León, Guanajuato.- En la ópera “Orfeo y Eurídice” de Gluck, la décima producción en la historia del Teatro del Bicentenario, el director artístico mexicano Sergio Vela se propone rescatar la esencia del mito del héroe griego.
Para cumplir su propósito presentará una puesta en escena inspirada en la iconografía del cineasta francés Jean Cocteau y en la literatura del poeta romano Ovidio. El director pretende hacer vigente el mensaje de amor, vida y muerte de la obra.
que contará con la dirección musical de Gabriel Garrido.
En una charla conducida por Alonso Escalante, director del Teatro del Bicentenario, la noche del jueves en el Teatro Estudio del mismo recinto, Sergio Vela y la pareja protagónica Flavio Oliver, contratenor español, y Anabel de la Mora, soprano mexicana, revelaron algunos detalles de la nueva producción de “Orfeo y Eurídice” de Christoph Willibald von Gluck (1714-1787).
La reforma de Gluck
Sergio Vela recordó que Gluck estrenó “Orfeo y Eurídice” en Viena en 1762, 155 años después de que el compositor italiano Claudio Monteverdi compusiera “La fábula de Ofeo”, obra que es considerada la primera composición de la historia operística.
Pero Gluck no estaba contento con las formas de composición de su época y llevó a cabo una reforma de la ópera.
Después de la primera mitad del siglo XVIII, el modelo de ópera seria se había convertido en un vehículo de lucimiento para los cantantes.
Impresionado por la naturalidad del actor David Garrick, Gluck reaccionó contra los excesos del barroco eligiendo el tema de Orfeo para recuperar la pureza del drama, subordinando la música a la poesía.
Para cumplir con su objetivo, el compositor de Erasbach creó “Orfeo y Eurídice” con la colaboración de los italianos, el libretista Raniero di Calzabigi, el coreógrafo Gasparo Angiolini, el diseñador Giovanni Maria Quaglio y el famoso castrato Gaetano Guadagni.
En su siguiente ópera, “Alceste”, de 1767, Gluck incluyó un prefacio en el que planteaba su propósito artístico. Este mensaje fue rescatado por Sergio Vela para su puesta en escena de Orfeo: “Ir en pos de la bella y noble simplicidad”, explicó el director en la conferencia.
La puesta en escena
Sin revelar pormenores, Vela llevará por primera vez a escena la primera versión de “Orfeo y Eurídice” de Gluck, respetando el sentido vigente del mito del cantor de Tracia:
El hijo de Apolo y Calíope que, con el poder de su música, apacigua las fieras y le es concedido descender al inframundo para recuperar a su esposa Eurídice -que murió al ser mordida por una serpiente-, con la condición de no mirarla y no explicarle el motivo de su viaje.
“Cada vez que me he aproximado a cualquier tarea operística, he partido de una fidelidad al sentido de la obra; es decir, me parece que las obras deben ser reinterpretadas, no se trata de piezas museísticas estáticas, sino que requieren, reclaman incluso de una reinterpretación, y convertirlas en un fenómeno artísticamente vivo en nuestro tiempo”, explicó Sergio Vela.
Desde un quehacer teatral formal y estilizado, que funcione como un espacio de desahogo de la vida cotidiana, Sergio Vela parte del mundo visual del poeta, pintor, dramaturgo y cineasta francés Jean Cocteau, director de tres películas basadas en el dios de la música: “Orfeo”, “El testamento de Orfeo” y la “Sangre de un poeta”.
“Me resultaba muy difícil sustraerme a la iconografía hecha por Jean Cocteau. La imagen que tenemos aquí (imagen promocional de la ópera ‘Orfeo y Eurídice’), de la lira y el perfil, está basada en Jean Cocteau.
“Un año antes de que yo hubiera escuchado por primera vez esta ópera, a los 14 años, vi una de las películas de Cocteau y me quedó muy marcada una serie de imágenes de tipo surrealista que Cocteau asocia con el mito de Orfeo”, contó.
El ex presidente de Conaculta adelantó algunas sorpresas de la ópera: En la obertura, fuera del escenario, se leerán textos del libro X y XI de “Las Metamorfosis” de Ovidio, la obra inicial de la tradición literaria en torno a Orfeo.
Además, se incluirán personajes como la plañidera, que acompaña al héroe en su duelo; Caronte, el barquero que ayuda a las almas a cruzar el río Aqueronte hasta el Hades; Cancerbero, el perro que guarda las puertas del más allá, entre otras furias.
En esta producción, la niña Karla Castro encarnará el papel del dios Amor o Cupido y no una soprano como tradicionalmente se ha hecho.
Y el final de la ópera, en lugar de que Eurídice resucite por segunda vez, será reinterpretado como un sueño de Orfeo y su deseo de permanecer con su esposa en la morada de los muertos, un desenlace cercano a un pasaje de los relatos de Virgilio y Ovidio.
Los cantantes
Por primera vez se presentará un contratenor en una producción del Teatro del Bicentenario: el español Flavio Oliver, quien interpretará a Orfeo, un papel que ya ha encarnado en otros recintos operísticos del mundo.
Sin embargo, para el cantante será la primera vez que ofrecerá una visión más conceptual y menos carnal del personaje.
“Para mí ésta es la duodécima producción distinta sobre esta ópera. Orfeo es un personaje que me ha perseguido o que yo he perseguido a él desde los inicios de mi carrera, y que he crecido con él.
“En cada producción he descubierto una parte de ese poliedro inmenso de la significación de Orfeo. Orfeo es un arquetipo que para mí representa la transformación y el enfrentamiento al cambio, a lo desconocido, a lo que está más allá de la zona de confort.
“Esta producción en sí me ha dado una visión distinta, conceptual. Casi siempre que la he interpretado, ha sido desde el punto de vista visceral y sumamente carnoso. El mito hecho carne.
“Esta versión representa para mí más un concepto, una ‘sfumatura’, una pincelada plástica sobre el escenario, contenida. Ha representado para mí la contención del personaje sin dejar de expresar toda la fuerza que representa el mito de Orfeo”, dijo el también actor y compositor.
Oliver mencionó que cantará Orfeo como contratenor, es decir, en la tesitura femenina de contralto, y no como sopranista, registro que también domina, principalmente para otorgar esa fuerza viril que las mezzosopranos o contraltos no logran imprimir en escena cuando interpretan papeles masculinos.
“Los directores de escena aprovechan cuando hay un hombre y una mujer para hacer lo que dicen los italianos, las escenas calientes. Por convención, entre una mujer y otra, aunque esté haciendo un papel de hombre, eso no se da. Hay una historia de energía entre un hombre y una mujer.
“Cuando un papel que es de hombre, se llena con una energía viril, da otra información. No estoy hablando de canto, sino de energía en el escenario”, indicó.
Hay que recordar que en la primera versión de la ópera de 1762, Gluck escribió Orfeo para el castrato alto Gaetano Guadagni.
En 1769 el compositor traspuso el rol para el contratenor soprano Giuseppe Millico, y en 1774 lo reescribió para tenor alto. En 1859 el francés Hector Berlioz hizo una adaptación para la mezzosoprano Pauline Viardot.
Por su parte, la joven soprano Anabel de la Mora debutará en esta ópera en el papel de Eurídice, luego de haber abordado el reportorio del belcanto con personajes como Gilda en “Rigoletto” de Verdi, Adele en “El Murciélago” de Johann Strauss, la Princesa en “El gato con botas” de Xavier Montsalvatge, entre otros.
Para De la Mora, es un gran reto representar un nuevo personaje, sobre todo uno como el de Eurídice, tanto vocal como dramáticamente.
“El papel de Eurídice es muy intenso, por el sentimiento que ella vive y que encarno. Creo que es muy interesante poder sentir un poco de este sentimiento que surge después de que ella ha muerto, volver a verlo (Orfeo) y no sentir ese mismo deseo; éste es el sentimiento principal de la obra”.
“Es una ópera que no te exige vocalmente, no tiene por ejemplo cadencias o florituras como en Donizetti. En lo vocal, es cómoda, pero como no es un registro en el que yo trabajo diariamente, porque es un registro más central, por lo que sí he tenido que buscar el caminito para poder sentirme más libre cantando este rol”, explicó la cantante tapatía.
La última producción del año del Teatro del Bicentenario, “Orfeo y Eurídice”, en el marco del los festejos del 300 aniversario de Gluck, se presentará los próximos 7, 9 y 12 de noviembre.