados, sensores y análisis de datos, las ciudades inteligentes buscan gestionar de manera eficiente los recursos y resolver problemas urbanos de manera innovadora. Una ciudad inteligente se centra en aprovechar la tecnología y la innovación para crear espacios urbanos eficientes, sostenibles y centrados en mejorar la vida de sus habitantes.

La digitalización excesiva y la constante recopilación de datos pueden llevar a que una ciudad sea menos “humana” si no se considera la privacidad y el equilibrio con la interacción humana. Si cada aspecto de la vida está mediado por algoritmos, puede llegar a sentirse un ambiente frío o impersonal. La dependencia de sistemas interconectados y tecnológicos puede hacer que una ciudad inteligente sea vulnerable a fallos técnicos, ciberataques o problemas de infraestructura. Esto podría poner en riesgo la estabilidad y la seguridad de sus habitantes. Si no se gestionan correctamente, estos sistemas podrían vulnerar derechos básicos.

Para que una ciudad inteligente sea verdaderamente “humana”, debe poner la tecnología al servicio de las personas, no al revés. Esto significa que sus políticas deben priorizar el bienestar social, la inclusión y la transparencia en la gestión de datos. Las ciudades inteligentes pueden ser más humanas si no solo buscan la eficiencia y sostenibilidad, sino también crear espacios que prioricen la calidad de vida y los derechos de toda la ciudadanía. En Guanajuato las grandes ciudades están en camino de lograr ser Ciudades Inteligentes.

Las ciudades deben ser diseñadas para vivir juntos, crear oportunidades, permitir la conexión e interacción, y facilitar la utilización sostenible de los recursos compartidos. La planificación urbana es como el mapa de un viaje. Antes de construir, necesitamos saber dónde vamos. Es crucial para garantizar que nuestras ciudades crezcan de manera ordenada y eficiente. También nos ayuda a preparar el terreno, instalando la infraestructura esencial antes de que comiencen las construcciones. ¿Sabías que modernizar áreas construidas informalmente puede ser un desafío complejo y costoso?

Hay muchos enfoques sobre cómo las nuevas tecnologías pueden mejorar las ciudades y hacerlas más habitables: Vehículos eléctricos, transporte autónomo y drones pueden mejorar la movilidad en las ciudades, pero a su vez plantean grandes retos de regulación. Muchos ayuntamientos han optado por digitalizar todos los trámites oficiales para que la ciudadanía pueda realizarlos cómodamente desde sus casas. Controlar el gasto en electricidad, agua u otros recursos, con el consecuente ahorro de energía y recursos. Sistema de sanidad inteligente, desde trámites por Internet hasta historiales interconectados o geolocalización de pacientes.

Es esencial que los beneficios de la tecnología se distribuyan equitativamente y que no se limite el acceso a quienes tienen recursos o habilidades tecnológicas específicas. Todo esto puede complementarse muy bien con la implementación de la Norma Internacional ISO 18091 que promueve en los gobiernos locales la adopción de un enfoque a procesos al desarrollar, implementar y mejorar la eficacia de un sistema de gestión de la calidad, para aumentar la satisfacción de la ciudadanía.

¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!

manuelramos28@gmail.com

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