Celaya, Guanajuato.- El maestro Arturo Ramírez Rico será recordado por ser siempre un maestro dispuesto a ayudar, a dar lo que se tenga y, si no se tiene, conseguir y seguir ayudando, ya que él pensaba que siempre, todo se regresa, y no se sabe en qué posición pueda estar uno la siguiente vez.

Ramírez Rico es uno de los 88 docentes que han fallecido por COVID-19 en el estado. Nació un 25 de octubre de 1959, en Juventino Rosas, sus padres, Jesús Ramírez y Victoria Rico.

Tuvo seis hermanos, y él era el tercero de los siete. Francisca, Teresa, Arturo, Luis, María de Jesús, Angelica y Everardo, fueron los hijos de Jesús y Victoria.

Se casó con Eduwigis, con quien tuvo tres hijas, Nancy Yarely, María Alejandra y Diana.

Se graduó como normalista, egresado de la Normal Primaria 18 de marzo en Salamanca.

Su hija María Alejandra nos cuenta cómo fue en vida y las grandes enseñanzas que le dejó.

Fue una persona que siempre le gustó ayudar, desde el seno familiar siempre estuvo viendo por todos, empezando por sus hermanos, luego por sus hijas, su esposa, siempre fue muy solidario, siempre buscó el bien común, siempre se enfocaba en ayudar a las personas, tenía un grupo de alcohólicos anónimos que él dirigía, su pasión era ser maestro, desde que inició con la carrera”, contó su hijo.

Fue pensionado a raíz de un accidente en el nivel estatal, y ya cuando estuvo en condiciones retomó el rubro del magisterio en el ámbito federal.

Decía que una de sus mayores vocaciones era ser maestro, siempre el sembrarle a los niños el tema de que tenían que salir adelante, les enseñaba a soñar, a salir del contexto donde estaban, casi siempre trabajó en comunidades, entonces siempre los ayudaba a soñar y mostrarles un mundo a los niños que tal vez no conocían, como papá igual, siempre nos impulsó a ver más allá de lo que nos rodeaba, que viéramos lo que el mundo nos ofrecía, siempre nos impulsó a estudiar y ayudó a crecer”, contó.

Hombre espiritual 

Era muy espiritual, nunca lo hacía por “sus propias fuerzas” sino que acudía a Dios, y eso siempre lo transmitió a la gente.

Siempre se caracterizó por brindar apoyo total a quien lo necesitara, aún sin saber del tema, se esforzaba por ayudar.

Siempre era positivo, si había un problema nos decía que íbamos a salir adelante y ver el lado positivo a las cosas, y vamos a unirnos como familia, echarnos la mano, siempre, siempre, era muy famoso”, comentó.

Además, siempre tuvo las ganas de trabajar, su familia viene de artesanos, fabricaban juguetes de madera y cartonería, oficio que aprendió con gusto y le enseñó a sus hijos.

Siempre me decía, siempre a donde llegues, si puedes ayudar, hazlo, y no lo hagas con interés, porque nunca sabes cuando te vas a volver a encontrar a esa persona y siempre siempre me lo decía”, externó su hija.

Quería ayudar

Siendo un líder social, en pos de ayudar a mejorar el Municipio, el entorno donde estaba, su grupo de alcohólicos anónimos y que familias se reconstruyeran, llamando su grupo “esperanza”, misma que ponía al ver una familia completa y sana.

Los valores que siempre lo caracterizaron eran la honestidad, el trabajo en equipo, la perseverancia y el amor.

En la escuela donde estuvimos, donde pusimos el arbolito (en memoria) fue en la Primaria Venustiano Carranza de la Comunidad de Franco Tavera en Juventino Rosas, fue el último centro donde estuvo activo, fuimos a poner el arbolito y al encontrarnos con el último grupo que estuvo atendiendo, los papás y alumnos externaron que era un maestro muy amoroso, siempre preocupado porque los niños aprendieran, que salieran adelante, y siempre preocupado por ellos, maestro de antes pero con el objetivo que los niños aprendieran y salieran adelante, ese día los niños y papás desbordaban lágrimas, agradecidos por todo lo que aprendieron”, contó con la voz entrecortada.

A donde quiera que iba, dejaba huella y a pesar de ser educado a “la antigua”, se esforzó y aprendió, aunque batalló mucho con la tecnología, pero eso no le impidió aprender y buscar herramientas para lograr el objetivo: que los niños aprendieran.

Le gustaba enseñar a los más pequeños

Le fascinaba tener los grupos de primero porque era el año clave para que pudieran continuar bien el resto de su educación, teniendo casi siempre los tres primeros años, o en otros casos, cuarto grado.

El legado que le dejó su papá fue el de siempre ayudar, de no fijarse a quién, sin importar color, raza, estatus social, ayudar siempre de corazón.

Su hija señala que recuerda estas palabras todos los días, y cuando tiene la oportunidad de ayudar, recuerda el rostro de su padre, que fue lo que siempre le inculcó, el servicio y la ayuda quién lo necesita.

Finalmente, comentó que tuvo varias enfermedades, como hipertensión y diabetes, además de otras complicaciones a raíz de un accidente que sufrió hace aproximadamente 25 años.

Tenía una placa de titanio en su pecho, y en sus piernas, porque le tuvieron que reconstruir sus piernas y su pecho, entonces era de por sí un paciente delicado en el tema de la pandemia, siempre se cuidó, se vacunó, las dos dosis, pero de pronto un día dijo que se sentía muy cansado, incluso no presentó síntomas de COVD ni nada de eso, solo era un cansancio excesivo el que tenía y empezó con su atención médica que siempre tenía, el cardiólogo, el internista.

Y de primer momento dijeron que a lo mejor le quería dar un infarto, y ya no alcanzó a hacerse la prueba, se puso más malito y solamente nos avisaron que lo iban a internar en el ISSSTE porque se sentía muy mal, cuando nosotros llegamos, él ya estaba internado y una vez que ingresa al ISSSTE, le hacen la prueba de COVID y ya no alcanzó a salir el resultado.

Él ingresa al hospital un día sábado a las 6 de la tarde el 8 de mayo, y el día domingo, a las 3:10 pm, nos están informando que acaba de fallecer”, contó.

Cuando intentaron intubarlo, sufrió dos infartos y nunca perdió el conocimiento, ya que cuando estaba muy grave, él dio su autorización de poderlo intubar, pero cuando empiezan a hacer los preparativos, se infartó y lamentablemente falleció.

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