“La pobreza no es socialismo, ser rico es glorioso”.

Deng Xiaoping
Shenzhen, Cantón, China.

La primera impresión al salir del aeropuerto de Shenzhen-Bao’an, la da una fila de decenas de autos blancos con motivos azul cielo. Son un modelo exclusivo de furgonetas eléctricas de la marca BYD, a su costado dice Taxi. El gobierno determinó que el servicio se daría con vehículos eléctricos BYD, con sede en Shenzhen, la que más vende autos eléctricos en el mundo. La mayoría de los autobuses de transporte público también son de esa marca.

Para comprender la ciudad hay que ir al museo de su historia, un edificio de 5 pisos y unas dos hectáreas de superficie. Es la narración orgullosa del éxito, desde su origen como pueblo pescador, hasta el dominio de la tecnología de punta con empresas como Huawei, BYD, Tencent y la fabricante de drones DJI. La primera parte sorprende; la segunda, donde plantean el futuro, asombra. En una pared con una pantalla led de cien metros de largo, se describe cómo será la ciudad con un acento en el balance entre áreas verdes y urbanas.

Expertos locales y extranjeros explican, por medio de pantallas individuales, el plan de la ciudad y sus barrios. Si bien en las ciudades orientales como Shanghái? o Singapur, hay empeño de mostrar, con construcciones abiertas al público, lo que sucederá en el lugar, en Shenzhen el edificio es una obra de arte en sí mismo.

El MOCAPE o Museo de Arte Moderno y Planeación Urbana, por sus siglas en Inglés, fue diseñado en su arquitectura por la cooperativa de arquitectos Coop Himmelb(l)au,  que tiene sus orígenes en Viena. El interior del museo, que también es una obra de arte, fue diseñado por la firma alemana, Atelier Brückner GmbH, una firma con sede en Stuttgart, Alemania.

El diseño del aeropuerto por una firma italiana y el museo por  invitación a los mejores diseñadores y arquitectos del mundo es una buena metáfora para describir el milagro de Shenzhen y de toda China. Deng Xiaoping abrió las puertas al mundo para comerciar y desarrollar a su país, pero lo hizo con la humildad de tomar todo lo bueno de Occidente. Primero con la fabricación de ropa, luego de electrónicos y ahora con el desarrollo de alta tecnología como la de Huawei  en telefonía o el diseño y fabricación de los autos más eficientes y modernos del mundo.

La segunda impresión del milagro económico de Shenzhen la vemos en la construcción que no para. A pesar de la crisis inmobiliaria (se fueron de largo en las hipotecas), hay múltiples grúas amarillas que señalan nuevos edificios, centros comerciales y departamentos de todo tipo. Aparte de la construcción de un metro con 9 líneas que conecta con un tren bala que va de Cantón a Hong Kong, pasando por Shenzhen. ¿Qué decir del puente marítimo de 55 kms, el más largo del mundo  que conecta Hong Kong con la ex colonia portuguesa de Macao?

En el museo hay una frase de Deng Xiaoping que se aplica a cualquier modelo de desarrollo, pero es el imperativo del capitalismo desde la revolución industrial. Hay que hacer las cosas “más rápido y con mayor eficiencia”. Deng falleció tres meses antes del regreso de Hong Kong a China en 1977. El estadista sólo pudo ver el fruto inicial de su reforma, sin embargo tuvo claro cómo un pueblo milenario que vivía en la  pobreza podría convertirse en lo que es hoy, el símbolo del Siglo XXI. (Continuará)

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