Pemex es la “Vaca Sagrada” del nacional populismo. Primero del PRI, luego del PAN y ahora de Morena. Hoy la empresa paraestatal vive sus días más oscuros por la mala administración desde el gobierno. Su deuda en dólares es de más de 100 mil millones y a sus proveedores les deben entre 400 y 500 mil millones de pesos. Sumados, son 1.25 veces el ahorro de los trabajadores en cuentas del Infonavit.
La empresa vivió sus mejores días en el sexenio de Vicente Fox, cuando el barril de petróleo llegó a valer más de 90 dólares y la producción era superior a 3.3 millones de barriles diarios. En el sexenio de Felipe Calderón, la aportación de impuestos de Pemex a la Federación era equivalente al 40% de su gasto. Desde Fox y Calderón, el país se embriagó con el petróleo y luego creó adicción. A Fox lo único que se le ocurrió fue pagar deuda externa pero nunca vio la utilidad de aprovechar esos dólares para transformar la misma empresa.
Felipe Calderón pudo sortear la crisis del 2008 cuando se desplomó el precio en la “Gran Recesión” mundial. Su desorientada intención de hacer competir a los estados por la inversión de una nueva refinería, dejó a Guanajuato con una inversión de 200 millones de dólares en tierras que nunca sirvieron para poner alguna industria. A la fecha no sirven para nada por la indolencia y la abulia de los dos últimos gobernantes. En Tula, Hidalgo, que supuestamente ganó el concurso, quedó la señal de la incompetencia con una barda que es el límite del terreno donde se pretendía construir.
Con los años se terminó la reserva de Cantarell, de donde se extrajo la mayor parte de la bonanza anunciada desde el sexenio de José López Portillo. Ahora Pemex extrae la mitad de lo que hoy se produce. La paraestatal está técnicamente quebrada y la reforma energética diseñada para que el país contara con una buena renta petrolera fue desechada por Morena. Además se construyó una refinería al triple de lo presupuestado que incumplió todas sus metas de producción.
La refinería de Dos Bocas superará los 20 mil millones de dólares de inversión y ha demorado más de tres años en producir desde que se anunció su “inauguración”. Si antes Pemex ayudaba con hasta el 40% del presupuesto, hoy se convierte en una carga y en un peligro para la economía del país. No tanto porque la deuda sea impagable sino porque no hay forma de que el gobierno la administre para hacer un “turnaround” o un rescate desde su gestión.
La Vaca Sagrada perdió 900 mil millones de pesos en la refinación durante el sexenio pasado. Cuando llegó AMLO, dijo que el combate al “huachicol” ayudaría a recuperar más de 50 mil millones de pesos por año. Sin embargo, el robo de gasolina y diesel de los ductos sigue sin detenerse. La productividad por empleado de Pemex es apenas de un 20%, comparada con Exxon en extracción de petróleo. Tan sólo comparar la refinería de Deer Park que hoy es de Pemex con su costo y su operación, muestra que Pemex podría cerrar todas sus refinerías en México y perdería menos dinero.
Aquí prohibimos el aprovechamiento del petróleo y el gas de esquisto en la frontera con Estados Unidos, mientras gastamos fortunas en la importación de gas y gasolina desde Texas. Nuestra Vaca Sagrada se convierte en vaca muerta y la Vaca Muerta de argentina se convierte en plataforma de lanzamiento de una nueva economía de prosperidad.