Guanajuato, Guanajuato.- Una verdadera fiesta balcánica, con sus poderosos ritmos y contagiosos coros, armaron los reyes del bronce Boban y Marko Markovic y su orquesta de vientos en la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas, en el marco de la edición número 42 del Festival Internacional Cervantino.
El virtuoso trompetista serbio Boban Markovic formó esta banda a finales de los años 80 y en 2002 su hijo Marko se integró al grupo como primera trompeta. Desde entonces se han ganado el reconocimiento mundial como uno de los máximos exponentes del género “balkan” con 13 álbumes en el camino y bandas sonoras de filmes como “Underground” de Emir Kusturica.
Noche gitana
Desde que empezó a enfriar la noche del miércoles los asistentes esperaban impacientes a los gitanos. Pero el frío se olvidó cuando aparecieron Boban y Marko Markovic, acompañados de 10 músicos con sus instrumentos de metal, las tubas, las trompetas y el saxofón, pero también con su acordeón, la batería, el tambor y la tabla.
Aunque una parte del público comenzó a brincar desde los primeros acordes, Marko y su caravana comenzaron lentamente el concierto, con una melancólica melodía que evocaba los sonidos de Serbia, al otro lado del mundo. Temprano, el joven trompetista llamó la atención con su virtuosa técnica y su enorme capacidad para comunicarse con los oyentes.
Ahora sí, con “Balkan Karavan”, cantada en inglés, inició la fiesta balcánica, pues Marko después de mencionar en la letra a Nueva York, Londres y París, agregó a México a la lista, con lo que se ganó la simpatía de la audiencia, a la que invitaba a tararear en coro el estribillo “Na na na”.
El ensamble ejecutó piezas bailables con influencias del ska, el funk y ritmos latinos, pero también temas más tranquilos, con fuerte sabor oriental, en los que destacaron solos de tabla, el saxofón y la trompeta.
En la mitad del banquete musical, la Alhóndiga de Granaditas era una pista de baile, tanto en la explanada donde habían retirado las sillas, como en las escalinatas, donde jóvenes y adultos se levantaron y en un espacio pequeño bailaron en un estilo libre.
Sorprendidos por esta respuesta, Boban y sus compañeros sacaron sus teléfonos celulares y grabaron esta experiencia inolvidable.
Durante las siguientes canciones, la celebración parecía no detenerse y Marko se encargaba de animarla invitando a los asistentes a cantar con él, o a mover las manos como una danza. También pidió primero a las mujeres y posteriormente a los hombres cantar una sencilla melodía. Enseguida cantaron todos juntos y el joven trompetista quedó contento con el resultado del coro.
También Marko mostró sus cualidades como cantante, de amplio registro, al imitar los sonidos de la trompeta, desde sus notas agudas hasta los ritmos más difíciles, así como una gran capacidad de improvisación musical, por lo que muchos de sus temas fueron alargados con asombrosos solos.
Para cerrar el concierto, la orquesta interpretó una extendida versión de “Caje Sukarije” (Chica hermosa). Pero la fiesta llevaba sólo 75 minutos y no podía terminar ahí.
Así que tras los gritos del público que pedía “¡Otra, otra, otra!”, los músicos regresaron cargados de funky y humor. Marko jugó con los intérpretes vaciando una botella de agua en un tambor sin que el percusionista dejara de tocar. Ahora sí, concluía el festejo, no sin antes que el joven trompetista agradeciera a sus invitados y cantara el pegadizo estribillo de “Chica hermosa”: “Oh, oh, oh, oh, oh”, que quedó grabado en el alma de los asistentes.