Los populistas llegan al poder bajo promesas falsas e incumplibles. Luego, cuando reciben el voto de las mayorías, la realidad borra muchas de sus palabras. Donald Trump engañó a su pueblo durante su primera campaña. Aseguró que iba a cerrar la frontera, que detendría el contrabando de drogas y metería a la cárcel o deportaría a los “malos hombres” que invadieron su país. Nunca lo hizo. Quien terminó asumiendo la tarea de reducir el flujo de migrantes fue López Obrador con la Guardia Nacional.
En su voz arrastrada, ahora promete regresar a millones de migrantes a sus lugares de origen. Su tono es sádico. Aunque lo cumpliera con uno o dos millones de mexicanos, cultivaría un problema serio para México y EEUU, un conflicto que llega cuando tenemos la peor racha de inseguridad de nuestra historia en un siglo, cuando cambiamos al Poder Judicial por capricho y sin beneficio, cuando el país no crece.
El nuevo funcionario encargado de cuidar su frontera, también llamado “zar de la frontera,” será Thomas D. Homan, un hombre duro y rudo para inspirar respeto. Aparte de cuidar las fronteras de EEUU, Homan será el encargado de la deportación masiva, según Trump. Por lo pronto dice Homan que va a detener a todos los delincuentes que se han colado a su país, algo que nunca han logrado.
Tomemos el caso del fentanilo. El problema comenzó con una empresa farmacéutica (Purdue Pharma) que promovió la venta de opioides hace más de dos décadas con el llamado OxyContin, un sedante caro que creó adicción masiva. Al tiempo resultaron más baratos la heroína y el fentanilo. El resultado son cerca de cien mil muertes al año por sobredosis. Sabemos que la droga se fabrica en México con precursores que llegan de China, sabemos que representa un gran negocio para los cárteles de aquí, pero nadie sabe y nadie da una explicación clara de cómo funciona la red de distribución y venta en EEUU.
El valor del tráfico de drogas (metanfetaminas, cocaína, heroína, fentanilo y marihuana) puede estar entre 48 y 60 mil millones de dólares, según estimaciones. Es una industria donde hay muchísimos “malos hombres”, porque el incentivo económico es enorme. No sólo pandillas, sino cárteles y crimen bien organizado al otro lado de la frontera hacen que sea fácil obtener las sustancias ilícitas en cualquier ciudad.
Resulta sorprendente que Najib Bukele, el presidente de El Salvador, lograra controlar a las maras y pandillas en su país con un presupuesto ínfimo comparado con el de Chicago o Los Ángeles. Países asiáticos tienen mucho mejor control con penas más severas incluso hasta la de muerte por decapitación para los traficantes. ¿Qué hará el “zar” Homan para lograr la detección y detención de los narcotraficantes norteamericanos?
Trump es un “showman”, un seductor de masas impredecible. Sin duda una amenaza para México, por eso debemos estar preparados lo mejor posible. La urgencia es reducir la violencia en el país, enfocarnos en el crecimiento económico y en la mejor diplomacia con nuestro vecino. También tenemos que prever el posible regreso masivo de paisanos, la reducción de las remesas y una guerra tarifaria.
Es triste ver a Marcelo Ebrard dando explicaciones a inversionistas sobre la reforma judicial, cuando debería estar promoviendo las ventajas de México. Viene una prueba muy grande para nuestra presidenta Claudia Sheinbaum y para todos quienes tenemos conciencia de la realidad.