Celaya, Guanajuato.- La vida de Juan Arellano cambió hace 24 años. Aquel ‘Domingo Negro’ él fue uno de los bomberos que llegaron a atender las explosiones en la Central de Abastos de Celaya en las que murieron más de 70 personas y más de 300 quedaron heridas.
Como cada 26 de septiembre, durante este día se mueven muchos sentimientos para el celayense de 60 años por revivir escenas que comparó como si fueran de una guerra y en la que perdió a compañeros de trabajo.
Llegué y fue fatal porque ya había sido la primera explosión, me asusté cuando vi a toda la gente que iba saliendo, quemada y caminando. El polvorín estaba a todo su esplendor, no encontrábamos a un compañero y entré en shock, se me fue el avión, de hecho trabajé como fuera de mí, en automático”, relató el que fuera bombero por 16 años.
Este martes, Juan Arellano regresó al lugar de los hechos en la calle de Antonio Plaza, casi esquina con Felipe Ángeles para ser parte de un memorial a las víctimas de este doloroso episodio en la historia de Celaya.
“La verdad todavía lo sigo viviendo porque hay muchos recuerdos. Lamentablemente mucha gente ya se ha olvidado de este evento y yo le diría a la población en general que no compre pirotecnia, ni cuetes, que vigilen a sus hijos”, añadió.
Las heridas internas se mantienen en el experimentado bombero, que al día de hoy sigue sin poder escuchar un estruendo sin que le lleguen los temores de lo que vivió aquel Domingo Negro.
“No pude dormir mucho tiempo, me brincaban los pies. Sí me pegó bastante, marcó mi vida, la verdad truenan hoy un cuete y brinco”, relató.
Piden placa para recordar a héroes
Este martes la señora Juana García Vázquez fue parte de las organizadoras de un acto religioso en el lugar de los hechos como memorial para todas las víctimas de aquella tragedia del 26 de septiembre de 1999.
“Mi hijo era Pedro Ávila García, oficial de policía del grupo motorizado, tenía 20 años, estaba almorzando con su comandante cuando oyeron las explosiones y se vinieron para acá. A mi hijo le encantaba salvar vidas, se quitó su chaleco, aventó la moto y se metió, pero en la segunda explosión fue cuando cayó por la onda expansiva”, contó.
Por ellos es que hacemos esto, sería más fácil para mí hacerle una misa a mi hijo, llevarle flores al panteón, pero las demás víctimas que nadie las recuerda, lo hacemos por todos, nosotros sí los recordamos”.
Lamentablemente aquel joven policía fue uno de tantas personas que murieron el Domingo Negro tratando de ayudar y que actualmente están casi en el olvido debido a que el evento de este martes apenas y reunió unas 20 personas.
“Es muy triste, tenemos que venir, reconocer la labor de tantos héroes caídos, que mucha gente ya no se acuerda ni lo reconoce, apenas somos dos personas que los organizamos y aquí seguimos, creo que esto no es justo, pedimos una placa en la que se le recuerde a todos los héroes conocidos y desconocidos”, afirmó la madre de Pedro.
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