El libro “Nexus” escrito por Yuval Noah Harari presenta una exploración de cómo las redes de información han moldeado la historia de la humanidad y siguen influyendo en nuestro mundo, así mismo examina la compleja relación entre información, poder y progreso humano. Es una excelente lectura para este receso de fin de año, lo recomiendo ampliamente.
Recientemente en un banco un adulto mayor me comentaba sobre su profunda molestia y frustración por la insistencia de los ejecutivos de su banco en “instalar la App Bancaria en su teléfono celular” con objeto de realizar todas sus operaciones desde la comodidad de su hogar usando su celular sin tener que presentarse físicamente en el banco. Me decía:
“¿Por qué quiere el Banco que yo no me presente en la sucursal? ¿Por qué quieren que me ausente de su banco? ¿No se da cuenta la gente, los demás cuentahabientes, que con estas acciones los bancos crean desempleo pues despiden a trabajadores, como los cajeros, que ahora, con las Apps, resultan innecesarios? Además, ¿Por qué quiere el Banco mantenerme encerrado en mi casa cuando por mi edad lo que más necesito es caminar, socializar, salir a la calle e interaccionar con otros seres humanos?, Sus políticas de uso de Apps me dejan sin la oportunidad de saludar, sonreír e intercambiar algunas amables palabras con las guapas cajeras que atienden en el banco, o en su caso; con los apuestos jóvenes que también atienden en las cajas.
Podrá usted reírse, pero a mi edad esto es importantísimo para la salud psicológica mía y de cualquier adulto mayor. ¿Por qué mejor los bancos no instalan pistas para caminar, alrededor de las sillas, en sus salas de espera, para que las personas de edad avanzada como yo hagamos ejercicio mientras esperamos a ser atendidos? Por otra parte, ¿Por qué el banco quiere poner en riesgo mi modesta pensión ante la amenaza de un hackeo? Esto debido a que si yo difícilmente entiendo los programas de la cafetera de mi casa, y apenas puedo hacer una llamada telefónica con mi celular ¿Cómo podría entender una App muy poco amigable y diseñada para jovencitos nerds que seguramente nacieron jugando Nintendo? Esta exigencia es de una extrema crueldad para los adultos mayores como yo. ¿Por qué las políticas bancarias fomentan toda esta frialdad y deshumanización? En aras de una incomprensible modernización y progreso nos estamos deshumanizando.
Necesitamos hablar y ver a otros seres humanos en lugar de estar en contacto con robots y tontas voces producidas con inteligencia artificial incapaces de distinguir las cosas más elementales, como por ejemplo si yo digo; ‘se fracturó el gato en mi auto’; nunca sabrán si hablo de mi mascota, un gato animal, o del instrumento auxiliar para cambiar una llanta”. Más o menos, recuerdo que estos eran sus argumentos principales.
Me parece que los argumentos anteriores en general tienen sentido, pero probablemente el más inmediato es el riesgo del “hackeo” (i.e. la extracción ilegal de información digital) de los servidores (los centros de cómputo) bancarios.
Los medios informativos con regularidad reportan que algunos de los más grandes e importantes bancos nacionales e internacionales son hackeados y millones de dólares desaparecen, así como los datos personales de los clientes los cuales son copiados y utilizados en actividades probablemente no lícitas.
Esto último es un riesgo real, pero lo peor es cuando las cuentas de los clientes son vaciadas y éstos se quedan sin dinero, por lo menos durante el tiempo en que proceden las reclamaciones, las cuales raramente ocurren de modo inmediato. Para un pensionado que sobrevive con modestos recursos, esta situación representa un descalabro, una crisis, de proporciones mayúsculas.
Sería buena idea que algún banco se anunciara como “el Banco humano”, en donde los clientes de edad avanzada sean atendidos, por otros seres humanos, con extrema cortesía, empatía y paciencia. Podrían contratar también a algunos “gerontólogos bancarios”.
Para terminar estas reflexiones, solo me queda recordar la anécdota de un adulto mayor que se presenta en un banco tratando de sacar de su cuenta mil pesos. El cajero le dice que no puede atenderlo debido a que su retiro no alcanza los veinte mil pesos y que por tanto debe de salir y usar las máquinas automáticas.
El adulto mayor responde que no sabe usar esas máquinas y que tampoco le interesa aprender a usarlas y que el banco no tiene el derecho de exigirle usar esas máquinas para hacer uso de su dinero. Entonces el adulto mayor añade: bueno, en este caso deseo hacer un retiro de mi cuenta por veinte mil pesos.
El cajero le entrega los veinte mil pesos y amablemente le pregunta si desea hacer algún otro movimiento en su cuenta. A lo cual el adulto mayor responde: sí, ahora deseo depositar diecinueve mil pesos en mi cuenta.