En la cultura mundial, el beso es una de las formas de expresar afecto más antiguas que existen. Besos románticos, tiernos, de respeto, los encontramos descritos y representados en todas las expresiones artísticas que existen.
La humanidad decidió otorgarle al beso un día internacional, que se celebra cada 13 de abril, a raíz de que una pareja tailandesa rompió el récord de más horas besándose al hacerlo durante poco más de 58 horas.
Pero esta conmemoración también es un buen pretexto para preguntarnos: ¿qué ocurre en el cerebro cuando damos o recibimos un beso? ¿Por qué esta práctica social ha sobrevivido a través del tiempo?
El doctor Eduardo Calixto, jefe del departamento de Neurobiología y la dirección de Investigaciones en Neurociencia del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, compartió con Periódico AM una amena explicación sobre la química del amor, específicamente del beso.
Los orígenes del beso
El acto de besar resulta más antiguo de lo que creemos, aunque no inició tal y como lo conocemos ahora y definitivamente no con el mismo propósito afectivo, sino más bien de supervivencia.
“El beso evolucionó precisamente de los grandes primates. La madre comía, masticaba el bolo alimenticio y lo combinaba con saliva, le cambiaba la temperatura y depositaba ese bolo de alimentación desde su boca directamente a la boquita de su cría”.
“En consecuencia ese contacto de labios, con respecto a la situación de la cara fue generando que el cerebro llevará más enervación a esa región del cuerpo, considerándolo como un estímulo positivo”, explicó el doctor.
Efectos cerebrales de un beso
Besar se considera también un rito de iniciación, pues solemos recordar con especial énfasis nuestro “primer beso”, pero todos los nervios y emoción que se sienten en ese momento, tienen una razón neurobiológica muy potente.
“El beso es una de las caricias premiadas por el cerebro que llega más rápido a él. La velocidad de conducción de un beso es de 120 metros por segundo.
Esto tiene una gran ventaja porque el cerebro entiende inmediatamente lo que sucede, pero también tiene muchas desventajas porque el mismo cerebro, la misma circunstancia insensibiliza la belleza al sentirse besado o procesar el beso, por eso el secreto del beso es no dar el mismo en la misma frecuencia y magnitud”, comentó el doctor Calixto.
El científico también agregó que en tan sólo 2 segundos, un beso provoca cambios neuroquímicos como la incrementación de los niveles de dopamina, noradrenalina, oxitocina y endorfina, generando placer, motivación y apego.
“El beso por sí solo genera una activación de varias zonas cerebrales que involucran directamente la percepción de la actividad del cerebro en función a actividades personalizadas.
Por lo tanto, el beso nos hace ser prácticamente conscientes de la emoción de la relación, pero tiene una particularidad: elimina gradualmente la creación de las neuronas más inteligentes del cerebro que se encuentran en el área prefrontal. Un beso reduce la actividad inteligente, la congruencia y la objetividad por algunos minutos.
La actividad es inteligente que proyectan que es congruente que es lógico prácticamente la reduce a una condición de manera increíble que entonces una persona cuando le gusta este proceso implica claramente que le reduce la congruencia y la objetividad, por eso un beso, puede ser el inicio de una relación maravillosa o puede ser un proceso sobre el cual desafortunadamente uno ya no es inteligente en los siguientes minutos”, declaró el experto.
El beso materno
Gracias a todos los efectos que produce en el cerebro humano, el beso también se considera como un acto comunicativo y recibir el mensaje que transmite esta muestra de afecto puede ser determinante para el desarrollo cognitivo a temprana edad.
“Cuando se besa a otro en un aspecto no erotizante, como cuando una mamá besa a su bebé, liberamos oxitocina, conocida como la hormona del amor, que genera apego y pertenencia.
Cuando una persona es acariciada o tocada, los niveles de oxitocina le dan esa sensación de pertenencia, pero también de calma, de quitar los miedos, de confianza”, comentó.
El experto también dio a conocer que es hasta los 14 años de vida que el cerebro termina de conectar el hipocampo, la ínsula y la corteza de todas las áreas relacionadas con la percepción cognitiva, emotiva y proyectiva, por lo que las caricias y los besos son esenciales en la infancia para que el cerebro aprenda a liberar oxitocina.
“Una persona que no fue besada o acariciada, no va a desarrollar el gen de la oxitocina, pero sí puede cambiar las lecturas de su cerebro, para eso sirve la terapia funcional que enseña poco a poco a besar, a abrazar. Cuesta mucho trabajo, pero es posible estimular el gen”, afirmó.
Besos románticos
Según el neurofisiólogo Eduardo Calixto compartió que mientras en un beso no erotizante se activan 20 zonas cerebrales, en un beso pasional se activan entre 25 y 29. Aunque claro, tiene una respuesta distinta para el cerebro de las mujeres que para el de los hombres.
“En las mujeres, el beso tiene la particularidad de evaluar, categorizar y percibir el complejo mayor de compatibilidad.
Las mujeres, a diferencia de los varones, tienen la capacidad de oler una proteína que detecta inmunológicamente la diferencia entre una persona y otra. Esto quiere decir que en el proceso de un beso, la mujer puede decidir inmediatamente si la relación va a funcionar o no.
Mientras más diferente sea su material genético, su compatibilidad será mayor. Biológicamente, cuando el cerebro detecta igualdad en los genes sabe que eso no funcionará para un posible hijo, por lo que el rechazo es absoluto e inmediato”, explicó.
Es así que cuando a las mujeres no les gusta cómo besa una persona, no es tanto por el beso en sí, sino por el rechazo de un sistema inmunológico muy similar al suyo, que no asegura aportaciones genéticas relevantes para un futuro hijo.
En las parejas, tal como en los niños, los besos generan sentido de pertenencia, de aceptación, por eso besar constantemente a tus personas cercanas las hace sentirse queridas.
“Por supuesto, no es lo mismo dar un beso en la mano, en la mejilla, en la boca, cada categorización es diferente y define los niveles de dopamina, pero sin duda todos generan una reacción”, concluyó.
Bésame mucho
Considerada la canción en español más traducida e interpretada, “Bésame mucho” fue escrita en 1940 por la compositora Consuelito Velázquez y su primer intérprete fue Emilio Tuero, al que después le siguieron una enorme lista de artistas nacionales e internacionales.
The Beatles, Frank Sinatra, Andrea Bocelli, Joao Gilberto, son sólo algunos de ellos. La letra en ocasiones ha sido traducida al idioma original de los cantantes, pero preservando la frase en español “bésame mucho” pues aunque el vocabulario pueda traducirse, el sentimiento.
Te compartimos una breve lista de canciones en español que invitan a esta caricia que es tan estimulante para el cerebro:
- Un beso de esos – Zenet
- Bésame – Los Pericos
- Beso – Jósean Long
- Besos y pendiente – Daniela Spalla y Esteman
- Bésala ya – Bacilos
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