León, Guanajuato.- El Teatro del Bicentenario inicia este jueves su temporada artística 2015 con el concierto de la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, que interpretará dos célebres obras de la historia de la música: el Triple concierto de Beethoven y la Sinfonía número 4 de Tchaikovsky.
La Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (OJUEM), bajo la dirección de Gustavo Rivero Weber, regresa a León para continuar su labor de acercar la música clásica a nuevos públicos, especialmente el juvenil, quehacer al que se dedicó el director Eduardo Mata y cuyo nombre adoptó el conjunto para honrar su memoria y trabajo en el país.
En sus poco más de tres años de vida la agrupación ha cumplido además su misión de contribuir a la formación de músicos mexicanos con la selección de jóvenes sobresalientes en sus instrumentos para ofrecerles la oportunidad de mejorar su técnica con la interpretación de un selecto repertorio. Así, una parte importante de sus actividades está concentrada en la comunidad estudiantil de la UNAM, en sus diferentes escuelas y campus
El Triple concierto
Ludwig van Beethoven (1770-1827) compuso el Concierto para piano, violín, violonchelo y orquesta en do mayor op. 56 (Triple concierto) entre 1803 y 1804 en Viena, en el inicio del periodo medio de su carrera llamado “heroico”, época en la que el genio de Bonn se entregó a una prolífica actividad creadora después de la crisis personal provocada por la creciente sordera del músico y los desengaños amorosos.
El Triple concierto es considerado como una de las obras “menores” de Beethoven, al lado de novedosos trabajos compuestos al mismo tiempo como la Sinfonía “Eroica”, las sonatas para piano “Waldstein” y “Appassionata” y el primero de los cuartetos de cuerda “Razumovski”.
Fue compuesto por Beethoven pensando en su alumno de piano, el archiduque Rodolfo de Austria, quien apenas tenía 15 años y cuyas habilidades pianísticas eran limitadas; razón por la que la parte para piano se considera simple y fácil de tocar.
Las otras dos partes solistas fueron concebidas para los músicos con mayor experiencia: August Seidler en el violín y Anton Kraft en el violonchelo.
Además de ser el único concierto de Beethoven para más de un instrumento, la combinación de piano, violín y violonchelo parece no tener precedentes en la literatura. Sigue la estructura tradicional de la forma de concierto en tres movimientos: rápido-lento-rápido.
En este caso, un Allegro de carácter marcial, un Largo de estilo cantabile y un Rondo alla Polacca con ritmos de polonesa. El estreno de la obra tuvo lugar en Viena en 1808.
El violinista Manuel Ramos, el chelista Asaf Kolerstein y el pianista Fernando Saint-Martin son los solistas invitados a ejecutar el Triple concierto.
La Sinfonía número 4
Pyotr Ilyich Tchaikovsky (1840-1893) comenzó a hacer el bosquejo de su Sinfonía número 4 en fa menor op. 36 en mayo de 1877, dos meses antes de su desastroso y corto matrimonio con una de sus antiguas estudiantes, Antonina Miliukova.
Dada su orientación homosexual, a los nueve meses se separaron, provocando en el compositor una crisis emocional que casi lo llevó al suicidio sumergiéndose en el Río Nevá.
No obstante, en octubre de ese año empezó una relación epistolar con la viuda rica Nadeshda Filarétovna von Meck, quien se convirtió en su mecenas. Incluso la sinfonía estuvo dedicada a ella, pues en el programa rezaba la leyenda: “Dedicada a mi mejor amiga”. La obra fue estrenada el 2 de febrero de 1878 en Moscú.
El propio Tchaikovsky se encargó de hacer una descripción detallada de la Cuarta sinfonía en las cartas a su amiga y protectora.
El primer movimiento es un claro ejemplo del romanticismo apasionado del compositor. En la introducción se presenta un motivo de gran fuerza rítmica a cargo de los vientos, conocido como “Fatum” (Destino).
“Este es el Destino, el fatal poder que impide que el ansia de felicidad llegue a su meta, que cuida celosamente que la dicha y la paz no logren imponerse, que el cielo no esté libre de nubes”, escribió Tchaikovsky a Von Meck.
En el Andantino surge un humor más dulce provocado por los recuerdos de infancia del autor, mientras que en el Scherzo destacan el humor e imágenes que “pasan por la imaginación cuando hemos bebido vino”, describió.
Y en el Finale incluye una canción folclórica rusa en la que Tchaikovsky llama a entregarse a la felicidad. Sin embargo, el motivo del destino reaparece en la coda. “Apenas hemos olvidado nuestro dolor… cuando el destino implacable anuncia una vez más su presencia”, agregó el compositor ruso.