El Estado busca generar nuevos ingresos con la tenencia y los refrendos de autos. León, con un aumento en el porcentaje del traslado de dominio y pagos de hasta el doble a partir de inmuebles de 8 millones.

El problema de la tenencia es que otros estados no la cobran o cobran menos en los refrendos y otros trámites. Vemos por las calles de nuestras ciudades la circulación de autos de lujo con placas de Morelos o San Luis Potosí. Los distribuidores de automóviles de alta gama tienen la solución en la mano para sus clientes: el trámite foráneo está incluido en el precio. 

La Federación inventó el cobro de tenencia en 1968 para apoyar la realización de los Juegos Olímpicos. Luego, como muchos impuestos, se volvió costumbre por las necesidades estatales de una población y un gasto creciente. Cuando cada estado tuvo la libertad de cobrarlo, el resultado fue un mosaico de precios. En la CDMX se fugaron miles de millones a Morelos porque era más barato plaquear ahí. 

En contra de lo que opinan muchos dueños de vehículos, es necesario pagar impuestos progresivos para dedicarlos a la infraestructura. No para crear más pensiones, ni para entregar apoyos por temor a perder la siguiente elección. Hay una realidad: cada día el tráfico aumenta en ciudades grandes y medianas, sin que la infraestructura de las avenidas cambie mucho y sin que haya soluciones reales al transporte público. 

Tampoco tenemos el marco legal para impedir la circulación de autos de otros estados. En Shanghái, por ejemplo, los autos que no están registrados en la ciudad, no pueden transitar por los pasos elevados o las vías rápidas. Registrar un auto en Shanghái cuesta unos 280 mil pesos. Lo que vale en Singapur registrar un auto es, por lo menos, el 100% del precio del auto cuando es barato y hasta un 220%, cuando es de lujo. La licencia dura diez años. La razón es simple: hay un límite físico para la circulación en una ciudad que es la mitad de León. Ahí hasta las motos valen tres veces más que en otras ciudades por los impuestos. La contraparte es que los orientales construyen transporte público económico, cercano y eficiente. 

En México quien tiene para comprar un auto de millones, tiene para pagar anualmente una tenencia del 10% del valor o más. Para los estados la solución sería igualar tarifas en todo, para que no hubiera mala competencia y el cobro de multas sea fácil. 

Ahora, con la seguridad por los suelos, la Federación debería bautizar a cada vehículo nuevo con un número hasta que termine su vida útil. Nada de bajas y altas en las placas. En casi todos los países desarrollados como Estados Unidos o la Unión Europea, los vehículos nacen y mueren con un número. Sería un gran ahorro. Aquí cada sexenio o cada cambio de color político, el gobernante se despacha con placas de su diseño y color. Eso cuesta cientos de millones. Lo hicieron Juan Manuel Oliva y Diego Sinhue Rodríguez. Mil millones de pesos de lámina útil a la basura. 

El tema de los impuestos al comercio de inmuebles tiene un doble filo. No es lo mismo adquirir una casa nueva para habitarla, que especular con terrenos urbanos en breña. No es lo mismo comprar un terreno grande para construir un parque industrial o una fábrica, que sentarse en él una o dos décadas para lograr grandes ganancias en plusvalía a costa de la comuna. Pero ese es tema para otra perspectiva. 

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