Benjamín Zermeño y Juan Carlos Puerta se conocieron en el sector empresarial y se dieron cuenta de que los conocimientos que obtuvieron uno del otro podrían ser valiosos para otros públicos.
Así, iniciaron una nueva empresa, una que los llevó a explorar una habilidad que no habían practicado antes: la de la escritura.
“La aventura de la empresa” es un libro que contiene conocimientos, reflexión, anécdotas y estrategias, contadas de empresario a empresario, y del que sus autores platicaron con la maestra Rocío Rozada.
¿Por qué deciden escribir un libro?
Juan Carlos: Mi relación con Benjamín comenzó como cliente-proveedor. Yo hago consultoría y coaching, y trabajando con el equipo de Benjamín y con el propio Benjamín en sesiones de coaching, en la última sesión se me ocurrió decirle “Tienes mucho que compartir. Tienes mucha experiencia, te estás retirando joven de la operación de tu negocio y creo que deberías escribir un libro”.
Por supuesto me mandó directito al cuerno, pero unos meses después me habla y dice “¿Te acuerdas de que me dijiste que escribiera un libro? Pues lo voy a escribir, pero no solo, lo voy a escribir contigo”.
De ahí nace este proyecto que es para hablar justamente de la empresa como la aventura que es y la particularidad es que uno de los coautores es un empresario exitoso y el otro es un consultor exitoso, por lo que hablamos desde dentro y fuera de la empresa.
Benjamín: El “para”, qué también viene de una vocación de ayudar. Este libro es muy anecdótico, trae el modelo Delfos y muchas herramientas para la gestión personal y de la empresa, para que la gente no cometa los mismos errores que hemos cometido nosotros.
Benjamín, tocas el tema de la persona de goma, ¿cómo has vivido con las personas de goma que tienes debajo de ti?
Benjamín: Sí, la persona de goma viene de unos monitos de cuando éramos chavos, que eran Hulk y un He-Man, que se jalaban, estiraban, regresaban a su forma y a veces se rompían.
Este término habla de la resiliencia como tal y de la idea que tenemos del empresario que es dueño, jefe y maneja su tiempo como quiere, cuando al contrario, está 24/7 pensando en su negocio.
El tema de la confianza, ¿cómo lo abordan?
Benjamín: No tengo me baso en ningún estudio lingüístico, pero digo que la confianza es con fe, hacer las cosas con fe. Tengo fe en ti, de que vale la pena que deposite alguna responsabilidad o algún recurso, que me puede afectar a mí o al negocio, en ti.
La fe no necesita pruebas, y los sistemas basados en confianza son mucho más eficientes. La gente inherentemente es buena, y la mayoría es gente muy buena. La mayoría de los mexicanos nos levantamos todas las mañanas queriendo hacer un trabajo honesto para sacar a nuestras familias adelante, y si empezamos a creer que somos la mayoría, todo empieza a cambiar.
Si se empieza a crear una cultura positiva, tendrás el control de lo que pasa dentro de los muros de tu oficina y tu organización. Pero si quieres que la gente confíe en ti, tú tienes que confiar en ellos. Es una calle de doble sentido, sino no funciona.
Sobre el tema del ikigai, el propósito, la razón de ser, ¿a quién tenemos que convencer para que la empresa tenga su ikigai?
Juan Carlos: El primer elemento es tener un propósito para que la empresa exista más allá del dinero.
No es el producto, es el servicio. Las empresas perdurables tienen un propósito, más allá de la actividad, porque la actividad de negocio puede cambiar con el tiempo, pero el propósito no.
Entonces, a quien hay que convencer es a los ‘meros meros’ de arriba, porque si tienes una estrategia rascuache, pero montada sobre una gran cultura, la cultura resuelve los problemas estratégicos, y no al revés. La cultura es la mayor ventaja competitiva de cualquier organización.
Juan Carlos, en tu experiencia con las empresas, ¿qué recomendación le darías al lector?
Juan Carlos: Los objetos tienen tres dimensiones: alto, largo y profundo. Las empresas tienen tres dimensiones también; son la dimensión “yo”, la dimensión “nosotros” y la dimensión “ello”.
La dimensión “yo” tiene que ver con el individuo, con sus creencias, con sus sueños, etcétera. Y ahí está el entusiasmo por alcanzar las metas.
La dimensión “nosotros” es la dimensión interpersonal, tiene que ver con las relaciones, con la calidad de comunidad que creamos dentro de la empresa y ahí está la colaboración. La última es la dimensión, “ello”, es la impersonal. Ahí no hay más que tarea y resultado.
Lo que ocurre típicamente y me he topado con muchos clientes, es que solo atienden la dimensión “ello”. Cuando lo único que importa es la tarea y el resultado, se pierde el significado.
Benjamín al final del libro hablas de este México al que hay que cambiar, me encantaría como que pudieras compartir tu visión de empresario y cómo el empresario tiene un rol importante en este cambio.
Benjamín: A mí me da mucha tristeza ver el país con tantos retos, es muy fácil perder la esperanza y pensar que no hay nada que se pueda hacer.
En muchos aspectos hay cosas que no podemos cambiar, pero en las que sí podemos influir, y hay que entender ese poder como empresario, ejecutivo o emprendedor, no como un poder maquiavélico, sino de responsabilidad social.
Definimos responsabilidad social como que nuestras empresas deben tener un efecto positivo en el medio ambiente, en las comunidades en las que operan, pero ¿quién es nuestra comunidad?
Nuestra comunidad son nuestros colaboradores y sus familias. Entonces, ¿qué vamos a hacer para cambiar más allá? Intentar y lograr pagar mejores sueldos, dar prestaciones más a las de ley, y esta parte que es la más dura pero también la más fácil de hacer.
MGL
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